Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios. Romanos 4:20 (NTV)
Me dirigía a la cocina para tomar mi taza de café antes del amanecer, cuando sus palabras atravesaron mi estado semi despierto.
“¡Hola, mami! Gracias por llevarme hoy al parque".
Mientras la lluvia golpeaba el techo y los truenos retumbaban en algún lugar en la distancia, me pregunté si había oído bien las palabras de mi hijo.
A medio metro de la cafetera, me giré hacia él. Los primeros rayos de sol aún no habían pintado el cielo, pero mi hijo de preescolar estaba sentado en la puerta principal con su pequeña mochila azul y una sonrisa expectante.
Me quedé mirando aturdida y perpleja mientras abría la mochila y sacaba una caja de galletas y un par de cajitas de jugo. “Estoy listo para salir”, anunció. “Hasta empaqué nuestras meriendas”.
Fue entonces cuando recordé la conversación que habíamos compartido la noche anterior. Mi hijo no estaba dispuesto a cambiar la diversión del juego por la necesidad de dormir.
“¡Ni siquiera tengo los pies cansados!”, se quejó mientras movía las piernas bajo las cobijas. “¡Y mis manos siguen queriendo jugar al béisbol con papá!” Movió sus dedos en el aire y acompañó su declaración con un suspiro exasperado.
Plantando un beso en su frente, murmuré una suave promesa para ayudarle a dormir. “Ahora descansa un poco. Mañana te llevaré al parque”.
Las piernas de mi hijo se frenaron. Sus dedos se calmaron. Y pronto el estruendo de sus quejas a la luz de la luna se los tragó el sonido de unos sutiles ronquidos.
De acuerdo con la promesa que hice antes de ir a la cama, de repente el saludo de mi hijo tuvo sentido. Mi hijo simplemente me había tomado la palabra. No lo desanimó la oscuridad tras la ventana. No lo disuadió el sonido de las gotas de lluvia en el techo. Mi hijo no vio el pronóstico del clima ni consultó el reloj. No pidió una agenda ni preguntó por mis intenciones. Simplemente alineó sus planes con mi promesa.
Mientras estaba parada en la cocina, sentí una sombría punzada de convicción. Durante años, le había pedido a Dios que me convirtiera en una mujer de fe. No quería limitarme a confiar en el Señor para mi salvación. Quería confiarle también mis pasos en la tierra. Había leído libros sobre la fe y había establecido hábitos de fe. Había hablado sobre la fe y había orado sobre la fe. Pero mientras miraba a mi hijo de preescolar y su pequeña mochila azul, me di cuenta de que había estado complicando demasiado la fe.
La fe no es un sentimiento o una filosofía.
La fe no es un principio o una receta médica.
La fe es tomarle la palabra a Dios.
En Romanos 4, el apóstol Pablo utiliza la historia de Abraham para enseñarnos sobre la fe que agrada a Dios. Aunque Abraham era viejo y su mujer era estéril, creyó en la promesa de Dios de hacerle padre de muchas naciones (Romanos 4:18). Según Romanos 4:20, “Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios.”
La historia de Abraham nos recuerda que la fe no es una teología abstracta, sino una respuesta activa. Puede que la fe no siempre cambie la forma en que nos sentimos con respecto a Dios, pero debería cambiar sistemáticamente la forma en que caminamos con Él. Al igual que Abraham, cuando le tomamos la palabra a Dios, alineamos nuestros pasos con las promesas que Él ha dicho en lugar de las probabilidades que podemos ver.
Aunque la fe parezca sencilla, no siempre es fácil. Sin embargo, cuando mi confianza empieza a vacilar, me acuerdo de un niño con una pequeña mochila azul, y oro para tener el valor de imitar su fe infantil. Porque si él puede confiar en la promesa de un padre imperfecto, entonces tú y yo podemos confiar en la palabra de nuestro Padre perfecto.
Querido Padre, gracias por hacer siempre lo que dices que harás. Por favor, muéstrame dónde he complicado demasiado la fe, y revélame las formas en que estoy viviendo como si Tu Palabra no fuera cierta. Ayúdame a alinear mi fe con Tu fidelidad. Quiero cambiar mis dudas por alabanzas. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
1 Tesalonicenses 5:24, Fiel es el que los llama, quien también lo logrará. (RVA-2015)
Recursos Adicionales
A lo largo de la Biblia, Dios ha demostrado lo fiel que es, incluso cuando tenemos dificultades. Viaja con los personajes de la Biblia mientras crecen en la fe con Las Respuestas a Tus Anhelos Más Profundos, un estudio de 40 Días a Través de la Biblia.
Conéctate
¿Te ha gustado leer los devocionales en español Aliento para el día de hoy? ¡Considera compartirlos con tu hermana, madre, hija o amigas! Nuestro deseo es hacer correr la voz acerca de nuestros recursos en español al compartir la Palabra de Dios y crear una comunidad entre hermanas en Cristo. ¡Gracias por ser partícipe en todo esto!
Reflexiona y responde
Considera en oración algunas de las promesas que Dios te ha dicho en las Escrituras o a través de Su Espíritu. Agradécele de antemano por cumplir Sus promesas, y considera cómo puedes responder a Su Palabra con un paso de fe.
¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Alicia Bruxvoort. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.