Devocionales

El regalo inesperado de la Navidad

Laura Bailey 23 de diciembre de 2020
Ellos le dijeron: —En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel. Mateo 2:5-6 (RVA-2015)

«¿Hablas en serio? ¿A quién no le gusta la Navidad?» preguntó mi esposo incrédulo, el hombre que canta villancicos mientras duerme el día después de la celebración de Acción de Gracias.

Mi mente ya estaba a toda marcha, pensando en todo lo que necesitaba lograr durante las vacaciones. «Nunca dije que no me gustaba la Navidad» respondí. «Simplemente no es mi temporada favorita del año; hay demasiada presión involucrada».

Como la mayoría de las celebraciones, mi anticipación es mucho más emocionante que la realidad. En mi mente visualizo cómo será el evento; imaginándome el mejor resultado posible y me emociono en cantidad.

Luego, cuando ocurre el evento, generalmente me decepciono porque en lugar de encontrar alegría en el momento, lo critico y lo comparo con la noción preconcebida que tenía en mi cabeza, y rara vez coinciden. La Navidad solo agrava la situación, resaltando lo peor de mí.

El año pasado le pedí al Señor que me ayudara a encontrar el verdadero gozo en la temporada navideña. Prometí sumergirme en este momento mágico con mis hijas, disfrutar de los amigos y familiares con quienes celebramos y agradecer a Dios por darnos el regalo más grande de todos, Su único Hijo, Jesús.

Mientras leo los pasajes familiares de las Escrituras que relatan el nacimiento de Jesús, dejo que mi mente medite en los versículos de Mateo 2:5-6: “Ellos le dijeron: —En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel”.

El Hijo de Dios nació en un establo, probablemente rodeado de ganado, de padres que no tenían una posición social alta. No es de extrañar que a los judíos les resultara difícil creer que Él era el Mesías, el Enviado, para salvarlos. Habían sufrido mucho y buscaban un líder fuerte y poderoso que los librara de la opresión romana.

Nacido en un establo, hijo de un carpintero, amigo de pescadores, recaudadores de impuestos y prostitutas, no parecía pertenecer a la realeza, de ninguna manera . Los líderes judíos lo rechazaron y exigieron que fuera crucificado como el impostor supremo, “el Rey de los judíos”.

Jesús no gobernó desde un trono en un palacio real rodeado de sirvientes, guardias y opulencia. Por el contrario, Cristo vino a servir, buscar y salvar, pero por razones y de una manera mucho más allá de lo que muchos judíos imaginaron o entendieron. Él es el Rey de reyes y Señor de señores, y solo Jesús, el Cordero de Dios, puede liberar a la humanidad pagando nuestra deuda por el pecado mediante el derramamiento de Su sangre.

El pueblo judío se perdió el mayor regalo de todos porque esperaban un rey en particular, pero se les dio otro.

Pero, espera, ¿no es eso lo que hago cada vez que las fiestas no salen como las planeé? ¿No me desmorono cuando el regalo que seleccioné meticulosamente no es bien recibido? ¿No permito que los comentarios de un familiar me roben la alegría navideña? ¿No me enfoco más en el “qué” de la Navidad que en el Quién?

No te pierdas la celebración del verdadero significado de la Navidad por estar cegada por las luces brillantes de las fiestas o, como yo, tan envuelta en las exigencias mundanas de la temporada que ignora el milagro celestial del nacimiento de Cristo.

Mi sincero deseo es que encuentres gozo, esperanza y paz en esta temporada de fiestas en el plan de redención de Dios, ese regalo que está en un pesebre, en un establo en Belén hace más de 2,000 años. Vuelve a leer la historia de Navidad y deja que el significado de ese evento, aparentemente insignificante, penetre tu corazón y llene tu espíritu con la alegría que dura toda la eternidad.

Padre Celestial, gracias por enviar a Tu Hijo precioso y darnos el regalo de la vida eterna. Guíanos en nuestros pensamientos. Que dediquemos nuestro tiempo y energía enfocándonos en el verdadero significado de la Navidad. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

2 Corintios 9:15, ¡Gracias a Dios por su don inefable! (NVI)

1 Juan 5:11, Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. (NVI)

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Reflexiona y responde

¿Alguna vez te has perdido en el ruido de las fiestas, olvidando el verdadero significado de la Navidad? ¿Cuál es una forma de hacer tiempo para adorar y celebrar el nacimiento de Jesús este año?

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© 2020 por Laura Bailey. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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