Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Salmos 139:23 (NTV)
Hace muchos años, estaba embarazada de nuestro hijo menor y vivía en una isla lejana. Todo podría haber estado bien, excepto que no tenía atención médica en absoluto. ¿Por qué? Porque el único médico disponible creía que mi hijo no era viable.
Me sentí desconsolada y sin esperanza, enfrentándome a un embarazo lleno de incertidumbres. Sin embargo, sabía que Dios me veía y Él veía mi dolor. Así que, hice la única cosa que podía, le entregué todo a Él. No podía verlo, pero sentí Su presencia en maneras que no puedo expresar con palabras.
No importa dónde vivimos o quiénes somos, Dios nos ve y Él conoce cada detalle de nuestro dolor. Él comprende la angustia inexplicable que invade nuestras vidas como un intruso decidido a robar nuestras cosas de valor, nuestra autoestima, pureza, salud, esperanza, futuro y más.
En Génesis, leemos acerca de otra mujer que está en aflicción, enfrentándose a la desesperanza e incertidumbre, la sierva de Saraí, Agar, quien huyó al desierto después de ser maltratada por su ama. El ángel del Señor apareció a Agar mientras estaba sola y desesperanzada en el desierto y le aseguró que ya podía volver a casa sin temor.
Como sierva, Agar no era considerada importante y a veces era maltratada. Pero Dios la valoró lo suficiente para comunicarse con ella directamente. Él vio el dolor de Agar y Él prometió darle un hijo y multiplicar tanto a sus descendientes, que no se podrían contar.
El dolor existe en distintas formas. El dolor físico mientras luchamos contra el cáncer. El dolor emocional cuando vivimos una relación rota. El dolor financiero cuando nuestro puesto de trabajo es rescindido y los cobros se acumulan. El dolor espiritual cuando cuestionamos el amor de Dios porque la vida es dura. El dolor debilita nuestra energía y a menudo lleva a la amargura y la desesperación. Como un tirano malvado, nos puede esclavizar.
Sin embargo, Dios nos ve y se preocupa profundamente. Él no desperdicia el dolor en nuestras vidas. Como a mi hija Christy le gusta decir, “Dios nunca desperdicia nuestro dolor cuando se lo entregamos a Él”. Quizás nuestro dolor nos acerque más a Él, nos proteja de algún daño o nos permita animar a otros que están sufriendo. Puede que no sepamos el plan de Dios para nuestro dolor hasta llegar al cielo, pero podemos estar seguras, como lo fue Agar: Él nos ve y nos ama.
El Salmo 139 nos alienta que Dios nos ve en cada momento de nuestras vidas y nuestro versículo clave nos recuerda que Dios conoce nuestros corazones y nuestros pensamientos angustiados: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan” (Salmos 139:23).Desde el momento en que Él nos formó en el vientre de nuestras madres hasta que llegamos a verlo cara a cara, nunca estamos fuera de Su vista. No existe lugar donde uno pueda huir de Su presencia. Dios nos ve en la oscuridad porque para Él es tan brillante como el día. Él nos ve cuando nos desviamos. Él ve cada pensamiento, palabra y acción. Él conoce nuestros motivos y deseos más profundos. Él está a nuestro alrededor, delante y detrás de nosotras y Su mano nos cubre. Él nos guía. Él nos sostiene. Él nos examina y nos conoce.
Durante mi último embarazo en aquella isla lejana, este salmo llegó a ser especialmente significativo para mí. Cuando estaba inundada por el dolor de lo desconocido, me aferré a la verdad que Dios me veía.
Sea cual sea tu dolor, ¡Dios te ve también! Puedes sentirte como si fueras invisible, que nadie realmente te ve ni comprende tu dolor y desesperación. Cuando empiezas a dudar que Dios te ve, vuelve de nuevo al Salmo 139. ¡Nuestro Dios nos ve, conoce todo sobre nosotras y nos ama perfectamente!
Señor, gracias por ser el Dios que me ve y me conoce completamente. Gracias por tener compasión por mi dolor y mis luchas. Por favor, toma mi dolor y úsalo para bien en mi vida, acercándome más a Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 139:13-14, Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas y esto lo sé muy bien! (NVI)
Génesis 16:11, El ángel del Señor también le dijo: «Tú has concebido, y darás a luz un hijo. Le pondrás por nombre Ismael, porque el Señor ha oído tu aflicción. (RVC)
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