No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 1 Juan 2:15 (NBLA)
Hace años, las palabras finales de un anuncio publicitario me hicieron hacer una pausa y volver a reproducirlo para ver si había oído bien. “Contáctenos y le ayudaremos a construir una sala de estar al aire libre que le hará ser la envidia de su vecindario”. ¡Sip! Lo escuché correctamente. “Le hará ser la envidia de su vecindario”.
Hoy en día, anuncios similares saturan nuestras bandejas de entrada y nuestras redes sociales, seduciéndonos para que creamos que las cosas lujosas y bonitas nos harán sentir importantes. Completas. Felices. Seguras.
Hace unos años fui víctima de esos anuncios. Cada vez que abría mis correos electrónicos de una tienda de muebles en particular, anhelaba llenar mi casa con sus muebles hermosos. Pero nuestro presupuesto no lo permitía.
En nuestro versículo clave de hoy, Dios se dirige a mi lucha exacta. Él nos manda “No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15a). ¿Por qué? Juan continúa explicando, “Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15b). Dios sabe que no podemos amar al mundo y a Él al mismo tiempo. El amor a uno saca el amor al otro porque las cosas que llenan este mundo no son de Dios.
Dios creó nuestras almas para que tuvieran hambre de lo que es eterno; por lo tanto, nada de lo que hay en este mundo podrá satisfacer plenamente. Nunca.
Jesús nos advierte de nuestro enemigo peligroso y formidable, Satanás, quien trabaja agresivamente para tentarnos con las cosas de este mundo (Juan 10:10). La buena noticia es que tenemos una opción cuando se trata de las mentiras y tentaciones de Satanás. Así que la pregunta para nosotras es la siguiente: ¿A quién vamos a elegir? ¿A Dios o al mundo?
Elegir a Dios requiere fijar sistemas por adelantado para proteger nuestros corazones y mentes porque amar al mundo es un proceso gradual. Nuestro enemigo es muy hábil para seducir y tentar. Por eso, el apóstol Pedro nos advierte que seamos “de espíritu sobrio, estén alerta” (1 Pedro 5:8a, NBLA).
¿Cómo podemos estar alertas y de espíritu sobrio? He aquí algunas lecciones que aprendí cuando estaba demasiado cómoda con el mundo.
No te hagas “amiga” del mundo
Comenzaron como correos electrónicos enviados a mi bandeja de entrada. Ropa de cama acogedora. Muebles lujosos. Codicié cada una de las preciosas imágenes, magníficamente diseñadas. Pero con todos nuestros otros gastos, tener esas cosas bonitas no era una realidad.
Hasta que recibimos algo de dinero en Navidad.
No te rindas ante el mundo.
Con ese dinero, puse un sofá precioso en mi carrito de compras, razonando que podíamos cargar el resto a la tarjeta. Y eso fue lo que hicimos. Acurrucada en nuestro sofá nuevo, miré a mi alrededor los muebles anticuados que me rodeaban. Regresé al sitio web y pedí una mesa de centro pensando: Pronto podremos pagarlo. Podemos cargarlo a la tarjeta ahora y pagarlo con mi primer sueldo.
No te enamores del mundo.
Esto me llevó a un patrón de comportamiento. Deseaba las cosas bonitas de este mundo. Me hacían sentir feliz. Contenta. Y sobre todo, como si encajara.
Esta amistad con el mundo despertó en mi corazón un amor por algo que no encajaba en nuestro presupuesto. A medida que mi marido y yo ganábamos más dinero, esas cosas se hacían más asequibles.
Hasta que dejaron de serlo.
Estoy tan agradecida de que la Palabra de Dios interrumpió esta “amistad” pecaminosa. Aprendí tres verdades que me llevaron a dar tres pasos sencillos para ayudarme a superar este patrón.
- El fruto del Espíritu de Dios moraba en mí. (Gálatas 5:22-23) Uno de los frutos del Espíritu de Dios es el dominio propio. Así que ahora, cuando lucho por desear cosas bonitas, ¡el dominio propio me permite decir “no”!
- Tomé mis pensamientos cautivos con la Palabra de Dios. (2 Corintios 10:5) En mi debilidad y tentación, oré Sus verdades y promesas vivas, activas y poderosas. (Hebreos 4:12)
- Di un paso a la vez. (1 Corintios 10:12-13) Mi primer paso: cancelar la suscripción a todos los correos electrónicos que me tentaban a gastar dinero en lo que no necesitábamos. ¡Si no lo veía, no lo quería!
Cancelar la suscripción me ayudó. Pero también tuve que abordar el anhelo de mi corazón que encontraba satisfacción en esas cosas encantadoras. No verlas me quitó el poder que tenían sobre mí. Pero el mejor cambio de todos fue que mi elección permitió a mi familia pagar la deuda, lo que con el tiempo nos liberó para dar a otros. Y esas oportunidades trajeron mucha más alegría de la que podría haber traído un hermoso sofá.
Padre, dame ojos para ver dónde estoy más enamorada del mundo que de Ti. Levántate completa y fuertemente en mí. Empodérame y equípame para elegirte a Ti por encima de este mundo y para encontrar mi felicidad y satisfacción en Ti y sólo en Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Gálatas 5:22-23, En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. (NVI)
Amar las cosas de este mundo a menudo se siente natural y correcto. En oración, pídele al Señor que te revele cualquier patrón de comportamiento en el que te encuentres eligiendo las cosas de este mundo en lugar de Dios. ¿Qué paso puedes dar hoy para cambiar ese patrón? Déjanos saber en los comentarios.
© 2021 por Wendy Blight. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.