den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18 (NVI)
Me quedé observando la planta mexicana, ave del paraíso, de una vecina, deleitándome en sus flores color naranja, amarillo y rojo brillante y en la curvatura de los pétalos que le dan el nombre a esta flor singular del desierto. «Oh, gracias Dios, por ojos para ver”, suspiré quizá por milésima vez.
¿Qué es lo que me tenía tan entusiasmada respecto a la flor de una vecina? Después de pasar más de 50 años catalogada como legalmente ciega, me sometí a una cirugía de rutina que inesperadamente duplicó la visión en uno de mis ojos.
Ahora estoy viendo el mundo de formas que nunca había visto antes. Estoy enamorada de una creación increíblemente diseñada. Estoy agradecida por este regalo enviado del cielo que me ha permitido ganar algo de vista cuando temía que la perdería toda.
Me pregunto si el mendigo ciego que Jesús sanó se sentía de esa manera también. Cuando escuchó que Jesús estaba cerca, le llamó en voz alta para que tuviera misericordia de él. Jesús se detuvo y le preguntó qué quería. “—Señor, quiero ver” dijo el mendigo (Lucas 18:41b, NVI). Jesús restauró su vista, y el hombre lo siguió, alabando a Dios (ver Lucas 18:35-43). ¿Puedes imaginar su gratitud y alegría, la chispa en sus ojos recién sanados?
Todas apreciamos algo aún más cuando hemos tenido que estar sin ello. Estamos mucho más agradecidas por la electricidad y el agua después de una tormenta que nos dejó sin energía por varios días. La facilidad de inhalar un respiro de aire es tan maravillosa después de recuperarse de una infección respiratoria.
Aún así, 1 Tesalonicenses 5:18 nos instruye a ser agradecidas en toda circunstancia, ya sea por un placer recién encontrado, la salvación o restauración que sucede una sola vez en la vida, o las bendiciones tejidas en la vida diaria: “den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. Más allá de un agradecimiento superficial, nuestra gratitud puede convertirse en un desbordamiento gozoso de alabanza y deleite por lo que Dios hace por nosotras. ¿Cómo podemos capturar ese tipo de gratitud incluso en los momentos ordinarios de la vida?
Mi don de vista nueva me ha enseñado a buscar intencionalmente formas de agradecer a Dios por Sus dones buenos. Aquí está el proceso de tres pasos que he usado para mantener ese sentido de gratitud enlazado con gozo.
Pausa en medio de tu día. Evalúa tu entorno. ¿Qué ves, oyes o sientes? ¿Qué pasa a tu alrededor? Si tu mente se llena con cosas que no tienes, dale la vuelta y mira todo lo que sí tienes. ¿Sobras para la cena? Tienes comida. ¿Una casa desordenada? Tienes abundancia, ya sea de familia o de cosas, para hacer desorden.
Pondera lo que descubres. Enfócate en un aspecto de la creación y maravíllate ante los detalles intrincados. Por ejemplo, piensa en la receta para un atardecer del sol: los ingredientes de luz, color, vapor y energía todo junto mezclado en proporción perfecta, cambiando segundo a segundo, y completamente diferente mañana en la noche. ¿Qué te dice ese atardecer sobre el carácter de Dios?
Alaba a Dios por los detalles nuevos que ves. Tu alabanza demuestra que reconoces el hecho de que la existencia de la creación no es coincidencia; tuvo que venir de algún lado. La gratitud gozosa aprecia al Dador tanto como al regalo y se desborda al darse cuenta de que Dios tiene tal interés en tí y amor por ti que Él elige darte dicha abundancia.
Deja que tu gratitud salte a un nuevo nivel de gozo espontáneo. Entusiásmate por lo que otros llaman “ordinario”. Al mirar las cosas de la vida de forma en las que nunca antes las habías visto, verás a un Dios que tiene la capacidad infinita y el deseo de darte todas las cosas buenas.
Oh, Señor, la tierra está llena de Tu gloria. Ayúdame a ver mi vida y Tu mundo con mayor claridad para que mi agradecimiento por lo que Tú haces rebose con gozo espontáneo. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Profundicemos
Salmo 66:1-5, ¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra! Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas! Díganle a Dios: «¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos mismos se rinden ante ti. Toda la tierra se postra en tu presencia, y te cantan salmos; cantan salmos a tu nombre». Selah ¡Vengan y vean las proezas de Dios, sus obras portentosas en nuestro favor! (NVI)
Salmo 65:8, Hasta los últimos rincones de la tierra los gloriosos actos de Dios asombrarán a todos. Desde donde el sol sale hasta donde se oculta, tú inspiras cantos de alegría. (NBV)
¿Qué parte de la creación te hace estallar en gozo y gratitud espontáneos? ¿Qué te ha devuelto Dios a ti para que tengas una apreciación más profunda por Sus dones buenos? ¡Comparte tus pensamientos con nosotras en los comentarios!
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