Devocionales

El área de incomodidad

Kelly Barbrey 11 de septiembre de 2020
Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno. Salmo 139:23-24 (NVI)

Me estaba preparando para meterme en la cama después de lo que me pareció un buen día, cuando decidí revisar mi correo electrónico por última vez. Escaneando los mensajes no leídos y promociones de descuento, un correo en particular me llamó la atención.

Al abrirlo, mi corazón y mi estómago se juntaron. Pertenecía a una conversación que tuve con alguien ese mismo día, alguien a quien, sin saberlo, había ofendido.

Espera, ¿qué? ¿cómo salió eso de la conversación? Mi presión aumentó y de inmediato comencé a escribir una respuesta defensiva. Iba a "arreglar" esto antes del final del día. Mi dedo estaba sobre el botón de enviar, pero dudé.

Quizá hayas experimentado la confusión a la que me refiero. Sientes como un ataque furtivo. Nunca intentaste hacer daño. Solo estabas llevando tu rutina regular diaria y de repente algo te golpea como un tren de carga: una llamada, un mensaje de texto, un correo de voz, un correo electrónico o (¡peor!) la confrontación en persona con quien tal vez ofendiste. Los sentimientos de alguien fueron heridos, y tu integridad y motivos han sido cuestionados.

En esas situaciones, a menudo siento la necesidad de actuar de inmediato. Solo he escuchado en parte, cuando ya comienzo a preparar mi defensa.

Mientras estoy hojeando el correo electrónico, ya voy encadenando las palabras de mi respuesta y siento mi sangre caliente corriendo desde mis dedos hasta la punta de mis oídos.

¿Cómo puedo resolver esto de inmediato? ¿A quién puedo llamar para aclarar las cosas? ¿Quién me podrá defender?

La cuestión es que no tenemos que enderezar el barco de inmediato. A veces Dios quiere que oremos antes de responder, escuchándole en busca de guía, permitiéndole que nos limpie, y así eliminar la tentación de limpiar nuestros nombres. Él conoce nuestros corazones, nuestras intenciones. Me gusta orar el Salmo 139:23-24 cuando me siento tentada a responder precipitadamente: Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.

Durante los momentos instintivos posteriores a un malentendido, el hecho de redactar correos electrónicos apresurados o lanzar palabras defensivas podría echar más leña a un fuego que ya está latente.

Dios es el pacificador perfecto, capaz de ayudarnos a abordar el conflicto con gracia. Permítele que Él calme esos sentimientos defensivos para volver a la situación con comprensión, y cuando sea apropiado, a la reconciliación.

Quizás en esa situación en particular, tenías razón. Pero, ¿y si no hubiese sido así? ¿O, y si tal vez nunca hubo nada incorrecto en dicha situación?

Los sentimientos a menudo se encuentran en una zona gris. Si bien es desagradable, es válido permanecer incómodos por un tiempo, ya que es la única forma en que vamos a crecer en empatía y comprensión.

A veces, la mejor forma de "arreglarlo" es no reaccionar de inmediato. Y siempre lo mejor es buscar a Dios. Él traerá a nuestra atención esos sentimientos endurecidos; abraza la incomodidad de lo que puedas enfrentar.

Todas somos personas imperfectas y nos vamos a equivocar de vez en cuando. Haremos las cosas mal, hiriendo a otros sin querer.

Las circunstancias son diferentes, pero ya sea que estés tomando cinco minutos o más durante la noche para orar por la situación, seguramente responderás con la cabeza más clara y una mejor comprensión de tu propio corazón si hablas primero con el Señor.

Me alegra no haber enviado el mensaje de respuesta esa noche. Mi enfoque al día siguiente fue basado en la reflexión y la oración.

Padre Celestial, es tan fácil elaborar mis defensas al querer despejar el aire rápidamente después de un malentendido. Ayúdame a acudir a Ti primero. Examina mi corazón. Guíame a Tu Verdad. Muéstrame cómo abordar la resolución de conflictos con oración y cómo forjar relaciones más cercanas a través de una comunicación abierta, honesta y reflexiva. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Romanos 5:3-4, Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. (NVI)

Efesios 4:1b-3, ...les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. (NVI)

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Reflexiona y responde

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© 2020 por Kelly Barbrey. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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