Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13 (RVA-2015)
Supe que algo estaba muy mal al momento de contestar mi teléfono. Mi cuñada contuvo las lágrimas cuando me dijo que un médico acababa de diagnosticar a mi madre de 88 años con una enfermedad potencialmente mortal. «Tiene 20 minutos para hablar con cada uno de sus hijos y decidir si someterse o no a una cirugía», dijo mi cuñada. Veinte minutos para elegir entre la vida y la muerte. El reloj estaba corriendo.
Cuando me desperté temprano esa mañana, no tenía ningún motivo para sospechar que una crisis golpearía a mi familia antes del mediodía. Nunca hubiera imaginado que, en cuestión de horas, saldría de casa para acompañar a mamá hasta su último respiro, una semana después.
La vida es impredecible. El año pasado en esta época, mi madre era una anciana activa que conducía y vivía de forma independiente. Y ninguno de nosotros sospechaba que un virus misterioso estaba a punto de atacar y traer división, desilusión y pérdida. ¿Quién hubiera imaginado que una pandemia nos obligaría a aislarnos, cambiaría drásticamente nuestros planes, nos sumergiría en la crisis y nos dejaría anhelando esperanza?
La vida cambia en un nanosegundo, y da golpes que no esperamos. Es tan fácil encontrarnos en un lugar de desesperanza, anhelando algún tipo de consuelo. También he luchado, he llorado por la muerte de mi madre y por las pérdidas sufridas por muchos en todo el mundo.
Gracias a Dios, en mi tiempo de duelo, descubrí que Romanos 15:13 tiene un significado especial, “Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
La esperanza no se menciona una vez, sino dos veces en este versículo. Un diccionario bíblico la define como “expectativa confiada, específicamente con referencia al cumplimiento de las promesas de Dios. La esperanza bíblica es la anticipación de un resultado favorable bajo la guía de Dios”. Esto se contrasta con la definición de un diccionario que la define como “un sentimiento de que sucederá lo que queremos que suceda”.
La primera mención de la esperanza en el versículo de hoy se refiere a Dios como el origen de la esperanza. Anticipamos un resultado favorable que no está basado en las circunstancias, sino en Su persona. Enfrentaremos decepciones o desvíos que cambiarán nuestra vida. Experimentaremos el final de un sueño o la pérdida de un ser amado. Pero, sin importar cuán difíciles sean nuestras circunstancias, podemos tener esperanza en quien es Dios: poderoso, sabio, soberano y bueno.
Dios es nuestro guía, nuestro consolador, nuestra roca que permanece firme cuando todo a nuestro alrededor se derrumba. Es nuestro compañero constante que ha prometido no dejarnos nunca, ni siquiera por un momento.
La segunda mención de la esperanza se refiere a nosotras como receptoras. Dios derrama esperanza en nosotras cuando decidimos creer que Él es quien dice ser y que siempre cumple Sus promesas. Cuando hacemos esto, no nos otorga un optimismo frágil de que todo saldrá bien de alguna forma, sino una sólida anticipación de un resultado favorable bajo Su guía.
Y porque vivimos en medio de una humanidad que busca desesperadamente esperanza, Él quiere que nuestro suministro se derrame y salpique a quienes nos rodean, creando en ellos una curiosidad por conocer nuestro secreto. No podemos crear esta esperanza con nuestras propias fuerzas; Dios hace posible la esperanza por el poder del Espíritu Santo que vive en nosotras. Imagínate — ¡es el mismo poder que resucitó a Cristo de entre los muertos! (Romanos 8:11; Efesios 1:19,20).
Cuanto más medito en Romanos 15:13, más sana Dios mi corazón herido. Él quiere hacer lo mismo por ti, mi amiga. Podemos aferrarnos a la esperanza sabiendo que algún día, Jesús volverá y pondrá todo en orden. Algún día, enjugará toda lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). Mientras tanto, podemos vivir con esperanza porque la fuente de la esperanza vive en nosotras.
Amado Dios, te reconocemos como el origen de la esperanza. Cuando la vida duele, ayúdanos a mantener nuestros pensamientos fijos en la Verdad sobre quién eres. Recuérdanos que vives en nosotras por el poder de Tu Espíritu Santo. Y llénanos hasta rebosar con una esperanza que te refleje hacia los que nos rodean. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 39:7, Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti. (RVA-2015)
Recursos Adicionales
La esperanza es algo que todo corazón anhela, especialmente cuando hemos pasado por algo doloroso. Si hoy necesitas leer un poco más acerca de la esperanza, o si conoces a alguien que lo necesite, ve a estos dos devocionales: Manteniendo la esperanza por Joni Eareckson Tada, y Esperanza para los días difíciles por Brenda Bradford Ottinger.
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