Devocionales

Hablando con Dios en tiempos inciertos

Sara Hagerty 1 de abril de 2020
Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto. Romanos 12:2 (NBLA)

La caminata a mi buzón de correo es reveladora.

Al salir de mi casa cierro la puerta y es ahí donde comienza la obertura de mis pensamientos.

Primero, me pregunto si puse la lavadora anoche para que mi hijo tenga ropa limpia hoy. Segura de que no lo hice, me pongo a pensar en la letanía de cosas que no alcancé a completar esta semana. Al hacer esta lista mental, me regaño a mi misma: Siempre estás atrasada.

Mi mente se distrae y pienso en la conversación con mi amiga del día anterior. Me convenzo de que fui insensible con ella por causa de mi propio temor. Mi regaño se suaviza y se convierte en decepción, y después en evaluación: Sigo lastimando a las personas que más quiero en medio de esta incertidumbre. ¿Por qué soy tan egoísta?

Dentro del buzón hay un catálogo de mi tienda favorita de ropa que anuncia la colección de primavera. En un instante, este anuncio me recuerda todo lo desconocido en mi vida: ¿Haremos nuestro viaje anual a la playa? ¿Cuándo volveré a ver a mi mamá y hermanos de nuevo? ¿Será opción ir de compras en primavera este año?

La larga caminata por la entrada del auto de regreso a casa es la distancia ideal para todo mi “tráfico interno”. Miedos, inseguridades y dudas infiltran mis pensamientos de una forma tan sutil que no se pueden detectar. Tan sutil que yo me los creo. Aparentemente “insignificantes” pero permanecen en mi subconsciente el resto del día.

Vivimos en el campo, y mi caminata al buzón consiste de una distancia de 200 metros. Pero aun si el buzón de tu casa estuviera a solo unos pasos, ¿no crees que ese descanso de leer las noticias y pronosticar los constantes cambios en nuestro día es suficiente tiempo para dar paso a la carretera de alta velocidad que ocurre en tus pensamientos?

Y estos minutos en medio de la rutina importan.

A la edad de 20 años me anoté para una vida con Dios viva y dinámica, pero no consideré que mi caminata al buzón de correo, o mi tiempo esperando en la estufa, o mi constante lectura de los títulos de las noticias iban a contribuir a mi vida espiritual.

Yo me imaginaba cruzando al otro lado del océano para cuidar a los necesitados, o mudándome al otro lado del país para evangelizar a toda una ciudad, o incluso tan solo un vecindario. Pero nunca consideré que los minutos que me tomaría freír cebollas para la cena un día lunes en la noche tendría valor no solo para Dios, sino incluso para mí. Respondiendo a mis emails o separando lo reciclable: esos minutos neutrales están hechos para tareas diarias.

¿Pero qué tal si estos tiempos inciertos contienen algo más grande? Algo que llena y sustenta. ¡Algo que reemplaza el miedo y la ansiedad!

¿Qué tal si Dios quería que lo experimentáramos en medio de esos minutos neutrales?

Esos momentos cortitos ― caminando al buzón ― contienen mis verdaderos pensamientos acerca de Dios, tal vez aún más que un servicio del día domingo, en el cual alzo mis manos en alto. Yo puedo predicarles a mis hijos que «Dios es bueno», pero mis pensamientos más genuinos acerca de Él circulan por mi mente mientras leo las noticias y veo la actualización de los datos de nuestra nación cada hora. Y si no expongo esos pensamientos ante Su verdad, estos pueden llegar a controlarme.

Entra en adoración: el vínculo entre mis pensamientos honestos y Su Palabra y Su persona. Al adorar, expongo mi temor y ansiedad reales en una conversación con Dios, y desde esa postura, cambio mi enfoque a Su Palabra para decirle a mi corazón lo que es verdadero.

Tres minutos de adoración caminando hacia el buzón provoca la renovación de mi mente: Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto. (Romanos 12:2).

Podríamos verlo de la siguiente manera:

Al salir de mi casa cierro la puerta, doy un paso lejos del pórtico y comienza la ansiedad de lo incierto … y llevo ese sentimiento a Dios. Me detengo. Espero Su encuentro conmigo ― y que Él transforme este momento.

Padre Celestial, hoy me siento abrumada, con miedo por el mañana, y muy débil para responder ante esta crisis. Pero Tu Palabra en 2 Corintios 12:9 dice que Tu “poder se perfecciona en la debilidad”. Me cuesta creer esto, Dios mío, pero traigo mi incredulidad ante Ti... y Te alabo. Gracias por no sentirte amenazado por mi debilidad sino recibirla. Te adoro por Tu poder que sobrepasa mi debilidad. En el Nombre de Jesús, Amén.

VERDAD PARA HOY

2 Corintios 12:9, Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (RVR1995)

Isaías 55:8, Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos», dice Jehová. (RVR1995)

 

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RECURSOS ADICIONALES

¿Qué tal si Dios quiere hablar contigo en esos minutos en medio de tu rutina? ¿Quisieras encontrar una manera de hablar con Él y hallar Su alivio en medio de esta incertidumbre? Para toda persona que anhela sentir a Dios en medio de las demandas diarias de la vida, el libro más reciente de Sara Hagerty, ADORE, ofrece una práctica sencilla para nutrir el alma e interactuar con Dios en esos minutos en medio de la rutina. ADORE puede adquirirse en todo lugar donde se vendan libros.

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REFLEXIONA Y RESPONDE

Escoge una parte de tu día para detenerte y poner atención a tus pensamientos. ¿Qué te distrae de la verdad de Dios, en particular durante esos minutos en medio de la rutina de tu día?

Considera llevar esos pensamientos de distracción a Dios y adorarlo a través de versículos que te muestran lo contrario. Y comparte tus comentarios con nosotras en la sección de comentarios.

© 2020 por Sara Hagerty. Derechos reservados.

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