… Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros. 1 Juan 4:12b (LBLA)
Una de las historias favoritas de mi difunta madre sobre mí ocurrió cuando era muy joven y no respondí a su llamado.
Como no estaba en mi naturaleza ignorarla, se preocupó de que algo pudiera andar mal y finalmente me buscó. Para su sorpresa, su hija de pelo rizado no estaba haciendo un desastre: estaba organizando. Tarareando una alegre melodía mientras me inclinaba sobre los zapatos de mi armario, colgaba cuidadosamente mi ropa por color y alineaba mis zapatos en una fila perfectamente ordenada.
Estaba concentrada en la tarea con tanta intensidad, que desconecté por completo su voz.
El amor llamó, pero estaba tan ocupada tratando de perfeccionar las cosas que me lo perdí. Tal vez hayas hecho lo mismo antes, deseando que las piezas de tu vida se vieran un poco o muy diferentes. Anhelando que tu esposo o tus hijos se comporten mejor. Tratando de arreglar esto o aquello un poco más para que tal vez, solo tal vez, las cosas sean perfectas.
Es fácil ignorar la llamada del amor en nuestra vida diaria. El deseo de controlar las situaciones, las personas o las cosas que nos rodean hace que nos perdamos la voz de Dios y Su llamado de hacer algo de mejor manera, donde termina la lucha y florece la comunión. Su amor nos llama a un lugar donde nuestras almas están satisfechas, pero obligadas a regresar por más, porque hemos probado y visto que solo Él es bueno. Nos ofrece la verdad de que si bien la vida puede parecer completamente fuera de orden, la paz de Dios aún se puede encontrar en medio del desorden.
Realmente no es una sorpresa que nuestros corazones anhelen la perfección, porque la perfección era el plan original de Dios y está infundida en nuestro ADN. Desde el momento de la creación, Adán y Eva no tuvieron imperfecciones, no hubo necesidad de luchar, porque no les faltó nada en el jardín del Edén. (Génesis 2:25) Dios era la plenitud y completa satisfacción de su existencia.
Pero después de que el pecado entró en la escena, los defectos se convirtieron en parte de su historia y la nuestra. ¡Y qué lejos nos llevó el pecado de la intención original de Dios! El trabajo se convirtió en una necesidad. El parto pasó de un “paseo por el jardín” a “arrastrarse por las trincheras”. La perfección se cambió por la imperfección, lo cual hizo que Adán y Eva se escondieran de Dios cuando Él, la Voz y esencia del amor perfecto, los llamó. (Génesis 3:8-10)
El pecado creó un abismo entre nosotras y Dios, el Autor de la perfección. Siglos después de Adán y Eva, Jesús tendió un puente sobre ese abismo en la cruz, llenando el vacío y ofreciéndonos la salvación para que pudiéramos acceder a Dios una vez más.
Las palabras del apóstol Juan nos recuerdan de la esperanza que trae el permanecer en Cristo. Nos anima cuando dice, “… Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros” (1 Juan 4:12b).
Es importante tener en cuenta: Juan no describe la ausencia de defectos. Mientras vivamos en un mundo caído y pecaminoso, existirá la imperfección. Pero el “perfeccionar” en este versículo viene de la palabra griega, teleioó, lo cual connota un acto de plenitud en Cristo, un proceso continuo pero alcanzable de llegar a ser más como Él.
Aunque todavía podemos perder el blanco, cuando nos rendimos a la Voz del amor, nuestra perfección diseñada por Dios se recupera. Esta forma de vida trae una plenitud que no encontraremos al luchar por hacer que las cosas en nuestra vida sean “así”. No hay logro que pueda alcanzar más grande que vivir una vida de amor.
Al final de la vida, dudo que cualquiera que me conoció se jacte de mis habilidades organizativas. No importa si mi casa estaba impecable o si mi armario estaba codificado por colores. Mis esfuerzos humanos por alcanzar la perfección se quedan continuamente cortos, ¿pero, el obedecer el llamado a amar con el amor de Cristo a través de nosotras? Eso nos acercará a ti y a mí a Su diseño original. Y un amor así siempre será el objetivo perfecto.
Padre, perdóname por todas las veces que he dado más importancia a luchar por la perfección que a escuchar Tu llamado de amor. Pongo todas mis expectativas realistas y poco realistas a Tus pies. Gracias por el privilegio de permanecer en Ti para que Tu amor por mí y por los demás crezca. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Colosenses 3:14, Pero sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. (RVA-2015)
Salmo 18:30, El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. (NVI)
Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.
Recursos Adicionales
¿Alguna vez te has sentido atrapada en un ciclo de dolor sin resolver, repitiendo las ofensas una y otra vez en tu mente? Sabes que no puedes continuar así, pero no sabes qué hacer. Lysa TerKeurst ha luchado en este proceso también. Pero de una manera sorprendente, ha descubierto cómo deshacerse del resentimiento acumulado y superar la resistencia a perdonar a las personas que no están dispuestas a hacer las cosas bien. Si deseas aprender más, puedes estudiar el libro Perdona lo que no puedes olvidar con nuestra comunidad de estudios bíblicos en línea. Échale un vistazo aquí.
Conéctate
Para recibir recordatorios y aliento diarios sobre el amor inquebrantable de Dios por ti, sigue Proverbs 31 Ministries en Instagram.
Reflexiona y responde
Identifica una relación o una área de tu vida que luchas por hacer “perfecta”. Elige entregar esa persona o situación a Dios, agradeciéndole por la libertad de amar a los demás y a ti misma sin requerir una perfección humana inalcanzable.
¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tu opinión en los comentarios.
© 2021 por Jenny Wheeler. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.