Devocionales

Permitiendo que Dios trabaje

Sharon Jaynes 27 de marzo de 2020
Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada. Santiago 1: 2-4 (NTV)

Él planchaba, mientras yo observaba.

De pie en el marco de la puerta de la habitación de huéspedes, observaba a mi sobrino Jonathan, planchar las arrugas de su camisa. Se detuvo a visitarnos de camino a una boda en nuestra la ciudad, y su ropa era un desastre. Hablaba mientras planchaba. Yo lo miraba y escuchaba.

La vida no ha sido fácil para Jonathan. Aunque tiene una madre piadosa que lo adora y dos hermanos increíbles, la ausencia de un padre dejó en él un dolor constante y difícil de sanar. El abandono de su padre afectó a cada uno de los hijos de manera diferente, pero siendo Jonathan el menor, le afectó aún más.

Siempre he sabido que Dios tiene un plan especial para Jonathan. La manera como Dios lo ha formado y moldeado ha sido fuerte, intencional y deliberada.

Mientras Jonathan movía la plancha de un lado a otro sobre la tela arrugada, él planchaba algo más que una camisa. Planchaba las arrugas de su corazón, alisando el dolor de la vida sin un padre, el dolor del abandono, evaporando los tercos pliegues de años de preguntas. ¿Por qué se fue papá? ¿Por qué no valía la pena el esfuerzo de quedarse por mí? ¿Por qué yo no era lo suficiente importante como para que él se quedara? ¿Por qué el abandono me afectó más a mí, que a mis hermanos?

Él planchaba y hablaba.
Yo escuchaba y oraba.

Cuando vemos a alguien pasando por una lucha, especialmente a nuestros hijos, el instinto natural es correr a tratar de solucionar la situación. Pero, ¿y si esa lucha es justo lo que Dios está usando para cultivar, fortalecer y formar su carácter? Si ese es el caso, entonces nuestra interferencia podría obstaculizar su crecimiento espiritual.

Santiago escribió: Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada (Santiago 1: 2-4, énfasis agregado). Dejen que crezca. Debemos dejar crecer esa constancia en otras personas también, no solo en nosotras. Tal vez nos hemos metido, donde deberíamos habernos salido. Nunca fuimos destinadas a tratar con lo que solo Dios puede arreglar. Nuestra tarea es orar pidiéndole a Dios que haga lo que solo Él puede hacer.

Veinte minutos más tarde, Jonathan terminó de planchar. Una camisa. Un corazón.

«Dios ha hecho mucho por mí y en mí», explicó Jonathan. «Ha tomado mucho tiempo, pero Él me está sanando. Él está reparando mi corazón. Ahora estoy listo para seguir adelante. Más que mi papá regrese a casa, oro para que regrese a Jesús. Eso es lo que más quiero».

Sabes, yo podría haberle dicho: «Oye, déjame planchar esa camisa por ti». Así yo lo hubiera hecho en dos minutos, incluso menos. Pero no se trataba de planchar una camisa. Se trataba de alisar sobre las arrugas del corazón de un joven. Y yo no podía hacerlo. Solamente Dios lo podía hacer. Jonathan necesitaba sostener la “plancha” del amor de Dios, moviéndola de un lado a otro, hasta alisar y enmendar su desorden. Mi trabajo era mirar. Escuchar. Orar.

¿Qué hay de ti? ¿Hay alguien en tu vida que tenga su corazón arrugado y herido? ¿Has tratado de tomar el rol sanador del amor de Dios por tu cuenta queriendo alisar los problemas ajenos? ¿Pensaste en algún momento que podrías estar interponiéndote en el camino de lo que Dios está tratando de hacer? Digo esto simplemente porque yo lo he hecho… muchas veces.

Jonathan lleva bien su corazón restaurado. Eso no significa que no necesite un retoque de prensado, cuando algunas veces la vida diaria le desgarra la tela de su corazón. Pero tengo la confianza que Dios, quien comenzó la buena obra en él, la completará.

¿Y la camisa? Se veía bastante bien.

Querido Señor, perdóname por tratar de arreglar los problemas de otras personas cuando no debo hacerlo. Hoy me comprometo a mirar, escuchar, orar y amar. Ayúdame a no interferir en lo que estás haciendo en otra persona. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

Filipenses 1:6, Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. (NVI)

RECURSOS ADICIONALES

El devocional de Sharon Jaynes, Cómo la oración puede cambiar el corazón de un hombre, te ayudará a orar por un ser querido en lugar de tratar de solucionarle su vida.

REFLEXIONA Y RESPONDE

Piensa en alguien a quien tratas de solucionarle la vida. ¿Qué te ha mostrado Dios a través de este devocional?

¿Hay alguien en tu vida a quien has estado tratando de arreglar, y que necesitas entregarle a Dios? ¡Indica su nombre (o un seudónimo que solo tú y Dios conocen) en la sección de comentarios como declaración de que Dios puede hacer la reparación!

© 2020 por Sharon Jaynes. Derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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