¡Siembren para ustedes justicia! ¡Cosechen el fruto del amor, y pónganse a labrar el barbecho! ¡Ya es tiempo de buscar al SEÑOR!, hasta que él venga y les envíe lluvias de justicia. Oseas 10:12 (NVI)
Recuerdo el día en que recibí un correo electrónico que en su inicio decía, “¡Debería darte vergüenza!”
Qué lindo.
Y por supuesto, me llegó el mismo día en que lidiaba con unos problemas técnicos en el trabajo como también una situación de mala actitud que involucraba a un miembro de la familia.
Pero en lugar de disparar la respuesta de correo electrónico que mi carne deseaba enviar, tome una pausa y elevé una oración sencilla y honesta: Jesús, ¿qué es lo que sucede? ¿Por qué siempre se me aparecen trocitos de quebrantamiento en mi vida cada día? Es tan frustrante. Necesito Tu perspectiva sobre el quebrantamiento, o necesito un descanso de ello.
No hubo respuesta.
Ningún versículo instantáneo.
Nada.
Hasta la mañana siguiente. Con el corazón cansado, me senté una vez más en mi mesa de estilo farmhouse y abrí mi Libro de Verdad todo harapiento y gastado. Y justo allí, en el libro de Oseas, Dios tenía la sabiduría que mi corazón necesitaba tan desesperadamente. Sabiduría que me gustaría desglosar juntas hoy:
“¡Siembren para ustedes justicia! ¡Cosechen el fruto del amor, y pónganse a labrar el barbecho! ¡Ya es tiempo de buscar al SEÑOR!, hasta que él venga y les envíe lluvias de justicia” (Oseas 10:12).
Siembren para ustedes justicia…
O sea, debemos sembrar justicia en nuestras vidas, elecciones correctas que honran a Dios. Tenemos que tomar estas decisiones. Elegir honrarle a Él en el medio de todo. Aun cuando alguien nos deshonra, seguirle honrando a Él.
Cosechen el fruto del amor…
Habrá fruto en medio de cada decisión que honra a Dios. Será el fruto del amor fiel de Dios. Recuerda, Romanos 8 nos enseña que nada nos separará del amor de Dios. Sin embargo, esa es la gran estrategia de Satanás… enredarnos en cosas que nos hacen olvidar o dudar del amor fiel de Dios.
Al honrar a Dios con las decisiones que enfrentamos ahora, resistimos los enredos del enemigo que tanto nos distraen.
Labrar el barbecho…
El dolor y el sufrimiento son difíciles. Pero estoy aprendiendo que no debemos resistir la bendición del quebrantamiento que labra el suelo de nuestros corazones. Labrar el barbecho de nuestros corazones los prepara para vida nueva, crecimiento nuevo y madurez nueva que no pueden ser hallados de ninguna otra forma.
¡Ya es tiempo de buscar al Señor!
Tenemos que buscar a Dios como nunca antes. Y hacer espacio para la gracia en nuestras vidas es un aspecto de nuestra búsqueda de Él: otorgar un espacio para la gracia de Dios en nuestras mentes, nuestros corazones, nuestras vidas. Cuando las circunstancias de la vida gotean hasta dejarnos secas, podemos percibir ese vacío como una oportunidad. En vez de reaccionar desde ese lugar vacío, podemos elegir darnos cuenta de que este vacío es el lugar perfecto para un espacio de gracia en la vida.
Y mientras extendemos gracia a aquellos que no lo merecen, las jarras celestiales de misericordia nos colmarán de gracia también.
Las lluvias …
Me encanta esta parte. Aquí es donde vemos el crecimiento. Comenzamos a tomar más decisiones correctas que le honran a Él. Empezamos a ver la vida, las personas y las circunstancias molestas de manera diferente. Y nos atrevemos a susurrar, «Gracias», cuando llega vez tras vez la necesidad de espacios para la gracia.
No sé qué clase de frustraciones o sufrimientos enfrentas hoy, querida amiga. Pero decidamos ahora mismo que daremos permiso a nuestros corazones para que puedan crecer en suelo fértil al tomar decisiones correctas que honran a Dios. Hagamos espacio para la gracia. Y luego veamos a Dios obrar en nuestros corazones y nuestras vidas de maneras que nunca nos hubiéramos atrevido a pedir.
Dios Padre, ayúdame a confiar en Tu amor lo suficiente para elegir actuar aun en contra de mis sentimientos y simplemente caminar en Tu Verdad. Sé que cosecho bendiciones al vivir de acuerdo a Tus caminos. En el Nombre de Jesus, Amén.
Verdad para hoy
Gálatas 6:9, Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos. (NTV)
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