Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Hebreos 4:15 (NBLA)

No soy fan de las limitaciones.

Al parecer, mi hija se siente de la misma manera. Este hecho se reveló plenamente cuando empezamos el trabajo importantísimo de decorar su “buzón” del día de San Valentín donde iba a recibir tarjetas y dulces de sus compañeros de clase el día 14 de febrero.

Su pequeño corazón creativo trabajó durante horas en la mesa de la cocina, recortando, pintando, coloreando y, finalmente, pegando todos sus adornos creados de fieltro y alambre. Pero, como ella descubrió de manera difícil, una botella de pegamento tiene su límite.

Cuando la obra maestra que había imaginado resultó ser un desastre desalentador, los grandes ojos azules de mi pequeña niña tirada en el piso lloraron muchas lágrimas. No soy una madre con aptitudes en manualidades, pero, aunque el mismo Pinterest hubiera venido al rescate, ese buzón nunca iba a tener el aspecto que mi hija había visualizado.

Los límites del pegamento y la gravedad la dejaron desconsolada, desanimada y derrotada.

Ay, entiendo perfectamente esos sentimientos. Me pregunto si tú también. Nuestro mundo predica un evangelio de “puedes hacer lo que sea” y “trasciende tus limitaciones”, pero en la profundidad de nuestras almas, sabemos que es un evangelio falso.

Nosotras enfrentamos límites en nuestros cuerpos, mentes y trabajos todos los días. Experimentamos obstáculos en nuestras relaciones. Agotamos nuestros talentos. Y cuando encontramos limitaciones en nuestro carácter, como aquellas tentaciones que nos parecen imposible resistir, nuestra confianza disminuye.

Incluso podemos comenzar a preguntarnos si nuestras limitaciones nos dejan inservibles para Dios. Cuando nuestras alas se enfrentan a nuestra debilidad, Satanás se burla, produciendo el temor de que nunca estaremos a la altura de nuestros propios estándares – muchísimo menos, de los de Dios.

Pero Dios sabe que no podemos estar a la altura con nuestros propios esfuerzos; por eso Él envió a Su Hijo, Jesús.

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado (Hebreos 4:15).

Amablemente, el escritor de Hebreos nos hace acordar cuánto nuestro Salvador se compadece y entiende nuestra humanidad. Jesús era totalmente divino, sin embargo, no podemos olvidarnos que Él también era totalmente humano. Como nosotras, Jesús se cansó y tuvo hambre. Él experimentó tentación (Lucas 4:1-13). Él lloro de pena (Juan 11:35). Él comprende completamente los límites de nuestra humanidad.

Aún así, Él nos llama hacia Sí mismo. Él dice, «entiendo, y tengo la misericordia y la gracia que tanto necesitas» (Hebreos 4:16).

Mientras invitamos a Jesús a entrar en nuestras limitaciones, el responder en oración las siguientes preguntas nos puede ayudar a avanzar y crecer en la fe:

1. ¿Qué creo que esta limitación me impide conseguir o llegar a ser? A menudo, Dios usa nuestras debilidades para desvelar áreas de idolatría o confianza mal depositada. ¿Estamos buscando valor en una relación específica? ¿Estamos depositando confianza en nuestros logros? Hacernos estas preguntas nos puede ayudar a llegar a la raíz de las creencias y motivaciones que podrían estar entorpeciendo nuestro crecimiento.

2. ¿Qué enseñanzas o verdad podría estar Dios intentando enseñarme por medio de esta limitación? Nuestros defectos nos frustran, pero la mayoría de las veces están llenos de lecciones importantes. Podemos escuchar mejor las verdades espirituales que Dios habla a nuestros corazones cuando damos un paso hacia atrás y pedimos sabiduría de Él.

3. ¿Qué Escrituras específicas puedo orar para mi corazón? La Palabra de Dios está llena de la Verdad que nos equipa para cada debilidad que enfrentamos. Podemos invitar el poder de Su Palabra en nuestras áreas débiles orando versículos específicos sobre ellos.

Es fácil sentir que nuestras limitaciones nos descalifican del trabajo significativo del Reino, pero ¿qué pasaría si rechazáramos las mentiras del enemigo y empezáramos a ver nuestras debilidades por medio de otro lente? ¿Qué pasaría si no son simplemente algo que cubrir o conquistar, sino una invitación a unirnos más con Dios quien nos entiende y nos ama?

Querida amiga, nuestros defectos no tienen que frenarnos ni robar nuestro gozo. Aquí está la verdad hermosa: cuando nuestras limitaciones nos impulsan hacia Cristo, nuestras almas encuentran el consuelo que anhelan. Así que, hoy, estemos dispuestas a acercarnos a nuestras limitaciones y dejar que la fuerza de nuestro Salvador nos sostenga.

Querido Jesús, gracias por entender nuestras debilidades y amarnos en medio de ellas. Por favor, abre nuestros ojos y mentes, ayúdanos a aprender a ver nuestras limitaciones como una invitación a una comunión más profunda Contigo. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Salmo 103:13-14, El SEÑOR es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. Pues él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo. (NTV)

¿Qué limitaciones estás enfrentando actualmente? ¿Luchas con creer que Dios entiende y tiene misericordia de ti? Comparte tus pensamientos en los comentarios y deja que oremos por ti.

© 2022 por Meredith Houston Carr. Todos los derechos reservados.

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