Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y, si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que, así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo. 2 Corintios 1:6-7 (NVI)
Recorrí todo el piso de la oficina, desesperada por contener la mezcla volátil de enojo y confusión que permeaba mis pensamientos. Consumida por la vergüenza, paralizada por el orgullo y convencida de que ya había sufrido suficiente, estallé:
«¿Por qué no puedo superar esto? ¿Por qué sigo lidiando con el mismo problema? ¿Por qué Dios no remueve este peso de encima de mí?»
Mi pastor, sin ninguna muestra de molestia ante mi necesidad repetida de consejo, tomó su Biblia y lanzó una pregunta: «¿Has considerado que tus dificultades te obligan a acercarte más al Señor… y que eso te habilita para ayudar a otros en situaciones similares?»
Un momento, ¿qué? Yo estaba ahí para encontrar alivio para mi sufrimiento. ¿Ayudar a alguien más? Ni tan siquiera había pensado en eso.
Más tarde ese día, mientras repetía esa conversación con mi pastor, las palabras “acercarte más al Señor” penetraron en mi corazón. En 2 Corintios 1:3-4, aprendemos que Dios es el Padre misericordioso, el Dios de toda consolación; Él es omnipresente y desea consolarnos en todas nuestras dificultades. Yo había estado tratando de adormecer mi dolor en vez de soltarlo al Único que no sólo camina conmigo en mis dificultades, ¡sino que también me cubre con gracia, amor, paz y esperanza eterna!
Al meditar sobre estas verdades, empecé a entender lo que mi pastor quiso decir al mencionar el ayudar a alguien más que experimenta dolor y dificultades similares. Mediante el poder del Espíritu Santo podemos brindar consuelo a otros porque nosotras hemos recibido consuelo de Dios.
El apóstol Pablo no era ajeno a la aflicción y la adversidad al haber sobrevivido a lapidaciones, flagelaciones y naufragios. Él pasó aproximadamente tres años prisionero en Roma. Y, aun así, ahí en la prisión, rodeado de miseria, él fue capaz de consolar a sus angustiados compañeros de celda, porque él conocía íntimamente al Dios de toda consolación.
Durante sus encarcelamientos, él también escribió cuatro cartas a iglesias recientemente formadas, animándolas a mantenerse fieles bajo persecución. De hecho, él les dijo a los filipenses que buscaran gozo mientras sufrieran, que se regocijaran en el Señor siempre. A los colosenses, él escribió “Hagan lo que hagan, trabajen […] para el Señor” (Colosenses 3:23, NVI), y a aquellos en Éfeso, “vivan aprovechando al máximo cada momento oportuno” (Efesios 5:15-17, NVI). “Cada momento oportuno” incluía pruebas y tribulaciones.
En nuestro versículo clave, Pablo escribe a la iglesia de Corinto diciendo, “Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y, si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que, así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo” (2 Corintios 1:6-7).
La palabra griega para “consuelo” es paraclete, que significa “quien viene al lado de uno para ayudar”. La vida de Pablo demuestra cómo el Espíritu Santo, que vive en los hijos de Dios, nos fortalece y apoya durante tiempos difíciles, aun antes de pedir ayuda. (Romanos 8:26) Pablo le recuerda a los corintios que sólo el Dios trino es la fuente de consuelo duradero. Por todo el libro de Corintios, Pablo, a la luz del consuelo que él recibió de Dios, exhorta a los corintios y a nosotras a mantenernos fieles, a compartir el evangelio y a seguir confiando en el Señor en todas las circunstancias.
A pesar de que Pablo sabía sobre el sufrimiento, él era capaz de regocijarse y permanecer esperanzado porque el sufrimiento produjo paciencia y resistencia divinas. Como con Pablo, el Señor usa dificultades y aflicciones para santificarnos. Pase lo que pase, cuando creemos que Dios es fiel y verdadero, el Señor nos levanta y pone nuestros pies en suelo sólido y seguro, moviéndonos de un estado de auto-suficiencia fallida a una seguridad firme en Su gracia, que es siempre suficiente.
Con esperanza, nosotras podemos perseverar, recordándonos que nuestros problemas son temporales, no eternos. Podemos mantenernos firmes y seguras porque nuestra fe y nuestra esperanza se mantienen firmes en Cristo, la roca sólida. El Hijo de Dios, ...que pasó por sufrimiento inmenso para dar Su vida, y así liberarnos de nuestros pecados, un día removerá los efectos del mal y secará todas nuestras lágrimas. Jesús, nuestro Rey, que destruye serpientes y por quien hemos esperado tanto, nos rescatará y restaurará todo, porque Él ya ha triunfado sobre la muerte y el pecado.
Señor, gracias por ser el Dios de todo consuelo. Por favor, ayúdame a llamar Tu nombre y buscarte cuando estoy herida. Dame fuerza y aliento al compartir de los problemas de los demás, dirigiéndolos a la esperanza que sólo se encuentra en Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
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En las temporadas de sufrimiento nos enfrentamos a las preguntas del por qué. Intentamos encontrar respuestas a lo que parecen preguntas incontestables, y se siente como que nada bueno vendrá de nuestro sufrimiento. Pero la Palabra de Dios nos recuerda que aún en nuestro sufrimiento, Él puede ser glorificado en medio de todo lo que pasa mientras elegimos acercarnos más a Él. En el Estudio bíblico en línea y el libro de Lysa TerKeurst, No debería ser así, Lysa te ayudará a abordar y superar pensamientos, dudas e incluso preguntas que tengas sobre la vida y el plan divino de Dios. Para ver el Estudio bíblico en línea, haz clic aquí. Puedes comprar tu copia de No debería ser así aquí.
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PROFUNDICEMOS
Juan 16:33, Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. (NVI)
Piensa en un momento en tu vida en que sufriste en cantidad. ¿Qué te enseñó el Señor que ahora podrías usar para ayudar a consolar a otros que están experimentando un sufrimiento similar? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!
© 2021 por Laura Bailey. Todos los derechos reservados.
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