¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo. Gálatas 1:10 (NVI)
Mi amiga y su esposo se estaban embarcando en una gran aventura. Sintieron que Dios los llamaba a convertirse en una familia de acogida, cuidando a niños de situaciones hogareñas difíciles y dándoles un lugar seguro para crecer y prosperar.
Completaron los trámites necesarios y fueron aprobados. Cuando me reuní una tarde con mi amiga para tomar un café, esperaba que ella brotara de entusiasmo y tal vez un poco de aprensión. Pero no estaba preparada para escuchar la historia que me contó entre lágrimas.
Ella les había contado a sus padres lo que su familia estaba a punto de hacer. Sabía que probablemente harían algunas preguntas porque nadie en su familia extendida había sido una familia de acogida. Pero lo que no esperaba era el desaliento total. Sus padres preocupados mencionaron todo lo que podría salir mal, transmitiendo una gran falta de apoyo hacia la decisión a pesar del llamado claro de Dios. Le dijeron que reconsiderara la decisión porque sus familiares estaban seguros de que era la equivocada.
Yo estaba desconsolada por mi amiga. Ella y su esposo iban a necesitar apoyo, no solo tangible, como traerles comida y ayuda para comprar artículos para los niños, sino también emocionalmente. Qué devastador para ellos descubrir que no podían contar con ese apoyo de parte de su familia extendida.
Abrazándola, le prometí que nuestra familia estaría allí para ayudar. Cuando terminamos nuestro tiempo juntas, sin embargo, su ánimo todavía estaba destrozado. Pero, sorprendentemente, cuando nos reunimos de nuevo ese mismo mes, su semblante y su confianza había cambiado. Pregunté con curiosidad qué había pasado.
Mientras luchaba con sus emociones frustradas, había buscado diligentemente al Señor. Después de unos días de orar y leer la Palabra de Dios, había descubierto una nueva perspectiva, una conclusión que podía resumir en una simple frase. Ella me miró y declaró, «Finalmente me di cuenta de que no necesito el permiso de ellos para hacer la voluntad de Dios».
Guau. ¡Qué declaración tan poderosa!
Sus prioridades estaban fuera de lugar. Le importaba más lo que sus padres pensaran de la decisión de su familia que lo que había discernido que era el plan de Dios. Cuando dejó de poner a estas personas en el lugar de Dios, estaba más dispuesta a lidiar con cualquier resultado desagradable.
El versículo clave de hoy plantea una pregunta importante, una que el apóstol Pablo hizo en el libro de Gálatas, pero que sigue siendo relevante para nosotras hoy: “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10).
¡Un momento! ¡¿Qué?! ¿La gente en los tiempos bíblicos luchaban con complacer a la gente? Sí, ellos también.
La palabra griega para “complacer” se transcribe al español como areskó. En esencia, significa “estar de acuerdo en satisfacer a otro para ganar su aprobación, afecto o atención; cumplir con sus expectativas; servir de buena gana”. Conocer esta definición completa, hace que el versículo resalte mucho más que cuando se lee en español.
Odio admitirlo, pero hay tantas veces que me entrego a la voluntad de otra persona en lugar de elegir con valentía hacer lo que más agradaría a Dios. Ahora, por supuesto, si lo que otras personas desean está de acuerdo con la voluntad de Dios, eso es completamente diferente. Sin embargo, cuando sentimos esa punzada de tensión, debemos elegir dar prioridad a agradar a Dios y no agradar a las personas. Podemos determinar decir la verdad con audacia y al mismo tiempo tener cuidado de no herir los sentimientos de alguien.
Comprometámonos a buscar el plan del Señor en lugar de buscar la aprobación de otros. No siempre será fácil, pero Dios es continuamente fiel. Él puede enseñarnos cómo vivir nuestras vidas con confianza a pesar de las expectativas y opiniones de los demás.
Padre, enséñame que no soy únicamente responsable de los sentimientos de los demás. Pero soy responsable ante Ti de mis acciones. Concédeme valentía cuando lo necesite y palabras tiernas y directas, cuando sean necesarias. Que pueda aprender a manejar la tensión entre agradarte y relacionarme con los demás. En el Nombre de Jesús, Amén.
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¿Alguna vez te has cansado de lo que Dios te ha llamado a hacer por el deseo de querer complacer el plan de otras personas o tu propia voluntad para tu vida? Todas hemos luchado con eso, pero cuando decidimos decirle sí a Dios, es necesario rendir nuestra voluntad y el agradar a otras personas para acoger plenamente Su voluntad. En el libro El mejor sí, Lysa TerKeurst te ayudará a:
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PROFUNDICEMOS
Proverbios 29:25, Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el SEÑOR sale bien librado. (NVI)
¿Alguna vez te sentiste atrapada por tus palabras o acciones porque deseabas la aprobación o la admiración de otra persona? ¿Qué sucedió?
Karen compartió esta frase: “No necesito el permiso de ellos para hacer la voluntad de Dios”. ¿Hay alguna situación en tu vida en la que necesites aplicar esta frase?
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© 2021 por Karen Ehman. Todos los derechos reservados.
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