Devocionales

Destrozada sin remedio

Lysa TerKeurst 10 de junio de 2021
A pesar de todo, SEÑOR, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano. Isaías 64:8 (NVI)

¿Hay algún lugar roto en tu corazón y en tu vida en este momento?

Sé lo difícil que puede ser.

Y hay una maravillosa historia cristiana que podría contarte. Es la que trata de cómo podemos recoger los pedazos rotos, pegarlos de nuevo y dejar que la luz de Dios brille a través de nuestras grietas. Es una historia bella.

Pero, ¿qué pasa con esos momentos en los que las cosas no sólo están rotas… sino que están destrozadas sin remedio? Destrozadas hasta el punto del polvo. Al menos, cuando las cosas están rotas, hay alguna esperanza de poder pegar los pedazos.

¿Y si ni siquiera hay piezas que recoger delante de ti?

No se puede pegar el polvo.

Es difícil sostener polvo. Lo que una vez fue algo tan precioso ahora se reduce a nada más que polvo sin peso que incluso el más mínimo viento podría llevarse. Nos sentimos profundamente desesperanzadas. El polvo nos pide que creamos que las promesas de Dios ya no se aplican a nosotras. Que el alcance de Dios no llega a donde estamos. Y que la esperanza de Dios ha sido apagada por la oscuridad que nos rodea.

Mi propia vida ciertamente ha tenido temporadas de polvo. Y si pudiéramos sentarnos juntas a tomar un café, me imagino que tú también tendrías alguna historia de polvo que compartir conmigo. En eso nos parecemos. Aunque nuestras circunstancias sean diferentes, nuestras lágrimas nos unen.

También estamos unidas en nuestro deseo de que Dios lo repare todo. Que edite esta historia para que tenga un final diferente. Que repare esta realidad desgarradora.

Pero, ¿y si arreglar, editar y reparar no es en absoluto lo que Dios tiene en mente para nosotras en este quebranto?

¿Y qué tal si, esta vez, Dios desea hacer algo completamente nuevo? Ahora mismo. En este lado de la eternidad. Sin importar lo imposible que puedan parecer nuestras circunstancias.

Verás, el polvo es el ingrediente exacto que a Dios le encanta usar.

Pensamos que no es posible que los quebrantos en nuestras vidas sean para algo bueno. Pero, ¿y si la pulverización es la única manera de devolver el polvo a su forma original para que algo nuevo pueda ser creado? Podemos ver el polvo como el resultado de una destrucción injusta. O podemos ver el polvo como un ingrediente crucial.

Piensa en un simple trozo de hielo. Si el hielo se mantiene en un cubo, siempre será un cuadrado de hielo. Pero si el hielo se derrite, se puede verter en una forma hermosa para volver a darle forma cuando se congele de nuevo. El polvo es muy parecido; es el ingrediente básico con tanto potencial para vida nueva.

De todas las cosas que Dios podría haber utilizado para hacer al hombre, Él eligió el polvo. “Y Dios el SEÑOR formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2:7, NVI).

Jesús utilizó el polvo de la tierra para devolverle la vista a un hombre. Jesús dijo, “Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego” (Juan 9:5-6, NVI). Y después de que el hombre se lavó en el estanque de Siloé, se fue a su casa viendo.

Y, cuando se mezcla con agua, el polvo se convierte en arcilla. La arcilla, cuando se pone en manos del alfarero, puede convertirse en cualquier cosa que el alfarero sueñe.

A pesar de todo, SEÑOR, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano (Isaías 64:8).

«Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro? —afirma el SEÑOR—. Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero (Jeremías 18:6, NVI).

Oh, cómo me encanta y cuánto necesito la esperanza que Dios ha puesto en estos versículos.

El polvo no tiene por qué significar el final. El polvo es a menudo lo que debe estar presente para que lo nuevo comience.

No sé qué realidades tan difíciles te han dejado sintiéndote destrozada, amiga. Pero sí sé esto: podemos confiar en nuestro Dios. Podemos confiarle nuestro polvo.

Nuestras mayores decepciones y desilusiones, cosas que nos sacuden, nos quiebran y nos hacen dudar todo, no tienen porqué significar que toda la esperanza está perdida. Podemos colocar nuestras vidas totalmente en manos del Alfarero. Podemos atrevernos a creer que Él está haciendo algo glorioso del polvo, de nosotras.

Padre, confieso que no me gusta esto: no me gusta el polvo. Pero le recuerdo a mi alma que el polvo es uno de Tus ingredientes favoritos para hacer algo nuevo. Y elijo creer que Tú estás trabajando ahora mismo para hacer esto mismo en mi vida. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Apocalipsis 21:5, El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!» Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza». (NVI)

¿Hay algún lugar en tu vida que parece estar hecho polvo? ¿Dónde estás esperando un nuevo comienzo? Nos encantaría saber de ti en los comentarios.

© 2021 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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