Al instante un gallo cantó por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces». Y se echó a llorar. Marcos 14:72 (NVI)
No dudo que Dios es real y que Dios es bueno. Pero con frecuencia oro, “Dios, ayuda mi incredulidad”.
Eso es lo que oro cuando lo que Él permite en mi vida no se siente bien, o no me parece bien. ¿Entonces, qué pasa cuando asumimos que sabemos lo que haría un Dios bueno, y no lo hace? Ahí es cuando las cosas pueden empezar a complicarse. Cuando se forman las dudas y crece la decepción. Es el lugar donde podemos sentir la tentación de distanciarnos de Dios con un corazón desconfiado.
No puedo evitar pensar en Pedro, un hombre que le declaró valientemente a Jesús: “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”, pero luego se encontró haciendo exactamente lo opuesto (Marcos 14:31, NVI).
Miremos más de cerca la historia de Pedro en Marcos 14.
Mientras vemos a Jesús permaneciendo fiel en medio del dolor y la confusión por la traición de un amigo amado (v. 43-45) y el interrogatorio del sumo sacerdote, (v. 53-65) encontramos a Pedro con una fe vacilante mientras esperaba en un patio. (v. 66-72)
Temeroso. Frío. Olvidadizo. Pedro pronto negó a Aquel que más lo amaba.
Una vez. Dos veces. Tres veces. El agudo canto de un gallo marcó el hecho de que justamente lo que Pedro había jurado no hacer, fue exactamente lo que hizo.
Y por mucho que quisiera cuestionar a Pedro, sé que no puedo. Porque lo entiendo. Sé lo que es tener buenas intenciones y no lograr cumplirlas. Es fácil decir que estamos todas con Jesús y haremos todo lo que Él nos pide. Pero luego somos rechazadas o heridas por alguien o tenemos miedo de fallar, y se vuelve difícil vivir esas palabras.
El miedo, el dolor y las inseguridades realmente pueden afectar nuestro corazón.
Ellos ciertamente dañaron a Pedro mientras miraba a Jesús, a quien él había visto realizar milagros, dejarse atar y arrestar. Se suponía que Jesús era el Rey que libraría al pueblo judío de la opresión de los romanos. ¿Cómo podría estar pasando esto? Pedro no se dio cuenta de que esta era la única forma en que él o cualquier otra persona podría experimentar a Jesús reinando como Rey por la eternidad.
Entonces, en un momento de duda y decepción, Pedro decidió distanciarse de Jesús. Distanciarse hasta el punto de la negación total.
Negar algo es declarar que es falso. Negar a Jesús es decir con nuestras palabras, pensamientos o acciones que realmente no creemos la verdad de quién Jesús dice ser, o de lo que Él dice que hará.
Qué desgarrador. Para nosotras. Para Jesús.
Pero antes de ceder a los sentimientos de vergüenza, veamos Lucas 22:61-62. Este pasaje nos muestra algo ligeramente diferente a los momentos inmediatamente después de la negación de Pedro: “El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho: «Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces». Y saliendo de allí, lloró amargamente” (NVI).
La mirada entre Jesús y Pedro no fue de condenación. No fue un momento de “te lo dije”. Creo que los ojos de Jesús se llenaron de compasión por Pedro, la misma compasión que Él tiene por nosotras hoy. Una mirada que nos invita a confiar en Él y acercarnos a Él una vez más.
Oh amiga, necesitamos preguntarnos dónde estamos negando la verdad de Jesús en nuestras vidas. ¿Dónde estamos negando la sanidad de Jesús? ¿O negando el perdón de Jesús por nosotras y por otras personas? ¿Dónde estamos negando la redención de Jesús? ¿Dónde estamos negando la esperanza en Jesús?
No está fuera del alcance de nuestro Jesús. En Él, todo es seguro. No importa lo que hayamos hecho. No importa lo que diga el enemigo o las circunstancias de nuestra vida. Nada está fuera del alcance de Jesús. Y sé que hoy cuando confesemos dónde podemos estar negándole en nuestras vidas, Él nos mirará con la misma compasión que tuvo con Pedro.
Entonces, cuando se forman las dudas y las decepciones nos arrastran, no tenemos que ceder ante la voz tentadora del enemigo que nos dice que desconfiemos de Dios. Nos acercamos al Señor y oramos: “No tengo que entender algo para confiártelo. No negaré Tu poder solo porque tengo temor y no veo pruebas de que estés trabajando ahora. Me arrodillaré en oración y pediré que me ayudes a aliviar cualquier incredulidad. Y luego me levantaré de nuevo y seguiré buscando evidencia de todo lo grande y pequeño que haces”.
Amado Señor, perdóname por haber dudado de Ti. Perdóname por negarte. Pongo mi mirada en Ti y proclamo hoy que eres el Cristo. Aquel que anhela mi alma. El que sufrió para que yo no tuviera que hacerlo. Ayuda mi incredulidad. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
2 Timoteo 2:13, “… si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.” (NVI)
Lucas 1:37, “Porque para Dios no hay nada imposible.” (NVI)
Recursos Adicionales
Cuando nuestro corazón se endurece puede ser por algo que nos ha sucedido y entonces decimos: “No debería ser así”. Lysa TerKeurst comprende esto profundamente. Pero ella también descubrió que las desilusiones pueden ser citas divinas que nuestras almas necesitan para encontrar radicalmente a Dios. En No debería ser así, Lysa nos invita a seguir su propio camino de fe con determinación, vulnerabilidad y humor honesto. Sumérgete más en el libro con el estudio bíblico en línea de Proverbs 31 Ministries, aquí.
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© 2021 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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