Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17 (NVI)

Soy una verdadera amante de la buena comida. Desde una hamburguesa grasienta hasta la ensalada orgánica y sofisticada, no discrimino, ¡me encanta todo! ¿Y la experiencia que viene con ello? Bueno, eso es sólo la cereza del pastel.

Así que, obviamente, si se abriera un restaurante nuevo cerca de mí, me gustaría comprobarlo por mí misma. Quisiera ver el lugar con mis propios ojos. Me gustaría oler y saborear la comida con mis propios sentidos. Quisiera investigar y comentar sobre los mejores platos para ordenar.

Y si el lugar merece la pena, ¡sin duda quisiera correr la voz! Puede que busque algunas reseñas o escuche comentarios de otros, pero todo eso sería “extra". Y mi corazón de amante de la comida nunca estaría satisfecho hasta experimentar la comida por mí misma, de manera directa.

¿Pero qué pasa con mi corazón amante de Jesús?

En las últimas semanas, he estado reflexionando sobre si mi corazón ha perseguido mi fe con el mismo nivel de convicción. Y la verdad es que... podría mejorar.

Aunque me las arreglo para reservar un tiempo a solas con Dios a diario (al menos, la mayoría de los días), gran parte de ese tiempo ha sido dedicado a consumir todo lo “extra” de mi arsenal de fe. Desde libros hasta podcasts, listas de música de alabanza, sermones en línea y devocionales diarios, mis estantes están repletos de recursos que son alentadores y perspicaces, sustentos de vida de esperanza, hermosas obras de arte, sin duda creadas por personas que aman al Señor.

Pero al final del día, todos los “extras”  se inspiran, cantan y dan fe de nuestro recurso directo: la Biblia. Ahora, ¿estoy diciendo que todos los “extras” son malos? ¡Por supuesto que no! Pero sí creo que, si queremos hacer crecer nuestra relación con el Señor, entonces necesitamos estar en la Palabra, tal como nos dice Pablo.

En el segundo libro de Timoteo, Pablo está escribiendo una carta a su discípulo, Timoteo, y a la iglesia de Éfeso para compartir sus últimos pensamientos y aliento antes de morir. Pablo le recuerda a Timoteo que debe encontrar su fuerza y poder en la Palabra de Dios y le implora que siga predicando con osadía.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16-17)

Pablo entendía que la Escritura no era sólo una bonita colección de historias y reglas para compartir sólo con fines informativos. Sabía que la Escritura es la mismísima Palabra de Dios, viva y eficaz, (Hebreos 4:12) con el poder de ser transformadora en la vida de un creyente. Y Pablo quería desesperadamente que otros entendieran también esta verdad.

Amigas, ¡nosotras somos esas “otras”! Las Buenas Nuevas de la Biblia entonces, son las Buenas Nuevas de la Biblia hoy. A lo largo de los capítulos, el Señor bondadosamente provee sabiduría y dirección para nuestra vida diaria, reprendiéndonos, corrigiéndonos y capacitándonos en justicia. Él expone claramente Su plan de redención para nuestro mundo quebrantado a través del sacrificio de Su Hijo. Y nos revela Su corazón para que conozcamos nuestra verdadera identidad en Él.

La Biblia es personal. ¡El mensaje de amor de Dios es poderoso! Pero si sólo la usamos como referencia para obtener bien nuestras preguntas del estudio bíblico, lamentablemente nos estamos perdiendo el regalo divino que realmente es.

Y yo no quiero perdérmelo.

Así que, en este nuevo año, mi esperanza para todas nosotras es redescubrir la maravilla de la Biblia con un deseo renovado de experimentarla por nosotras mismas. Espero que busquemos diariamente de manera intencional la Palabra de Dios, que reflexionemos sobre las verdades reveladas y que discutamos con amigas nuestros descubrimientos.

Pero, sobre todo, espero que acojamos la invitación personal de nuestro Padre celestial para escuchar Su voz y conocer Su corazón.

Querido Padre celestial, te ruego que nos des una hambre renovada para buscar Tu Palabra. Abre nuestros ojos a Tus verdades en las Escrituras para que podamos seguir Tus caminos en todo lo que hagamos hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Hebreos 4:12, Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón. (NVI)

¿Cómo puedes volver a comprometerte con la Biblia hoy? ¡Nos encantaría escuchar de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

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