—Sí, ven—dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Mateo 14:29 (NTV)
Con poco tiempo y mucha impaciencia, ingresé una dirección cercana en mi GPS una mañana y, para mi sorpresa, la ruta resaltada se extendía a lo largo del mapa de la pantalla.
Mientras salía de mi casa, pensé: ¿Qué pasó con el dicho “el camino más corto entre dos puntos es una línea recta”?
Pero cuando me calmé y regresó la razón, consideré lo contenta que estaba de ser guiada por la ruta pavimentada y laberíntica en lugar de la línea recta y corta que pasa por un bosque de pinos densos donde no existía ningún camino.
Y ese día se me ocurrió que las líneas rectas en la vida son raras.
Muy a menudo, he querido navegar por mi propia ruta, evitando las curvas y caminos secundarios de la vida, buscando un trayecto directo hacia mis planes, cuando Dios aún no ha allanado el camino.
Como resultado, he pasado kilómetros de mi vida recalculando, dando vueltas en confusión, temerosa de moverme por caminos desconocidos.
Sin embargo, me he dado cuenta de que las líneas rectas tampoco están siempre en el sistema de navegación de Dios. A menudo, el camino de Dios es un camino sinuoso pavimentado sobre las aguas de la fe.
Consideremos a Pedro. Él y algunos de los otros discípulos de Jesús habían pasado la noche con Jesús, sanando y alimentando milagrosamente a una multitud de más de 5.000 personas. Mientras los discípulos regresaban a casa en un barco en el lago, se desató una tormenta repentina. A la vez que su barco luchaba contra las olas, miraron hacia arriba y vieron a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua. “Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven—dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús” (Mateo 14:28-29, NTV).
El testimonio de fe de Pedro ese día no estuvo simplemente en los dedos de sus pies paseando por el Mar salado de Galilea, sino en su aceptación de una invitación santa a unirse a Jesús en un camino poco convencional.
En ese momento, Pedro no caminó sobre aguas poco profundas donde sus pies podían atrapar las costas arenosas de seguridad. Más bien, Jesús invitó a Pedro a caminar en las profundidades, y esa es también Su invitación para nosotras.
El camino por el que nos lleva es a menudo una ruta curva y sinuosa sobre las olas de la vida, no la línea recta y simple que podríamos elegir. Pero, así como Jesús calmó a Sus discípulos con el consuelo de Su presencia esa noche, Él hace lo mismo por nosotras: “ —No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!” (Mateo 14:27b-c, NTV).
Amiga, incluso cuando el plan de Dios para nosotras se sienta largo y divergente, anímate: Él está con nosotras, ordenando cada kilómetro mientras le entregamos nuestras rutas y nos unimos a Él en el camino que Él preparó de antemano para nosotras. (Efesios 2:10)
A veces, la fe puede ser simplemente permanecer en un camino inesperado en la vida y elegir ser valiente, descansando en la seguridad de que el Guía de nuestras vidas nunca nos llevará donde Su presencia no nos encontrará.
Porque, en su esencia misma, la fe es un refugio seguro para nuestras almas, cerrando la brecha entre lo conocido y lo desconocido, liberándonos para descansar en el Dios que está con nosotras.
Cuando estamos tentadas a apresurarnos hacia los planes que anhelamos, ansiosas por evitar rutas inesperadas, en su lugar calmemos nuestros espíritus bulliciosos y acerquémonos al liderazgo tierno de Dios.
Y cuando lleguen esos momentos en que nuestra fe comience a hundirse, como finalmente lo hizo la fe de Pedro esa noche, y nos distraigan las tormentas de la vida, aún así, el mismo Jesús que permaneció junto a Pedro para levantarlo, permanece a nuestro lado, listo para responder a nuestros gritos de ayuda. (Mateo 14:30-33)
Señor, gracias por ser el Guía de mi vida. Por favor, ayúdame hoy a entregarte mi voluntad. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 32:8, El SEÑOR dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti. (NTV)
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