… sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, 1 Tesalonicenses 5:21 (NVI)
Solo quería paz y tranquilidad.
Era un viernes por la noche, y después de una semana larga de clases en casa, dirigiendo mi negocio y manteniéndome al día con las demandas del hogar, me sentía agotada y frágil.
El sofá llamó mi nombre, y con mucho gusto me hundí en sus pliegues para descansar y desplazarme por las redes sociales. Vislumbré a unas amigas que pasaron una tarde divertida, sin invitarme. Al siguiente momento, me encontré mirando al congelador, buscando mi helado de chocolate favorito y sacando una porción generosa.
Con cada cucharada reconfortante, los pensamientos arremolinados en mi mente tomaron una pausa temporal. La carga se alivió mientras saboreaba mi recompensa por sobrevivir a la semana. ¡Qué alivio! Una solución rápida y fácil para mi corazón frustrado.
¿Pero sabes qué? Tan pronto como mi cuchara comenzó a raspar el fondo del recipiente, esas mismas viejas emociones regresaron, junto con las emociones adicionales de culpa por disfrutar de un helado azucarado.
¿Por qué te comiste eso, Amber? Me reprendí. ¡Dijiste que ibas a comer más sano y ahora lo has echado a perder!
Este ciclo de sentirme abrumada, ceder a mis emociones y luego usar la comida para tranquilizarme estaba dañando mi salud. Pero más preocupante aún, era la raíz del problema de ese patrón destructivo. Seguí recurriendo a cosas vacías para satisfacerme cuando solo Dios podía satisfacer mis necesidades.
1 Tesalonicenses 5:21 dice, “sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno.” En ese momento, en el sofá, no puse a prueba mis emociones. Solo me las comí. Tampoco cambié mi mentalidad para pensar en las cosas buenas de mi vida, aferrándome a la promesa de Dios para mí de que Él es mi Consolador. (2 Corintios 1:3)
Quizás puedas identificarte. ¿Ha presionado el peso del mundo en tu corazón, causando enojo, adicción a las compras u otros hábitos poco saludables y sentimientos de desesperanza?
Nuestra experiencia terrenal no es para evitar las emociones. ¡Es para verlas a la luz de las promesas celestiales! Dios es amor y te ama. Perfectamente. Deja que ese sentimiento sea el que llegue a tu corazón y satisfaga tus anhelos más profundos.
El día que desperté cansada de mi estilo de vida poco saludable fue el día en que le entregué mis emociones al Señor. Fue el día en que cambié mis temores por Su amor.
Resulta que experimentar mis emociones, las buenas, las malas y las feas, ha enriquecido mi vida y me ha convertido en una mejor persona. A Satanás le encantaría usar nuestras emociones contra nosotras y contra nuestro propio cuerpo para manipularnos y destruirnos. Me cansé de dejar que me usara en mi contra.
Cuando tomé la decisión de comer conscientemente, no emocionalmente, me volví más reflexiva, compasiva y equipada para manejar los problemas de una manera que los resuelve en lugar de complicarlos.
Hay muchas buenas formas de procesar tus emociones. ¡Siente lo que sientes y no lo calmes con comida! (O una tarjeta de crédito, dado el caso). En estos días, he aprendido a detenerme y decir una oración rápida pidiendo ayuda cuando las emociones amenazan mi estabilidad. Intencionalmente no tengo helado en mi congelador, y he hecho cambios prácticos como escribir mis pensamientos como oraciones en un diario de forma regular, especialmente en temporadas que son emocionalmente difíciles para mí.
Tus emociones no son más influyentes que tu Dios. No tengas miedo de experimentar la fuerza de tus emociones. El hambre emocional se origina en nuestros corazones, por lo que sobrealimentar nuestros estómagos o utilizar otros métodos inapropiados nos dejará siempre vacías.
¡Hoy puede ser tu punto de inflexión! En oración, intercambia patrones poco saludables por el consuelo y la paz de Dios. Dejemos de lado cualquier hábito que no nos sirva y hagamos espacio a nuestro alcance para aferrarnos a todas las cosas buenas que Dios tiene reservadas para nosotras.
Señor, me dirijo a Ti en este momento mientras mis emociones inundan mi corazón. Toma mi ansiedad, miedo y tristeza, y reemplázalos con el consuelo de Tu Santo Espíritu. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Profundicemos
2 Corintios 1:3, Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, (NVI)
¿Cuál es una de las cosas por las que puedes alabar a Dios hoy? ¿En qué área de tu vida necesitas entregar tus emociones al Dios de todo consuelo? Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2022 por Amber Lia. Todos los derechos reservados.
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