Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Gálatas 3:26 (NTV)
«¿Qué aprendiste hoy?» Le pregunté a mi hija Lizzy mientras nos dirigíamos a casa después de su primer día de preescolar una tarde de septiembre hace mucho tiempo.
Mi hija de 4 años miró por encima de la grumosa mochila rosa que estaba en sus piernas y me lanzó una sonrisa orgullosa en el espejo retrovisor. «Aprendí dónde colgar mi mochila», dijo. «Y cómo escribir la letra A, y qué hacer cuando mi maestro toca el timbre de limpieza ...»
Se sentó más derecha, como si enlistar todo el conocimiento que había adquirido afirmara su importante nuevo estatus como una alumna. «Oh», agregó con un suave suspiro. «Aprendí a sentarme de piernas entrecruzadas en mi cuadrado de alfombra morada durante muuuucho tiempo ...»
Asentí, tratando de imaginarme a mi niña risueña de cabello rizado sentada quieta durante un largo tiempo.
«Y, mamá», continuó Lizzy, «¡también aprendí algo muy divertido!» Una carcajada se filtró a través de sus labios, y se dio una palmada en las rodillas para acentuar lo chistoso de lo que estaba a punto de compartir.
Hice eco de las risitas de mi hija y me preguntaba qué protocolo preescolar había provocado tanta diversión.
«Tengo que usar una etiqueta con mi nombre todos los días en la escuela, ¡aunque ya me sé mi nombre!» Mi hija soltó otra carcajada.
Me imaginé la etiqueta con el nombre en forma de manzana que la maestra había colocado tiernamente en el pecho de Lizzy antes de que comenzara la clase. Y reflexioné sobre cómo podría explicar la importancia de ese pequeño accesorio a una niña de 4 años.
Pero antes de que pudiera hablar, mi hija detuvo su risa y me ofreció una explicación. «Creo que mi maestra no quiere que olvide quién soy», dijo encogiendo sus delgados hombros.
Ella exhaló un suspiro de satisfacción como admitiendo la sabiduría de su maestra, luego apoyó la cabeza contra la ventana borrosa mientras nos desviábamos por el camino hacia casa.
Cuando mi pequeña aprendiz se quedó en silencio, sus palabras conmovedoras permanecieron en el aire entre nosotras. De repente, sentí cómo las risas en mi garganta daban paso a un nudo de lágrimas. Porque sé que los preescolares no son los únicos en riesgo de olvidar quiénes son. Cada hijo de Dios que camina por el polvo de este mundo roto también puede sufrir de amnesia de identidad.
La mujer que cree en su pasado vergonzoso la define.
La madre que asume que los errores de sus hijos la denigran.
La hija que sospecha que sus debilidades y defectos la devalúan.
Es fácil olvidar quiénes somos cuando la decepción declara quiénes no somos.
Pero Gálatas 3:26 nos recuerda que nuestra identidad no cambia con nuestras circunstancias ni se tambalea con nuestra confianza. No oscila con nuestros éxitos ni flaquea con nuestros fracasos.
Nuestra identidad está establecida por la fe.
Nuestro nombre está anclado en Cristo.
Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
A diferencia de mi risueña niña de preescolar, nosotras no necesitamos una etiqueta de nuestro nombre sujeta al pecho para recordar quiénes somos. Nosotras tenemos un Salvador quien fue atado a la Cruz para declarar de quién somos.
Y debido al gran sacrificio de Cristo y al gran amor de Dios (Juan 3:16), se nos ha dado el mejor nombre de todos: somos Suyas. Indiscutiblemente y para siempre ... Suyas.
¡Ojalá que nunca lo olvidemos!
Querido Padre, gracias por llamarme por mi nombre y hacerme Tuya. Perdóname por todas las veces que he olvidado quién soy. Ayúdame a depositar mi plena confianza en Cristo y a vivir como una preciada hija de Dios, confiada y valorada, perdonada y libre. En el Nombre de Jesús, Amén.
VERDAD PARA HOY
Isaías 43:1, Pero ahora, Jacob, escucha al Señor que te creó. Oh Israel, el que te formó dice: «No tengas miedo, porque te he rescatado. Te he llamado por tu nombre; eres mío. (NTV)
Gálatas 4:7, Ahora ya no eres un esclavo sino el hijo de Dios. Y como eres su hijo, Dios te ha convertido en su heredero. (NTV)
REFLEXIONA Y RESPONDE
Tómate un tiempito para identificar cualquier mentira que hayas creído que no se alinea con quien Cristo dice que eres.
Pídele a Dios que te ayude a mantenerte con confianza en tu identidad como Su hija. Considera usar estos versículos para recordarte quién (y de quién) eres realmente: 1 Juan 3:1; Juan 8:36; Juan 15:15-16; Romanos 8:14-15; 2 Corintios 5:17; Romanos 8:1; Efesios 1:7-8. ¿Qué versículo o pasaje tiene más significado para ti? ¡Platícanos en los comentarios!
© 2018 por Alicia Bruxvoort. Derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.