Devocionales

Una buena ventana para ver a un Dios infinito

Alicia Bruxvoort 20 de abril de 2022
Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite. Salmos 119:96 (NTV)

Afuera había nieve, pero el pronóstico en primer grado era templado.

Era un “día de playa” en la escuela primaria: un día para cantar canciones sobre el sol y crear proyectos de arte con caracoles marinos, para comer refrigerios encima de toallas de playa y hacer experimentos científicos con arena. Y mi hija menor se vistió para la ocasión.

Se puso un vestido tropical y un sombrero de ala ancha, chancletas de color naranja brillante y un collar hecho de galleta de mar. Finalmente, con un chillido de felicidad, se colocó sus adoradas gafas de sol rosadas en el puente de la nariz y se dirigió a la furgoneta donde esperaban sus hermanos.

Cuando mi chica de la playa se subió al asiento trasero, miró a sus hermanos a través de sus gafas de sol rosadas y señaló a cada uno.

«Te ves enojado. Y tú, pareces estar furioso. ¡Y tú también te ves enojado!»

Estallaron las risitas y planteé esta pregunta: «¿qué te hace pensar que todos están enojados hoy?».

«¡Sus caras están rojas!» respondió mi niña de primer grado. Miré a los niños que estaban detrás de mí, pero no vi mejillas coloradas ni frentes enrojecidas, ni caras de vergüenza o enojo. Simplemente vi los rostros de mis hijos en su estado normal.

Cuando estaba a punto de corregir a mi pequeña, se quitó las gafas de sol. Con los ojos muy abiertos, miró fijamente a sus hermanos una vez más. Cuando se dio cuenta de que esos lentes reflectantes baratos habían proyectado un brillo rojizo sobre todo, sus labios se expandieron en una sonrisa de confusión.

«¡Ya no pareces estar enojado!», admitió. «Creo que mis gafas me engañaron». Esas gafas brillantes pueden haber funcionado como un buen accesorio, pero no una buena vista al mundo.

Es fácil reírse de la ocurrencia de mi hija en un día de playa, pero yo también he sufrido de una óptica poco acertada. De hecho, cuando se trata de mi vista espiritual, no necesito un par de gafas de sol baratas para distorsionar mi visión. Mi propio corazón puede sesgar rápidamente mi perspectiva del corazón de Dios.

Si miro a Dios a través de la lente de mis sentimientos o desde el panorama de mis circunstancias, puedo verlo como indiferente o insensible.

Si miro a Dios a través del espejo de mi duda o del telescopio de mi desánimo, puedo considerarlo como reacio o incapaz.

Si miro a Dios a través del cristal de mi orgullo o del agujero de mi miedo, puedo percibirlo como enojado o distante, infiel o vacilante.

Y, lamentablemente, cuanto más miro a través de mi propia lente turbia, más se oscurece mi visión de Su bondad.

La verdad humillante es esta: mi perspectiva finita no es una buena ventana para ver a un Dios infinito.

Afortunadamente, hay una solución para mi visión defectuosa (y para la tuya). En el Salmo 119:96, el rey David nos señala una ventana que nunca se alterará: “Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite”.

Esta oración breve nos recuerda que la Biblia no es sólo una serie de historias o una colección de reglas; es la única forma de obtener una visión infalible del corazón de Dios estando en este lado del cielo. La Biblia no sólo instruye nuestros corazones, sino que perfecciona nuestra visión.

Las Escrituras revelan dónde los ojos de nuestro corazón (Efesios 1:18) han sido engañados por nuestros sentimientos o confundidos por nuestras preocupaciones, nublados por las inquietudes o traicionados por la decepción (Hebreos 4:12). Cuando adentramos con la Palabra de Dios, nuestra perspectiva cambia. Al igual que esta niña de la playa, comenzamos a identificar humildemente aquellos lugares donde nuestra vista ha sido sesgada.

De repente vemos que…
Nuestras expectativas insatisfechas retrataron a Dios como insensible, pero Su Palabra revela que Él es infinitamente compasivo (1 Pedro 5:7, Éxodo 35:6).
Nuestro dolor pintó a Dios como distante, pero Su Palabra promete que está siempre cerca (Mateo 28:20).
Nuestras oraciones sin respuesta hicieron que Dios pareciera desatento, pero Su Palabra confirma que Él siempre está escuchando (Juan 11:42).

¡Así es como mejoramos nuestra visión espiritual, amigas! Abrimos nuestras Biblias e invitamos al Espíritu Santo a que nos ayude a cambiar nuestra óptica poco confiable por la Verdad inmutable. Al hacerlo, a menudo nos encontramos cara a cara con la bondad de Dios… y no podemos evitar maravillarnos ante la vista.

¡Querido Jesús, quiero verte! Muéstrame dónde está distorsionada mi visión de Tu bondad. Repara mi visión distorsionada con Tu Verdad perfecta. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Amiga, aquí hay algunos devocionales más que pueden ayudarte a tener una perspectiva piadosa:

La solución para nuestra visión defectuosa, por Alicia Bruxvoort
Mirando por el lente correcto, por Sharon Jaynes
Ahora veo más claro que antes, por Anitha Abraham

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PROFUNDICEMOS

Salmos 119:18, Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas. (NTV)

¿Qué “ventana” (situación o mentira) ha estado distorsionando tu visión de Dios? ¿Qué verdad de las Escrituras puede proporcionar una visión más fiable?

¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Alicia Bruxvoort. Todos los derechos reservados.


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