»Y sucederá que antes que ellos clamen, Yo responderé; aún estarán hablando, y Yo habré oído. Isaías 65:24 (NBLA)

La semana pasada llevé a mi hija pequeña, Kierstyn, a dar un paseo por nuestro vecindario. Estaba lloviendo un poco, así que nos pusimos nuestras chaquetas para abrigarnos antes de salir.

Durante los primeros diez minutos, pensé en lo refrescante que era la lluvia ligera. Me sentía tan bien preparada por haber tomado las chaquetas y así no darnos cuenta de la humedad que caía.

Pero luego el cielo se abrió sobre nosotras, ¡y empezó a llover a cántaros!

Estábamos a unos mil doscientos metros de casa. El viento azotaba a nuestro alrededor haciendo volar la lluvia y dificultando mucho la visibilidad y haciendo que el empujar el cochecito sea muy complicado. En pocos minutos, las dos estábamos empapadas y Kierstyn empezó a llorar.

Lo único que sabía era que tenía que volver a casa y secarla cuanto antes posible. Pero a pesar de empujar el coche tan rápido como podía, no lograba avanzar lo suficiente debido al viento y la lluvia.

En medio del llanto, nuestra ropa empapada y mis sentimientos de culpa por haberla sacado de paseo, vi un vehículo que se acercaba a nosotras en el camino. Dentro de mí pensé, la persona que conduce este auto se debe estar preguntando quién es la mujer loca que saca a pasear a su hija en medio de una tormenta.

Cuando el coche se acercó, mi vergüenza se convirtió en entusiasmo y alivio al darme cuenta de que era el nuestro, ¡y mi esposo era el conductor! Ni siquiera se me había ocurrido intentar enviarle un mensaje de texto (y mucho menos usar mi teléfono bajo la lluvia torrencial), pero él se había dado cuenta de que estábamos afuera en la tormenta y había venido a rescatarnos.

No sólo fue uno de los gestos más románticos de la historia, ¡especialmente estando mojadas y con frio!... sino que fue una imagen de mi Padre celestial. Cuántas veces Dios me rescata antes de que se me ocurra pedir ayuda o de que sepa que la necesito.

Como dice Isaías 65:24: “»Y sucederá que antes que ellos clamen, Yo responderé; aún estarán hablando, y Yo habré oído”. Y el Salmo 18:19b dice: “me rescató porque en mí se deleita” (NTV). Dios siempre está trabajando a nuestro favor, con frecuencia entre bastidores y ¡de formas que ni siquiera vemos o conocemos!

Cuando estuve en medio de una tormenta inesperada, empapada por la lluvia y preguntándome qué hacer, mi esposo estaba en casa dándose cuenta de que necesitaba ayuda. No se limitó a pensar si la  necesitaba; se subió al coche y condujo para ayudarme físicamente.

Nuestro Padre celestial es igual. No sólo nos ve en nuestra angustia y desánimo, sino que es fiel para enviar la ayuda física, espiritual y emocional justo cuando la necesitamos.

Si estás pasando por una tormenta en este momento, recuerda esto: no estás sola. Dios está contigo en la tormenta. Busca en Él lo que necesitas. Clama a Él; pídele ayuda como nos instruye el Salmo 50:15:

…llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria». (NTV)

Nuestro Padre celestial es un Libertador fiel y confiable. Incluso en los días de tormenta, Él está trabajando a nuestro favor para velar por nosotras, llevarnos y rescatarnos.

 

Señor, ayúdame a mirarte a ti en lugar de bregar por la vida sin ayuda. Permíteme siempre recordar… especialmente cuando surgen las tormentas inesperadas…que Tú eres mi Ayudador y quien me rescata. Gracias porque puedo descansar en Ti, confiar en Ti y que Tú serás fiel, incluso en los días oscuros y tormentosos. En el Nombre de Jesús, Amén.

 

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PROFUNDICEMOS

Salmo 18:2, El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; Mi Dios, mi roca en quien me refugio; Mi escudo y el poder de mi salvación, mi altura inexpugnable. (NBLA)

¿Qué tormentas estás enfrentando en tu vida en este momento? ¿Buscas a Jesús como quien te rescata?, o ¿tratas de salir adelante por tu propia cuenta?

¿Cómo cambiarían las cosas si dejaras de confiar en tus propias fuerzas y descansaras plenamente en Dios como tu Libertador? ¡Comparte con nosotros en los comentarios!

© 2022 por Crystal Paine. Todos los derechos reservados.

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