Devocionales

Amar a los pequeñitos tal como lo hacía Jesús

Karen Wingate 28 de junio de 2022
Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos». Mateo 19:14 (NVI)

Un domingo en la tarde mientras caminaba por el área de carnes en el supermercado local, me detuve por un momento a mirar un pequeño acurrucado en el carro de compras. Sonreí y le dije, «Hola. Lo estás pasando genial».

El padre giró e hizo un comentario trivial acerca de su hijo activo.

«Bueno, es solo un pequeñito divirtiéndose». Dije, encogiendo mis hombros. «¿Qué edad tiene? ¿dos?»

«Tiene cuatro años», respondió el padre fríamente.

Mi cara se puso roja de vergüenza, no tanto por el padre sino por mí misma. Sus palabras hicieron eco de mi propia voz en el pasado cuando en momentos de agotamiento y estrés, a veces me porté como si mis hijos fueran un obstáculo para mi felicidad, una molestia e incomodidad más que un gozo. También me acordé de las veces que amigas sabias se me acercaron, diciendo palabras de aprobación que causaron sonrisas en las caras de mis hijos y renovaron mi determinación de ser mejor madre.

Eso era el pasado; esto era el presente. Sonreí de nuevo al niño, deseándoles un buen día y seguí mi camino. Sin embargo, mi corazón estaba atribulado. ¿Había algo más que yo, una desconocida, podría haber hecho o dicho para animar y afirmar a ese pequeño en el nombre de Jesús?

Justo esa mañana, había compartido con unos chiquillos la historia del momento en que Jesús tomó tiempo para prestar atención a un grupo de niños. Les dije que los niños son importantes para Dios, incluso cuando no parecen ser importantes para nadie más.

Jesús dijo a Sus discípulos, “«Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos»” (Mateo 19:14). Ahora, parecía ser que Dios me estaba llamando a aprender de esta lección que di y observar más atentamente cómo Jesús trataba a los niños para que yo pudiera hacer lo mismo.

El ver y escuchar a los adultos que siguen el ejemplo de Jesús es esencial para que un niño pueda aceptar el amor de Dios. Las palabras pueden dejar cicatrices que menosprecian la autoestima del niño y limitan su aceptación del toque sanador de la salvación de Jesús. Las palabras de afirmación pueden construir puentes a un entendimiento más profundo del amor de Dios y Su aprecio por cada niño.

Podemos empezar con nuestros propios hijos si somos padres, pero no debemos detenernos ahí. El tomar tiempo para interactuar y relacionarnos con los niños alrededor nuestro, sea en una reunión familiar, en un aula, en el campo de fútbol o detrás de un carrito de compras en la fila para pagar en una tienda, añade en su memoria la confirmación que ellos son importantes y amados.  Y si escuchamos a un niño siendo menospreciado, podemos aceptarlo como una invitación por parte de Dios para dar un paso al frente y tratarlos como lo haría Jesús, pidiendo a Dios sabiduría para saber cómo responder.

Cuando nos detenemos a prestar atención a un niño, hincándonos a su nivel, y dejando nuestras conversaciones de adultos a un lado para poder escucharles y observar su última aventura, renunciamos a nuestra posición superior y nos hacemos iguales a ellos.

Como dijo Jesús, “Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos” (Mateo 18:4, NVI). Los niños ocupaban un escalón social en la sociedad judía inferior al de nuestra cultura actual, sin embargo, Jesús llamó a Sus discípulos a asumir la postura y posición humilde de un niño.

Quizás nunca sabremos qué palabras dañinas un niño ya ha escuchado, pero nuestra atención y reconocimiento positivo sencillo podrán proveer un rayo de esperanza que al final, los llevarán y les guiarán a la luz del amor de Cristo.

Querido Padre, mueve mi espíritu cuando inadvertidamente menosprecie niños que encuentro en mi camino. Déjame ver a los niños que puedo influenciar con Tu bondad y misericordia. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Mateo 18:5, »Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí. (NVI)

Identifica a los niños que tienes en tu vida ahora mismo. ¿Qué puedes hacer para unirte con ellos a su nivel? ¿Qué palabras puedes decir que los elevarán y los tratarán como tesoros preciados?

 

© 2022 por Karen Wingate. Todos los derechos reservados.


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