Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron. Juan 6:11 (NTV)
La colaboración es mi tipo de trabajo favorito. Yo lo llamo “trabajar en equipo”. La colaboración, asociarme con alguien que pueda aportar sus habilidades y dones específicos a la mesa, siempre me hace mucho más eficaz: en mi escritura, pensamiento, creación, crianza de mis hijos.
Trabajar en equipo siempre me convierte en alguien mejor.
El Espíritu Santo ofrece el tipo de trabajo en equipo más poderoso. Podemos hacer la mayoría de las cosas por nosotras mismas, pero asociarnos con la eficacia del Espíritu Santo lo multiplica todo. Dios puede tomar nuestra pequeña ofrenda y hacer algo que nunca podríamos imaginar.
La razón por la que conocemos la verdad del trabajo en equipo, la razón por la que sabemos que es posible y puede ser parte de la plenitud de nuestras vidas, es por la Biblia. Me he enamorado de las historias y ejemplos de trabajo en equipo en la Biblia. Comienzan con indicaciones pequeñas, susurros aparentemente sin sentido, empujones pequeños que incluso pueden ser difíciles de precisar. Pero cuando la gente responde a los impulsos de Dios, Él los atrae a Su gran historia.
Amiga, la Palabra de Dios es tan aplicable a nosotras hoy, y podemos llegar a amarla en nuestra vida actual. La Biblia cuenta cosas acerca de quién eres, dónde estás y acerca de Dios, quien está en medio de todo, y esas cosas cambian vidas. Nos muestra de manera práctica cómo es trabajar en equipo con Dios. Un ejemplo es el conocido relato de Jesús, alimentando a 5.000 personas en la ladera de una colina, contado en los cuatro evangelios.
Gente de muchos pueblos corrió por la orilla del mar por donde viajaba, siempre tratando de anticipar Su próximo movimiento y ser los primeros en llegar. Los escritores nos dicen que los discípulos se acercaron a Jesús y le sugirieron que quizás quisiera enviar a la gente a granjas y pueblos cercanos para que comieran algo, y Jesús respondió de la manera clásica que me hace amarlo tanto. Él dijo: “—Denles ustedes de comer” (Marcos 6:37a, NTV).
—¿Con qué?—preguntaron—. ¡Tendríamos que trabajar durante meses para ganar suficiente a fin de comprar comida para toda esta gente! (Marcos 6:37b, NTV).
Jesús les preguntó: "—¿Cuánto pan tienen?—” (Marcos 6:38a, NTV). Regresaron e informaron: “«Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?»” (Juan 6:9, NTV).
El texto dice que había 5.000 hombres presentes, y eso sin contar las mujeres y los niños. Entonces, el número total de personas que tenían hambre pudo haber sido de 10.000 a 15.000. ¿Cinco panes y dos pescados? Apenas lo suficiente.
Juan nos dice, “Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron” (Juan 6:11).
Jesús multiplicó cinco panes y dos peces para alimentar a más de 5.000 personas. Lo que le dieron originalmente parecía insuficiente, básicamente lo mismo que siento yo cada vez que le doy algo a Dios. Siempre digo: «Bueno, todavía no sé qué será esto o cómo es posible que puedas hacer algo con mis intentos miserables, pero aquí los tienes”.
¿Lo más curioso? En Sus manos, lo que le damos siempre es suficiente. Creemos que nuestra contribución es insuficientemente escasa, pero Él puede usarla. De formas que no podemos imaginar, Él la multiplica exponencialmente.
Procurar enamorarnos de la Biblia en nuestra vida actual es parte de nuestro trabajo en equipo con Dios. Hacemos nuestra parte del trabajo en equipo cuando nos presentamos a leer la Biblia, meditamos sobre lo que estamos aprendiendo, memorizamos palabras y las grabamos en nuestra memoria.
La parte de Dios en trabajar en equipo está en la obra oculta que no podemos ver. Es invisible, silenciosa y sutil; sin embargo, Él nos da la fortaleza, la sabiduría, el descanso y la renovación que solo Él puede proveer.
Cuando nos presentamos para hacer nuestro trabajo, dejamos espacio para que Dios haga el Suyo. Cuando nos hacemos disponibles, Él se hace accesible. El trabajo en equipo.
Querido Jesús, gracias por el regalo de trabajar en equipo. Ayúdame a saber que nada es demasiado pequeño para ponerlo en Tus manos y que todo lo que te ofrezca se multiplicará de formas que nunca podría imaginar. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Hechos 1:8, Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y me serán testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.(RVA-2015)
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