No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Filipenses 4:6 (NTV)
Recientemente, cuando Harper, la hija de mi sobrina, y yo tuvimos una visita por FaceTime, me contó todo sobre su nuevo mejor amigo: Skittles, el conejillo de indias.
Se tiraba por el tobogán con ella, mordisqueaba pedacitos de zanahorias en sus fiestas de té y se acurrucaba en su mini cochecito durante los paseos. Cómo quería a Skittles.
«Tuve uno igual llamado Óscar cuando era pequeña», le dije.
«¿Tuviste uno? ¿Qué pasó con Oscar?», preguntó. «¿Se murió? ¿Y ellos van al cielo?». No me esperaba esas preguntas y, cuando nos despedimos, me di cuenta de que Harper estaba preocupada por el futuro de Skittles.
Parecía algo tan pequeño… y entonces me pregunté si mis pensamientos ansiosos le parecen cosas pequeñas a Dios.
Me preocupo por mi hijo, y luego recuerdo que Dios tiene una hueste de ángeles que lo rodea (Salmo 91:11-12). Proteger a Steven es algo pequeño y fácil para Dios.
Me angustio por el COVID-19, y entonces recuerdo que todos mis días están contados desde antes de existir. (Salmo 139:16)
Es tan fácil caer en la trampa de preocuparse por los acontecimientos mundiales, especialmente por las guerras y los rumores de guerra. Los medios de comunicación nos muestran detalles horribles de edificios bombardeados y casas quemadas, gente huyendo y padres llorando.
Y me pongo ansiosa. Me preocupo. Pero cuando somos testigos de ese sufrimiento, Dios nos llama a responder desde la confianza en Él, no desde la preocupación: “Aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia y ayuden a los oprimidos…” (Isaías 1:17a, NTV). Cuando nos enfrentamos a circunstancias que están fuera de nuestro control, como una pandemia o una guerra, las Escrituras nos recuerdan una y otra vez quién es Dios, y lo que hace.
Él dirige las cosas. Él no es distante. No está ausente en los acontecimientos de la vida. Como le dijo a Moisés en la zarza ardiente, Él ve y oye, se preocupa. (Éxodo 3:7)
Necesito recordar que Dios tiene un plan providencial y no accidental, para la historia. El término “providencial” significa “ver antes”, tener un fin u objetivo concreto en mente. Lo que ocurre en la historia, contigo y conmigo, no es casualidad. Él tiene el control de lo sagrado y lo secular. La historia del mundo y mi historia.
Imagino a Dios diciendo: «Hija, no te preocupes por lo que está pasando en el mundo en general o en tu vida en este momento. Las circunstancias no son una sorpresa para Mí. Todavía tengo el control. Todavía estoy en Mi trono. Y recuerda, nada es demasiado difícil para Mí. Tus preocupaciones pueden ser grandes para ti, pero no son demasiado difíciles para Mí».
Entonces, ¿qué hacemos cuando esos sentimientos de ansiedad nos invaden? Cuándo nuestros corazones comienzan a acelerarse, ¿las palmas de nuestras manos comienzan a sudar y nuestra sangre se enfría por la preocupación?
Por muy tentadas que estemos a alimentar la preocupación, a obsesionarnos con nuestras amigas o seres queridos, o a ponernos en “modo solución” con Google y libros de autoayuda, nuestra primera acción debería ser orar y entregar nuestras cargas y preocupaciones a Dios. (Salmo 55:2)
Pablo escribió: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho” (Filipenses 4:6).
Como un alfarero que da forma al barro para convertirlo en belleza, tenemos la oportunidad de convertir nuestras preocupaciones en hermosas peticiones a Dios.
Si estás preocupada hoy, recuerda que Dios tiene el control. Y Él es bueno.
Padre celestial, gracias por ser el Dios omnipotente que se ocupa de todas las necesidades y calma cada corazón ansioso. Te entrego mis preocupaciones e inquietudes, sabiendo que Tú tienes el control, y que siempre tienes un buen plan. En el Nombre de Jesús, Amén.
RECOMENDAMOS
Amiga, ¿has estado experimentando ansiedad? ¿La vida te ha estado arrojando cosas que se sienten un poco abrumadoras? Bueno, podemos relacionarnos con esos sentimientos que se desatan cuando las situaciones de nuestra vida naturalmente parecen más grandes de lo que son. Pero se nos recuerda en Filipenses 4:6 “No se preocupen por nada…”. Podemos descansar en las palabras del Apóstol Pablo cuando experimentamos la preocupación, y también alentarnos con las palabras del autor, Max Lucado, en su libro Ansiosos por nada. Invita a los lectores a estudiar Filipenses 4:6-7, donde el apóstol Pablo amonesta a los seguidores de Cristo: “No se preocupen por nada…”. En Ansiosos por nada, aprenderás a enfrentar las calamidades de la vida. Aprenderás a alejarte del precipicio. Bajo la guía del Espíritu Santo, aprenderás a ver las malas noticias a través del lente de la soberanía; a discernir las mentiras de Satanás y a decirte a ti misma la verdad. Manifestarás una ternura que es evidente para los demás. La ansiedad viene con la vida. Pero no tiene que dominar tu vida”. ¡Presiona aquí para comprar tu copia!
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Isaías 46:9-10, Recuerden las cosas que hice en el pasado. ¡Pues solo yo soy Dios! Yo soy Dios, y no hay otro como yo. Solo yo puedo predecir el futuro antes que suceda. Todos mis planes se cumplirán porque yo hago todo lo que deseo. (NTV)
Considera lo que está sucediendo en tu vida actualmente. ¿De qué verdades puedes estar segura al reflexionar sobre el devocional de hoy?
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