Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. Colosenses 3:12 (NVI)

Durante mi último año de universidad, conseguí un trabajo de tiempo completo como intérprete de lenguaje de señas en una escuela secundaria local.

Esto fue una gran cosa porque parte de mi trabajo del curso como intérprete en formación era completar al menos una pasantía de un semestre. Era un requisito para los estudiantes, nos pagaran o no por ello. Pude terminar mi último año, cumplir con mi requisito de pasantía y también ganar dinero mientras lo hacía para poder pagar mi alquiler. Ganancia triple.

Aunque era mi trabajo de tiempo completo, todavía era una estudiante, lo que significaba que tenía que venir una supervisora para evaluar mi desempeño de vez en cuando. La primera vez que vino la supervisora, estaba orgullosa de tenerla allí, para mostrarle de lo que era capaz y el buen trabajo que estaba haciendo.

Al final del día, me entregó mi formulario de evaluación. Ella fue amable y alentadora, y me sentí bastante orgullosa de mí misma. Cuando se fue, escaneé la página, pasé por alto los números, las casillas marcadas y las formalidades, porque quería ver los comentarios que escribió al final. ¿Qué dijo sin que la guiara un formulario? ¿Qué le vino a la mente espontáneamente sobre mí y mi desempeño?

Escaneando rápidamente su escritura cursiva en la parte inferior de esa página, me complació ver que tenía cosas buenas que decir, algunas sugerencias específicas y comentarios generalmente positivos. Luego, al final, resumió con esta declaración: "Buen trabajo como una intérprete novata".

Mi corazón se hundió. Ella me llamó principiante. Lo peor que pudo decir.

Como una intérprete nueva que intentaba encontrar mi camino y establecer mi identidad en el campo, la vergüenza de ser una principiante era a la vez pesada e invisible. No pude identificarlo en ese momento, pero sencillamente era: vergüenza. ¿Por qué solo era buena por ser una principiante? ¿Por qué no podía simplemente ser buena, y punto? No me gustaba que me llamaran principiante, aunque eso es exactamente lo que era.

Una vez que te tomes el tiempo para ser honesta acerca de dónde estás, una cosa que podrías descubrir es esto: eres una principiante. Es un lugar digno y respetable donde estar.

Fíjate si puedes encontrar una manera de acceder a la niña que todavía está en tu interior. Aunque nuestros cuerpos envejecen, nuestras almas se mantienen jóvenes de muchas maneras, siempre buscando ser amadas, seguras y bienvenidas. En lugar de convertirse en expertos, los niños tienen la libertad para ser curiosos. Los niños aceptan que otras personas saben cosas que ellos no saben. Los niños observan, miran, cometen errores y aprenden cosas nuevas. Estás en Cristo y tu pequeñez no es un inconveniente. Tu pequeñez es un regalo.

Recuerda que Jesús no solo es tu Rey y tu Amigo, tu Salvador y tu Pastor. También es el hombre más inteligente que jamás haya existido. Puede que no sepas cómo navegar este nuevo comienzo, pero Él lo sabe. Con Él a tu lado, tienes todo lo que necesitas.

Nuestro versículo clave nos recuerda quiénes somos y cómo Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para ser todo lo que necesitamos ser: “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia”, (Colosenses 3:12, énfasis añadido).

Acepta este momento único de ser una principiante. Deja que Él te enseñe lo que es correcto, qué decir y cómo pensar. Llegará un momento en que este comienzo nuevo ya no sea nuevo, y es posible que no sientas la necesidad de Él en esta área como lo sientes ahora. Así que deja que este nuevo rol te enseñe lo que tiene que enseñarte. Deja que te moldee a la semejanza de Cristo.

Permítete ser una principiante y recibe todos los regalos que los comienzos tienen para dar.

Oh Dios, confesamos nuestro anhelo de ser las personas más inteligentes del lugar. Revélanos el miedo verdadero que se esconde bajo la superficie. Tenemos miedo de no tener las respuestas, de parecer tontas, de ser principiantes. Al caer del muro que se derrumba de nuestra propia reputación, estatus y capacidad, confiamos en que Tú eres el suelo sólido bajo nuestros pies cansados. Mientras nos enfrentamos a aquellos que han dudado de nosotras, recuérdanos que estás frente a nosotras, detrás de nosotras, a nuestro lado y dentro de nosotras. Cuando busquemos valentía en otra parte, recuérdanos a buscarla sólo en Ti. Tienes todas las agallas y el valor que podamos necesitar. Aceptamos nuestra pequeñez en Tu presencia. Reemplaza nuestra vergüenza con risa y nuestra duda con amor. Enséñanos a empezar de nuevo con alegría. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Profundicemos

Proverbios 11:2, Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría. (NVI)

¿En qué áreas de tu vida eres una principiante hoy? ¿Cuáles son algunas palabras o frases que describen cómo se siente comenzar de nuevo, comenzar otra vez o ser novata en algo?

 

¿De qué manera se está presentando tu amigo Jesús en este lugar desconocido? ¡Compártelo con nosotras en los comentarios a continuación!

 

© 2021 por Emily P. Freeman. Todos los derechos reservados.

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