Devocionales

Todo va a estar bien

Sharon Jaynes 16 de abril de 2021
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Hebreos 11:1 (NVI)

Fue uno de los peores días de mi vida. La tragedia golpeó a nuestra familia de la peor manera, y yo estaba paralizada emocionalmente. Fue entonces cuando mi amiga Mary intervino para hacer lo que yo no podría. Me hizo una reservación de hotel, llamó a las personas necesarias y dijo: «Todo va a estar bien».

En ese momento, me inundó una paz sobrenatural cuando sentí al Señor hablando a través de Mary. Su declaración no fue un rechazo de mi dolor o de la complejidad de la situación; sin embargo, sucedió algo más grande. De alguna manera, en medio de mi tormenta, encontré la paz y el consuelo de Dios en esa declaración.

“Todo va a estar bien” es uno de los sentimientos más llenos de esperanza que puedo ofrecer a los demás y elijo creer para mí misma. El escritor de Hebreos dice: “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Es ahí de donde viene la esperanza.

Por supuesto, para el cristiano, existe la futura esperanza de la eternidad con Dios. Pero también existe el aquí y ahora. Tenemos la seguridad, la evidencia de cosas que no son visibles, que no importa lo que suceda, Dios todavía está en Su trono.

¿Qué es la esperanza bíblica? Es atar lo que sabemos acerca de la fidelidad pasada de Dios al futuro. Al definir la fe como “estar segura de lo que esperamos“, el escritor de Hebreos nos da una idea de la esperanza, pero desglosémosla un poco.

La esperanza bíblica no es un deseo. Un deseo es algo que queremos tener o que suceda. “Desearía tener una casa más grande”. “Ojalá pudiera ir a España”. “Ojalá tuviera una cintura más pequeña”. Tal vez esto sucederá algún día, pero tal vez no suceda.

En contraste, la esperanza bíblica es la certeza de que nuestro futuro se encuentra en la capacidad de Dios y Sus manos amorosas. Es una garantía de que el Dios invisible es fiel y tiene un buen plan en mi vida visible.

Los escritores del Antiguo Testamento usaron varias palabras hebreas para la esperanza. Una de ellas es qawa, que significa “esperanza” en el sentido de confianza, como cuando el profeta Jeremías le dijo a Dios: “…esperamos en ti” (Jeremías 14:22d, NVI). Los escritores del Nuevo Testamento usaron la palabra griega hupomeno para la esperanza. Significa esperar, ser paciente, aguantar, perseverar bajo desgracias y pruebas para aferrarse a la fe en Cristo.

Tenemos una imagen de esperanza como la definen estas palabras bíblicas en la vida del apóstol Pablo. Pablo se enfrentó a una lucha tras otra, pero nunca perdió la esperanza de que todo fuera a estar bien, y les aseguró a otros lo mismo. (2 Corintios 4:8-10)

Sin embargo, aquí está la cuestión: a menos que alguien haya pasado por situaciones traumáticas por sí mismo realmente no les creo cuando me dicen: «Todo va a estar bien». Mi reacción instintiva es: «¿Cómo lo sabes?» A menos que realmente entiendan, las palabras no tienen sentido. Cuando no te avergüenzas de contar tus momentos más oscuros, pero revelas libremente cómo Dios te hizo pasar las pruebas, te vuelves creíble. La esperanza se vuelve concebible. Entonces tú te conviertes en un dadora de esperanza.

A veces, puede llevar años volver a juntar las piezas que el torrente demoledor del dolor causó. Las atrocidades que hemos soportado pueden tentarnos a creer que alguien que no es Dios está escribiendo nuestras historias. Pero Dios tiene el poder de redimir lo que consideramos irredimible. Puede curar lo que consideramos fatalmente herido. Puede transformar nuestros peores capítulos en nuestras mayores victorias. Y luego convertirnos en dadoras de esperanza que son creíbles, vulnerables y hermosas cuando nos decimos unas a otras: “Todo va a estar bien”.

Cuando la tragedia nos arranca el corazón, cuando la muerte prematura rompe los cimientos de nuestra fe, cuando el abuso estropea todo lo bueno, lloramos. Lamentamos la pérdida. Pero no debemos dejar que la historia se detenga ahí. Escribo estas palabras con lágrimas en los ojos porque las he vivido. Escúchame cuando digo: Todo estará bien, tú estarás bien. Dios tiene más para escribir.

Dios, confío en ti. No importa lo que suceda de este lado del cielo, sé que todo estará bien porque tienes un propósito y un plan. Puede que no me guste la situación o no entienda la observación, pero confío en Ti sin reservas. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Salmo 9:10, En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, SEÑOR, jamás abandonas a los que te buscan. (NVI)

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Reflexiona y responde

¿Cuál es una situación difícil por la que Dios te ha hecho pasar y que ahora puedes compartir con alguien más que está enfrentando una lucha similar? ¡Nos encantaría saberlo en la sección de comentarios!

© 2021 por Sharon Jaynes. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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