Devocionales

Cuando NO estás NI CERCA

Jennifer Dukes Lee 18 de marzo de 2022
No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14 (NTV)

Mis pulmones me ardían. Creía que no lo iba a lograr. Cada paso agotador dejaba en claro que no había entrenado lo suficiente para mi primera media maratón.

Ya había recorrido 17,7 de los 21 kilómetros. Los espectadores a lo largo de las calles podían ver mi lucha. Una persona gritó, «¡Lo estás haciendo estupendo! ¡Ya casi llegas!» Y luego otra persona y otra más. Cada una me decía lo mismo: «¡Ya casi llegas!»

Excepto que no estaba ya casi ahí. Me faltaban poco más de 3 kilómetros de distancia. Para mí, terminar parecía tan fácil como saltar con pértiga sobre la luna.

Sé lo desagradecida que esto me hará aparecer, pero cada vez que alguien me decía que “casi estaba por llegar”, mi yo quejumbroso quería responder gritando, «¡no, no estoy cerca!».

Justo entonces, vi a un tipo vestido de payaso con un letrero que decía, “¡NO estás casi llegando!” A pesar de que me dolían los pulmones, me reí a carcajadas. El payaso se introdujo en la ruta, y corrió a mi lado hasta que llegué a la cima de la colina. Me animó con cada paso.

De forma extraña, esta fue precisamente la motivación que necesitaba — el saber que la meta final no estaba ni remotamente visible. Resulta que el payaso era un corredor de maratón entrenado, y él sabía lo que necesitaba escuchar: que de hecho, no estaba casi por llegar, pero que era posible terminar si seguía avanzando.

Poco más de tres kilómetros más adelante, mi “ni casi llego” se transformó en el alivio de “¡finalmente llegué!”.

Lo que es cierto en la carrera de un medio-maratón también es cierto en la vida. Nos encontramos marchando arduamente, y es entonces cuando nos decimos a nosotras mismas “ya casi llegamos”. La “meta final” parece estar a un millón de kilómetros de distancia, y nos preguntamos si deberíamos estar más adelantadas. Tal vez para ti se ha presentado de esta forma: la sanidad no ha ocurrido. La oración no ha sido contestada. Tus esfuerzos no han sido recompensados.

Cuando apenas podemos dar otro paso, no necesitamos palabras de ánimo falsas de “ya casi llegas”. Más que nada, necesitamos que alguien nos recuerde que casi todo en la vida toma tiempo.

Eso es exactamente lo que el Apóstol Pablo nos recuerda… claro, sin el disfraz de payaso.

En Filipenses 3:13-14, Pablo dice: “No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús”.

Cuando Pablo dice, “no lo he logrado”, él está diciendo que el parecernos a Jesús es una jornada de toda la vida, encaminada paso a paso. Y la única forma de terminar es “avanzando” por fe.

Esto es cierto en casi cada área de la vida: nuestra espiritualidad, relaciones, negocios, incluso nuestra sanidad y duelo. La mayoría de las cosas toman tiempo.

De cierta forma, estas son muy buenas noticias para todas nosotras. Porque cuando estamos recorriendo fatigosamente por las montañas de esta vida, donde todo duele y nos queremos rendir, encontraremos a Jesús justo a nuestro lado. Aunque estamos a kilómetros de nuestro destino, Jesús nos brinda la valentía para avanzar.

Y Él no nos dejará abandonadas sino que tomará cada paso a nuestro lado.

Querido Señor, cuando la vida se torna difícil, y la meta final parece estar a kilómetros de distancia, quiero saber que Tu estás aquí. Dame Tu fuerza para avanzar hasta el punto final. En el Nombre de Jesús, Amén.

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© 2022 por Jennifer Dukes Lee. Todos los derechos reservados.


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