Devocionales

La obra santa de la siesta

Shala W. Graham 19 de mayo de 2020
En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados. Salmo 127:2 (NVI)

Mi corazón estaba acelerado por el agotamiento al final del día de trabajo. Caí en mi cama a las 6 de la tarde, consciente de los muchos asuntos pendientes con fechas incambiables que me esperaban. Mi cuerpo gritaba en el silencio y reconocí la sensación. Física, mental y emocionalmente, el único remedio era una siesta. ¡Urgente!

Algunas veces siento como si el descanso me esquivara. Recuerdo haberme quejado con un colega acerca de mis tantas ocupaciones. Ya que él había visto una Biblia sobre mi escritorio, al regresar a su oficina él se sintió llamado a alentar y desafiarme. Recibí un correo suyo con un versículo bíblico para reevaluar mi manera de trabajar.

En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas,
porque Dios concede el sueño a sus amados (Salmo 127:2).

¡Ay ay ay! Él apenas me conocía, pero tenía razón. Había permitido que el ajetreo de la vida y las preocupaciones de este mundo me impidieran descansar.

Necesitaba reajustar mi fe y reclamar la promesa en ese pasaje. Dios me concederá el sueño porque Él me ama. El reposo es un regalo precioso de Dios, que al igual que el Sabbat es un regalo que ignoramos con frecuencia. Más importante aún, necesitaba disipar la mentira de Satanás de que el mundo dependía de si yo hacía o no todas las cosas. En el fondo, mi corazón se sentía orgulloso y autosuficiente, en vez de confiar en un Dios todopoderoso que sostiene el mundo entero en Sus manos.

Fue entonces cuando me di cuenta de que la siesta podría traer balance frente al ajetreo de la vida. Las siestas son obras sagradas. Tomar siestas requiere fe. Las siestas me recuerdan a Jesús.

En el Evangelio de Marcos, Jesús pasó gran parte de Su tiempo predicando a grandes multitudes. Al final del capítulo 4, Jesús y Sus discípulos cruzaron el Mar de Galilea en medio de una tormenta.

Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya
comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un
cabezal, así que los discípulos lo despertaron. —¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa
que nos ahoguemos? Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio!
¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.  —¿Por qué tienen

tanto miedo? —dijo a sus discípulos—¿Todavía no tienen fe? (Marcos 4:37-40, NVI).

Mientras los discípulos corrían frenéticamente, Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre un cojín; sabía que necesitaba descansar. ¡Tanto que incluso pudo dormir en medio de una tormenta! El balanceo del bote probablemente le hacía sentir como si estuviese descansando en una mecedora. Incluso yo diría que Jesús sabía que había una tormenta, pero aun así, tomó la decisión de descansar.

Con demasiada frecuencia, soy como todos los demás en el bote. Veo mi lista de quehaceres como una tormenta a mi alrededor, y entonces pienso que tomar una siesta sería irresponsable, o que sería una falta de amor hacia aquellos que amo y me necesitan. En esos momentos, creo que Jesús me preguntaría lo mismo: «¿Por qué tienes tanto miedo? ¿Aún no tienes fe?»

Ahora las siestas me encantan. Incluso cuando siento la presión de las fechas de entrega, elijo tomar una siesta cuando mi cuerpo lo pide, pues sé que luego podré trabajar mejor. He aprendido a aceptar un “bien hecho” en lugar de un "perfecto". Mientras levanto la cobija simplemente digo, «¡Señor, por favor ámame y ayúdame a dormir!».

Padre, te confieso los momentos en los que trato de tomar Tu lugar como Dios. Ayúdame a recordar que tienes todo bajo control y puedo confiar en Ti en cada época de la vida, especialmente durante las tormentas. Ayúdame a abrazar Tu regalo del descanso, porque sé que me amas. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Génesis 2:2-3, Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día, y lo santificó, porque en ese día descansó de toda su obra creadora. (NVI)

Isaías 26:2, Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. (NVI)

Recursos Adicionales

Para reconfirmar que Dios provee todo lo que necesitas, lee el reciente devocional de Carrie Stephens, Un amor sin comparación.

Reflexiona y responde

¿Qué te impide creer que puedes descansar?

Nosotros hacemos siesta familiar en nuestro hogar. ¿Qué piensas de las siestas? ¿Qué puedes hacer diferente esta semana para ser intencional con la siesta, o para tener una noche completa de descanso?

¡Nos encantaría escuchar de ti! Comparte tus reflexiones en los comentarios.

© 2020 por Shala W. Graham. Derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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