Devocionales

¡Me encanta la forma en que me amas!

Alicia Bruxvoort 8 de mayo de 2020
Muéstrame, Señor, tu amor y salvación, tal como lo has prometido. Salmos 119:41 (DHH)

Nos encontrábamos al final del camino de entrada, al lado de un charco de barro gigante que nos dejó un estallido de nubes de lluvia. Los bolsillos de mi hijo estaban llenos de piedras, y sus ojos brillaban con la alegría de un niño de 4 años en una mañana ordinaria hace ya mucho tiempo.

«¡Mira, mamá, mira!» Me suplicó mientras metía la mano en su bolsillo y arrojó una piedra al agua sucia. «¡Escucha el sonido “plap” de ese golpe!» Él gritó cuando la piedra cayó en el lodo con un sonido melodioso.

Asentí con la cabeza y aplaudí. Y él metió la mano en el bolsillo para buscar otra piedra.

Nuestro jueguito continuó con piedras voladoras, gritos felices y salpicaduras tan altas como el cielo y a la vez, turbias.

Lanza. Plap. Aplaude.

Salpicadura. Risas. Repite.

Había ropa por doblar y baños por limpiar, pero por unos momentos, me quedé al lado de ese charco y festejé con mi hijo como si estuviera lanzando en la Serie Mundial en lugar de estar lanzando piedras en un charco de lodo.

«Me encanta la forma en que me estás amando hoy, mamá», dijo con una sonrisa alegre.

Le devolví el sentimiento con una sonrisa y celebré una victoria silenciosa. Durante semanas, había estado hablando con nuestros cinco hijos sobre la naturaleza personal de mi amor.

«Los amo a cada uno de ustedes por igual», les aseguré. «Pero expreso mi amor por ustedes de manera diferente».

Me había cansado de sus comparaciones y quejas, de las declaraciones de “no es justo” y “¿qué hay de mí?”

Sólo porque llevé a mi hija a tomar un helado no significaba que era mi favorita.

Sólo porque mecía al bebé cada noche no significaba que la amara más.

«Presta atención», le reté. «Y empezarás a notar las cosas especiales que hago para mostrar mi amor por ti».

Poco después de haber lanzado ese desafío a mis propios hijos, me encontré sentada en un café con un grupo de amigas cercanas. Eventualmente, nuestra conversación se centró en nuestras relaciones con el Señor.

Una mujer se maravillaba de cómo Dios le había estado hablando a través de los sueños, mientras que otra compartía Su inexplicable provisión en un momento de necesidad. Una tercera relató cómo Dios había usado una canción de adoración para traer calma a una preocupación crónica.

Aunque estos testimonios deberían haber estimulado mi fe, silenciosamente despertaron mis dudas. Si Dios también me amaba, ¿por qué no me amaba de esa manera?

Mientras conducía a casa esa tarde, las palabras que había estado repitiendo en mi propio hogar resonaron en mi mente. «Te amo por igual, pero expreso Mi amor por ti de una manera diferente».

Humildemente, me di cuenta de que me estaba perdiendo la única historia de amor que Dios estaba escribiendo para mí porque esperaba que se pareciera a la historia de otra persona.

En los días siguientes, le pedí al Espíritu Santo que me abriera los ojos para darme cuenta de cómo Dios personalmente buscaba mi corazón.

Convertí el Salmo 119:41 en mi oración diaria: Muéstrame, Señor, tu amor y salvación, tal como lo has prometido.

A medida que mi oración era contestada, empecé a prestar atención a las formas únicas en que Dios expresaba Su amor por mí.

Tomé nota de la forma en que me cautivó con un amanecer resplandeciente o me sorprendió con un cielo estrellado. Vi Su abrazo en el calor de una palabra oportuna, y me deleité en Su afecto mientras me extendía Su fuerza en mi debilidad.

No es de extrañar que cuanto más me daba cuenta de las íntimas e interminables maneras en que Dios me amaba, más segura me sentía en Su amor.

No sé cómo Dios está conquistando tu corazón hoy, querida amiga. Pero no tengo ninguna duda de que lo está haciendo.

El amor de Dios por todas nosotras es imparcial, pero Su búsqueda por cada una de nosotras es individual.

Rehusemos en dudar del amor de Dios y en su lugar elijamos deleitarnos en Él. Dejemos de comparar y empecemos a reconocerlo.

Mientras prestamos atención al cortejo único de Dios, podríamos encontrarnos haciendo eco de las palabras de un niño de 4 años salpicado de barro: «¡Me encanta la forma en que me amas!».

Amado Jesús, ayúdame a reconocer las formas en que expresas Tu amor por mí hoy. Quiero deleitarme con la manera en que me cortejas y ser consciente de Tu búsqueda de mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Romanos 5:5, Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. NVI

Recursos Adicionales

Si necesitas un recordatorio de cuán profundamente te ama Dios, lee el reciente devocional de Kia Stephens, La gracia de Dios habla de Su amor por ti.

Reflexiona y responde

¿Qué te impide reconocer las expresiones únicas del amor de Dios? ¿Qué podrías hacer esta semana para prestar más atención a Su manera de atraerte a Él?

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© 2020 por Alicia Bruxvoort. Derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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