Devocionales

La juzgué, pero yo soy ella

Amanda Bacon 26 de julio de 2021
Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador”. » Les digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido». Lucas 18:13-14 (NBLA)

Ella no me vio, pero yo sí la vi.

Se encontraría allí con su esposo y sus dos hijas pequeñas. Salió de su auto vestida en ropa de trabajo, llevando puesta aún su credencial, y caminó para unirse a su familia en el estacionamiento.

Su hija de edad preescolar gritó, «¡Mami!», alegremente y corrió hacia ella para darle un abrazo.

Pero cuando la alcanzó a unos metros de distancia, saludó a la pequeña con irritación. La madre continuó hacia su esposo y su bebé y procedió a saludarlos de una manera que tampoco era amistosa ni acogedora.

Vaya, pensé. Qué entrada. Me alegra no ser como ella.

Detente e inserta ese momento terrible en que mis juicios hacia esta mujer comenzaron a penetrar en mi propio corazón. De repente, recordé todas las formas en que yo había sido antipática, hostil y poco amable con mi propia familia.

He saludado a mis hijos con desilusión, temprano en la mañana, cuando llegaban a la sala antes de lo que esperaba e interrumpían mi momento de paz con mi café caliente y la Biblia.

He criticado la ropa que mi esposo eligió para nuestros hijos pequeños cuando tomó la iniciativa de prepararlos para la iglesia y así darme tiempo para alistarme.

He sido cortante y descuidada en lo que parecía fuera de lugar, al entrar a la habitación donde jugaban mis hijos, y dije palabras críticas y desconsideradas, en vez de hablarles como personas a quienes adoro y amo profundamente.

¿Cuántas veces me he apresurado a corregir a alguno de mis hijos desde mi estado de molestia, sin tratar de conectarme con ellos primero?

¿Cuántas veces me he enfadado con mi esposo cuando él estaba educando a nuestros hijos de una manera que no estaba mal, sino que solo era diferente a la mía?

Lo que parecía tan poco cariñoso de parte de la madre en el estacionamiento no era nada diferente a mis acciones pasadas que me delataban. Los recuerdos inundaron mi mente. Yo no era diferente.

Guau, cuánta razón. Pero esta vez, era mi propia corrección sin conexión, y mi propio espíritu crítico, que necesitaban arreglo.

En Lucas 18, Jesús cuenta una parábola sobre un fariseo y un recaudador de impuestos. Empezando en el versículo 9 y terminando en el 14, Jesús relata esta historia:

Dijo también Jesús esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano”. Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador”. »Les digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se engrandece será humillado, pero el que se humilla será engrandecido». (NBLA)

¡Vaya! A menudo me comporto como el fariseo de esta parábola, incapaz de ver mis propios errores, pero juzgando los defectos de quienes me rodean. Sin embargo, anhelo ser más como el recaudador de impuestos humilde y ni siquiera levantar la vista hacia los demás o hacia el cielo y, en cambio, suplicarle a Dios misericordia por la realidad de mi pecado.

Dios es un Dios justo que un día juzgará nuestras vidas en función de cómo las vivimos, pero Él también nos extiende gracia frente a nuestro pecado;  por lo que no debemos juzgar a los demás en justicia propia. Cuando señalamos a otras y le decimos a Dios: «Pero ¿qué pasa con ella?» – Él nos susurra suave y tiernamente: «¿Pero y ?». Amiga, Él se preocupa profundamente por la condición de nuestros corazones. Que Él encuentre nuestro corazón lleno de humildad ... y rebosante de gracia para con los demás.

Padre, Tú sabes cómo lucho por verme a mí misma y a los demás correctamente. Hoy oro para que me ayudes a mantener la humildad siempre presente en mi mente, y que mis palabras y pensamientos acerca de otras personas, cuyos comportamientos reflejan el mío, puedan ser llenos de gracia. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

En medio del ajetreo de nuestras vidas, a menudo enfrentamos días en los que nos sentimos agotadas, o con exceso de trabajo. Como mujeres, cargamos muchas responsabilidades desde nuestra carrera, como madres, esposas y mucho más que se acumula. En esos momentos, es muy fácil permitir que nuestras emociones, cansancio o estrés se conviertan en irritación hacia aquellos a quienes realmente amamos. En Emociones fuertes, decisiones sabias, Lysa Terkeurst, una de las autoras más vendidas del New York Times, ofrece palabras de esperanza y sanidad para mujeres que luchan por tomar decisiones sabias en medio de sus emociones crudas. Ella muestra cómo procesar positivamente las emociones reactivas que provienen de situaciones que todas enfrentamos a diario. Haz clic aquí para adquirir el libro.

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PROFUNDICEMOS

1 Pedro 5:6-7, Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes. (NBLA)

¿Sueles identificarte más con el fariseo o con el recaudador de impuestos de la parábola? ¿Por qué?

Al interactuar con otros, procura conectarte primero con las personas antes de mencionar algo que estuviese fuera de lugar. ¡Qué diferencia podría hacer esto en tus relaciones! Y en los comentarios, comparte tus pensamientos con nosotras sobre el devocional de hoy.

© 2021 por Amanda Bacon. Todos los derechos reservados.

Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.

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