¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios! Salmo 42:5-6a (NTV)
Una mañana temprano entré en el sendero que hay detrás de nuestra casa. El césped estaba todavía húmedo por los aspersores de riego y los pájaros empezaban a saludarse entre ellos; las ranas mugidoras de los alrededores del estanque estaban sentadas como centinelas somnolientos en la orilla.
Normalmente, me encanta la tranquilidad de la mañana, pero mi mente estaba llena de preocupaciones, inquietudes y preguntas que, imagino, tú también te haces a ti misma.
¿Qué va a pasar? ¿Cuánto durará esto? ¿Qué nos depara el futuro? No sabía las respuestas, y Dios parecía estar callado esa mañana. Así que hice lo único que podía: dar un paso adelante, luego otro y otro. Oraba mientras avanzaba; eran oraciones desorganizadas, frustradas y confusas.
Pensé en uno de mis salmos favoritos, uno que acababa de releer en la cama esa mañana: “¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!” (Salmo 42:5-6a).
Hacía tiempo que no veía este salmo, y sentí curiosidad por saber cómo termina. Me sorprendió encontrar que el último versículo es exactamente el mismo que los versículos 5-6a: “¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!” (Salmo 42:11, NTV).
Esperaba encontrar un lazo perfectamente atado alrededor de una verdad, una restauración de la confianza y la certeza, una revelación de que ahora todo será diferente. Pero no, el salmista sigue teniendo las mismas preguntas. Esto me reconfortó en una temporada en la que tantas preguntas parecían no tener respuesta. Es útil saber que la incertidumbre no equivale a una falta de fe o confianza.
¿Qué hace el salmista ante las preguntas sin respuesta? Hace una elección. “¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré” (v. 11c-d, NTV, énfasis añadido). Una de las partes más duras de no saber lo que nos espera es que nos hace sentir impotentes. Pero eso es sólo una ilusión. Todavía podemos elegir nuestra respuesta.
Hace meses, en un día abrumador en el que las noticias parecían ir empeorando, escribí una frase y la puse en mi escritorio donde podía verla a menudo. Simplemente decía: “Dios tiene el control, y yo no estoy a cargo”.
Eso es lo que necesitamos saber cuando la vida es incierta. Dios sigue teniendo el control. No nos ha olvidado. No nos ha abandonado. Él está con nosotras, por nosotras, trabajando en nuestro favor incluso ahora. Podemos confiar en Él, pase lo que pase. También nos ha dado la mayordomía de nuestra vida cotidiana: lo que hacemos con nuestra energía, emociones, recursos y relaciones. No estamos indefensas. Todas podemos preguntarnos, como el salmista, ¿Qué haré hoy?
Como persona introvertida, reconozco que necesito la soledad para responder a esa pregunta, y por eso fui al sendero esa mañana. Cuando la vida es ruidosa y el mundo caótico, no puedo escuchar mi alma ni el susurro de Dios. A menudo vemos la soledad como algo egoísta, pero es un acto sagrado de servicio. Es lo que nos permite seguir avanzando, amando bien, siendo valientes y tomando decisiones sabias.
El aislamiento puede ser difícil de encontrar, por lo que, como entrenadora de vida y consejera, recomiendo a las personas que lo programen en su día, incluso si solo son unos momentos. Esto puede parecer como poner la soledad en tu calendario o crear un ritmo que te permita incorporarlo a tu vida. Para una introvertida como yo, estar a solas es una forma esencial de revitalizarme. Pero todas, introvertidas o extrovertidas, necesitamos al menos un poco de soledad en nuestras vidas. Y cuanto más ocupadas estamos, más esencial se vuelve.
Mientras completaba mi ruta por el sendero, yo, como el salmista, seguía teniendo las mismas preguntas. Pero me sentí más tranquila por dentro. Recordé que, incluso cuando no conozco el futuro, hay un Dios poderoso que me sostiene.
Pondré mi esperanza en Él.
Lo alabaré nuevamente.
Señor, gracias por la seguridad que nos da Tu Palabra de que, incluso cuando cuestionamos o dudamos, Tú tienes el control. Ayúdanos a recordar que debemos hacer un espacio en nuestras vidas dejando de lado nuestras ocupaciones para que nuestros corazones y mentes puedan conectarse Contigo. Te agradezco y alabo por ser digno de esperanza y alabanza. En el Nombre de Jesús, Amén.
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