Devocionales

Gracia para las mujeres hirientes

Sarah Geringer 27 de mayo de 2022
¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior? Santiago 4:1 (NTV)

He sido lastimada por mujeres hirientes. También he sido una de ellas.

Irónicamente, mi temporada de mala intención confligió con una temporada en la cual estaba siendo tratada con vileza, y todo esto sucedió nada más y nada menos que en la iglesia. Cualquiera hubiera esperado algo mejor de mí después de haber sufrido el dolor profundo de ser criticada y rechazada por una compañera de la iglesia. Pero también yacía en mí el deseo impío de juzgar y condenar a otras hermanas.

Cuando fui lastimada por una mujer en mi grupo pequeño de la iglesia, manejé mis sentimientos de la manera equivocada. Neciamente, le envié un correo electrónico a todo el grupo con Mateo 18:15-17 como instrucción de cómo compartir opiniones sin chismear, aunque, cuando lo envié, estaba haciendo lo contrario del versículo 15: “»Si un creyente peca contra ti, háblale en privado y hazle ver su falta” (Mateo 18:15a, NTV). Pedí perdón por mis faltas, pero había herido los sentimientos de otras personas. La relación nunca se recuperó por completo.

Poco tiempo después de esa experiencia dolorosa, estaba sirviendo en la escuela bíblica vacacional. Debido a mi obstinación, usé palabras críticas y negligentes con una compañera del equipo. Aunque intenté disculparme a través de palabras y acciones, esa relación nunca se recuperó completamente.

Luego de estas dos situaciones, debía tomar algunas decisiones. Por un lado, podía condenarme a mí misma por actuar como una mujer hiriente y guardar resentimiento en contra de la persona que me había tratado mal. Por otro lado, podía buscar la gracia de Dios mientras trataba a mi ofensora del pasado con la misma gracia.

El principio que me ayudó a recibir la gracia de Dios para mí y para los demás se encuentra en este versículo:

¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior? (Santiago 4:1).

Todas tenemos el potencial de actuar como mujeres hirientes porque los deseos pecaminosos luchan dentro de nosotras. Es muy tentador el enredarnos en peleas y disputas, incluso en la iglesia, porque nuestras naturalezas pecaminosas no se desactivan cuando abrimos las puertas del santuario.

Cuando admití que había albergado un deseo de discutir con otras mujeres porque pensaba que tenía razón ante mis propios ojos, mi negación se rompió, y comenzó la sanidad. Necesitaba abrir mi corazón para recibir la gracia de Dios luego de confesar mi pecado.

Al recibir Su gracia para mí misma, obtuve una porción fresca de gracia para derramar sobre las heridas que otras mujeres hirientes me causaron. Me di cuenta de que no era distinta a ellas, ya que deseaban pelear porque se sentían correctas ante sus propios ojos. Aunque la reconciliación a veces no fue posible, yo podía perdonar, y ser perdonada por otros y desearles el bien gracias a la obra de gracia de Dios en mi corazón. (Romanos 12:18)

¿Has sido lastimada por alguna mujer hiriente? ¿Te has comportado de igual forma posiblemente? Oro hoy que aceptes la gracia perfecta que solo Dios puede dar y que la derrames sobre tu situación. Si has experimentado algún dolor en la iglesia, oro para que Dios te sane, y que tu dolor no impida que asistas de nuevo a la iglesia. También, oro que si este devocional te ha traído convicción, busques la gracia de Dios y escojas un nuevo camino a seguir.

Querido Jesús, cuando las personas se hieren los unos a los otros, es tan doloroso. Ya sea que yo haya recibido el mal o lo haya infligido, sé cuánto daño esto causa. Ayúdame a no pelear o entrar en disputas con otros debido a mis deseos pecaminosos. Que pueda mostrar Tu gracia a aquellos que me han hecho daño. Ayúdame a estar llena de gracia en todas mis relaciones. En el Nombre de Jesús, Amén.

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2 Timoteo 2:24, Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse. (NVI)

¿Has sido lastimada por una mujer hiriente? ¿Has herido a otras como una mujer hiriente? ¿Qué te ha enseñado Dios a través de tu experiencia? Comparte tus pensamientos y peticiones de oración en los comentarios.

© 2022 por Sarah Geringer. Todos los derechos reservados.


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