Devocionales

Cuando nos sentimos irremediables

Corrie Gerbatz 9 de marzo de 2021
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. Isaías 43:19 (NVI)

Había sido un día pésimo, al final de una semana terrible, en medio de una época de calamidades personales interminables.

La vida se sentía difícil … y especialmente agotadora, estando confinados dentro de las cuatro paredes de mi propia casa. Las negociaciones exasperadas y los movimientos de ojos de mi hijo mayor parecían interminables mientras intentaba probar donde terminaban los límites de su independencia, desde la salida hasta la puesta del sol. Además, mis dos hijas estaban, o bien, gritándose o conspirando a ser desobedientes en un nivel completamente nuevo.

Las sesiones de intervención habían incluido quitar maquillaje, destapar un inodoro obstruido, controlar antidisturbios y rescate de las escaleras, por nombrar unos pocos.

Pero sinceramente … la peor parte de todo fue mi reacción. La serenidad emocional que suponía haber tenido alguna vez, había sido reemplazada por los gritos malhumorados de una mujer exasperada que ya no reconocía, pero que claramente necesitaba un “tiempo fuera” para mí misma.

Me acosté esa noche sintiéndome absolutamente derrotada. Mis fallas y mis fracasos durante el día eran demasiados para contar. Y mientras las lágrimas no deseadas comenzaron a caer por mis mejillas, no pude evitar preguntarme si yo era irremediable. Olvidada y desamparada en una tierra de mis propios defectos.

La mañana siguiente me desperté con las lágrimas saladas aún pegadas a mis pestañas. Me levanté de la cama con necesidad de un café y con temor al día que tenía por delante. Por costumbre, tomé el libro de devocionales que tenía sobre el mesón de la cocina, con la intención de simplemente pasar el tiempo mientras que terminaba de prepararse ese líquido que me daría energía; con resistencia, abrí el libro a la lectura del día:

¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. (Isaías 43:19)

Las palabras proféticas de Isaías prácticamente saltaron de la página y sacudieron el sueño aún en mis ojos. Parpadeé varias veces. Leí y releí el versículo de nuevo. Isaías había estado hablando a la nación de Israel. Él les recordaba la liberación milagrosa de Dios en el pasado — porque se habían olvidado (Isaías 43:16-18). Asegurándole a Israel del favor y de la provisión constante de Dios — porque habían empezado a dudar. Y honestamente, Isaías bien podría haber estado hablándome directamente a mi también, porque mi corazón no había sido tan diferente.

En medio de mis luchas diarias, había perdido de vista la liberación y provisión del Señor en mi propia vida. Tenía muchos defectos, sí, ¡sin embargo era remediable! El Señor determinó mi valor mucho antes de que los cimientos de la tierra fueran establecidos. Y por la sangre y el sacrificio de Jesús en la cruz, Dios dejó claro sus intenciones. Fui elegida y perdonada. El Señor no me había abandonado. Él me estaba transformando, un lugar desolado a la vez. Santificándome. Misericordiosamente abriendo un camino en el desierto de mi corazón. Su fuerza me sostendría durante el día. Su gracia era suficiente. (2 Corintios 12:9-10). Y amigas, lo mismo es verdad para ustedes.

Si somos del Señor, ¡Él está abriendo un camino nuevo en nuestros corazones! A este lado de la eternidad, todas somos obras en proceso, PERO no somos obras olvidadas. Donde sea que nuestro Padre Celestial nos ha llamado a servir — como esposas, madres, hijas, hermanas, líderes, amigas, cuidadoras o trabajadoras — ¡Él está con nosotras! Y aunque nosotras podemos fallar, empezar a dudar y aún tener unos días malos y absolutamente terribles a lo largo del camino, Su Palabra nos ha asegurado que Él que comenzó la buena obra en nosotras, ¡será fiel para cumplirla! (Filipenses 1:6)

Así que, hasta aquel día cuando SEAMOS hechas completas en la presencia de nuestro Señor, que nunca perdamos de vista los ríos llenos de Su gracia siempre obrando en nuestras vidas, abriendo un camino en nuestros corazones.

Querido Señor, Te adoramos por lo que eres y nos humillamos ante Tu fidelidad. Gracias por amarnos lo suficiente para rehacer y remodelar cada lugar desierto en nuestros corazones. Mantén nuestros ojos fijos en Tus caminos por encima de nuestros fracasos hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.

Verdad para hoy

Filipenses 1:6, Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. (NVI)

2 Corintios 12:9, pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. (NVI)

Recursos Adicionales

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Reflexiona y responde

En oración, considera los lugares desiertos y desolados en tu propio corazón. ¿De qué forma ha estado haciendo Dios caminos en estos lugares difíciles? Documenta tus descubrimientos para que tus propios ojos vean y recuerden. ¡Anímate y comparte con una amiga! Y comparte con nosotras también en los comentarios.

© 2021 por Corrie Gerbatz. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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