El que busca la justicia y el amor inagotable encontrará vida, justicia y honor. Proverbios 21:21 (NTV)

El sol brillante y el canto alegre de los pájaros llamaban mi nombre una tarde de primavera mientras trabajaba desde casa. Así que tomé mi teléfono y me aventuré a salir y tomar un pequeño descanso para mi cerebro.

Me sentía bastante abrumada por todas las responsabilidades que tengo en la vida como trabajadora, esposa, madre e hija. Y la verdad es que estaba segura que ese día no estaba haciendo un trabajo muy bueno en ninguna de ellas.

Así que, sentada en un sillón de mimbre, me metí en las redes sociales, donde empecé a deslizar y desplazar. Gran error.

Cada clic parecía mostrar otras personas que no estaban luchando en absoluto en su trabajo o en casa. Por el contrario, estaban “viviendo vidas exitosas”, como daba a conocer la publicación.

En el breve lapso de unos tres minutos, vi lo siguiente:

Una mujer que estaba remodelando su cocina instalando ella misma modernos azulejos.

Una propietaria de un pequeño negocio que había duplicado sus ganancias en el último año aplicando algunas nuevas estrategias de venta.

Y, por último, una madre que publicó una de esas series de “un día en la vida de” en sus historias de Instagram detallando su día bastante exitoso. Coordinaba el estudio de sus hijos en casa, había limpiado su hogar completamente y, sin embargo, todavía tenía tiempo para elaborar pan casero que acompañaría la cena que estaba preparando para sus invitados esa noche.

Suspiro. Estas hermanas lo estaban haciendo muy bien. Yo, en cambio, sentía mi espíritu abatido por la comparación.

A menudo deseamos ser más como otras, cuyas vidas parecen tan fructíferas. Después de todo, deben estar haciendo algo bien… ¿no? No está mal buscar logros, tener un negocio paralelo o compartir trucos de productividad. Pero, ¿es el “lucirnos” en casa o en el trabajo lo que Dios nos llama a esforzarnos más? ¿O hay algo totalmente diferente que Dios quiere que persigamos aún más?

En Proverbios 21:21, vemos algo de lo que Dios considera una búsqueda importante: “El que busca la justicia y el amor inagotable encontrará vida, justicia y honor”. La palabra hebrea utilizada para “justicia” significa “honestidad, equidad y acciones justas”. En este versículo, el concepto de amor inagotable en hebreo denota actos humanos de amabilidad, especialmente hacia los humildes, necesitados o miserables. Cuando pienso en este significado más profundo, me acuerdo de la regla de vida que me enseñó mi madre.

Mamá me animó a dejar de mirar a aquellos que parecen tener la vida mejor que yo y, en cambio, a buscar a los que seguramente no la tienen. «Siempre hay alguien que la está pasando peor que tú. Ve a buscar a esa persona y haz algo para alegrarle el día», me decía. «De una manera extraña, acabará alegrándote el tuyo también».

Esta perspectiva puede ayudarnos a obtener y mantener una mentalidad ministerial. Mostrar amabilidad con los humildes, los necesitados o los miserables no sólo está de acuerdo con el consejo de este proverbio, sino que también puede evitar que nuestro ánimo decaiga cuando veamos a otras por ahí que parecen ser “exitosas en todo”.

Por supuesto, debemos animar a nuestras amigas de la vida real y del internet cuando las vemos trabajar duro o alcanzar el éxito. Sin embargo, esforcémonos más por perseguir la justicia y el amor inagotable, el amor que Dios derrama sobre nosotras y que, a su vez, mostramos a las demás.

Descansa tranquila, hermana. No tienes que “lucirte”. En lugar de eso, concentrémonos en buscar a quienes están abatidas de espíritu, y hagamos algo para animarlas, apoyarlas o alentarlas con el amor inagotable de Jesús.

Padre bondadoso, ayúdame a apartar mis ojos de los éxitos de las demás y a buscar intencionadamente a quienes necesitan atención y ánimo. Usa mis palabras y acciones para ayudar a levantar sus espíritus y dirigirlas hacia Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 34:18, El SEÑOR está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. (NTV)

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© 2022 por Karen Ehman. Todos los derechos reservados.

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