Devocionales

Comparándote o dando de ti

Shannon Popkin 22 de febrero de 2021
… sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, Filipenses 2: 7a (RVA-2015)

«¿Mamá, qué estás haciendo?» preguntó jocosamente mi hija adolescente, mirando por encima de mi hombro. Rápidamente le hice doble clic a la foto, avergonzada por lo que ella había visto.

¿Qué estaba haciendo? Había ampliado una fotografía donde estaba con un grupo de amigas, para tener una mejor imagen, no de nuestras caras, sino de nuestras caderas. ¿Soy la más grande? Me preguntaba. Amplié la foto mirándola cuidadosamente, buscando si las caderas de alguna de ellas eran tan anchas como las mías.

«Eh … solo estoy mirando algunas fotos de anoche», le dije casualmente a mi hija y luego cambié el tema. Cerré mi teléfono, pero sabía que cuando ella saliera de la habitación, yo estaría tentada a continuar mi análisis de comparación.

Es interesante que llamemos “juego” a este proceso de analizar, porque estoy bastante segura de que Satanás lo ve como una estrategia infalible para distraernos y dividirnos. Esas mujeres en la foto son algunas de mis amigas más cercanas y de gran apoyo. Pero cuando me obsesiono en compararme con ellas, sólo quiero alejarme. O retrocedo, no queriendo que mis defectos sean vistos, o me alejo, sin querer quedarme atrás. En ambos sentidos, mi enemigo gana.

Me encanta saber que los discípulos luchaban con la comparación, no solo porque me identifico, sino porque mientras leo sobre sus argumentos acerca de “¿quién es el mejor?” escucho la respuesta de Jesús. Cada vez es la misma. Los discípulos se codean, compitiendo por ser “el discípulo mayor” y es obvio que anhelan una respuesta para la misma pregunta que tengo: ¿Cómo puedo estar a la altura? Y en lugar de responder, Jesús repetidamente ofrece una mejor respuesta: ¿Cómo puedo abandonarme a mí misma y servir?

Jesús quiere que sepas que hay un reino donde estar a la altura no nos hace ser grandes. Es despojarnos con humildad y poner a los demás en primer lugar.

Si hubiera una taza de medir llena con todos tus dones, potencial y recursos, el enemigo mostraría las líneas de medición, y cada vez te haría poner tu taza junto a la de alguien más. Pero Jesús mostraría la boquilla. Te invita a utilizar lo que hay dentro de tu taza y a dar a los demás más de ti,  tal como lo hizo Él.

Si Jesús tuviera una taza de medir, sería la más grande y rebosante. Su valor es incomparable, sin embargo, no se preocupó en demostrarlo. En cambio, “sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo... se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”  (Filipenses 2:7-8 NVI, RVA-2015). Por nuestro bien, Jesús tomó Su taza de medir y la colocó boca abajo. Con la humildad más singular que el mundo haya conocido alguna vez, Él “… derramó su vida hasta la muerte …” (Isaías 53:12, NVI). Y porque lo hizo, “Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre” (Filipenses 2:9, NVI).

Cuando buscamos la grandeza en el Reino, evadimos la idea de compararnos con el mundo.

Amiga, ¿estás agotada por la comparación interminable? ¿Estás cansada de buscar similitud con cada amiga, prima o gente extraña? ¿Estás harta de ampliar las fotos para chequear las caderas de tus amigas?

¿Cómo estoy a la altura? es la pregunta equivocada. Nuestro Jesús nos ha enseñado una mejor. ¡Una que conduce a la grandeza del Reino!

Cuando entro en una habitación llena de gente y me pregunto: ¿cómo puedo dar de mí? mi atención naturalmente se vuelve hacia la boquilla, no hacia las líneas de medición. El contenido de mi taza de medir adquiere un nuevo propósito si estoy buscando formas de servir, y mantener mi distancia no tiene sentido si me preparo para dar de mí. Pero aquí está lo mejor: cuando inclino mi taza hacia un lado, las líneas ya no tienen importancia. Y eso me libera.

Si Jesús tuviera una foto con sus discípulos, creo que se inclinaría y la examinaría de cerca. Pero no para medir ni comparar. Él estaría sonriendo, recordando cómo había invertido en cada una de sus vidas. Los amaba. Los conocía personalmente. Se despojó a Sí mismo para servir a cada uno. Ese es el tipo de amiga que quiero ser.

Querido Dios, quiero lograr la grandeza del Reino buscando ser humilde y servir. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Filipenses 2:3, No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos (NVI).

Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

Recursos Adicionales

¡Únete a Shannon Popkin en un estudio sobre las conversaciones que Jesús tuvo con personas que, como nosotras, se comparaban! ¡No te compares! Aprende a vivir libre de la tiranía del yo y del mundo obsesionado con la competencia. También descubre cómo puedes cambiar los miedos de la comparación y vivir libre.

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Reflexiona y responde

¿Con quién te has estado comparando? ¿Cuál es una forma de dar de ti misma, y cómo podría esto darte libertad?

© 2021 por Shannon Popkin. Todos los derechos reservados.

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