El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada». Lucas 10:41-42 (NBLA)
No puedo decir cuándo sucedió porque no lo recuerdo, pero sí puedo decir cómo sucedió: cómo las palabras se convirtieron en detonante, enviando ondas sísmicas por mi columna y escalofríos por mis mejillas.
El detonante viene en diferentes frases, a veces adornado con sarcasmo y suspiros. A veces viene con una sonrisa o a veces como un desprecio. A veces viene de desconocidos, o incluso viene de aquellos que conozco y quiero.
Estás muy ocupada, me dicen.
Nunca estás disponible.
Debes tener mucho que hacer.
Las palabras cortan y pican, se filtran profundamente en mí y bailan con la “yo” anterior quien se esforzaba por ser y hacer todo para todos, todo el tiempo, en todos los lugares.
Y nada me gustaría más que decir: «¡No estoy distante! No estoy preocupada, ni ocupada: estoy donde debo estar». Me acuerdo de Lucas 10, una historia de una situación sagrada en la que una mujer llamada Marta abrió su casa a Jesús mientras su hermana María abría su corazón (Lucas 10:38-39).
En medio de esta temporada, en medio de las emociones revueltas que me dicen que estoy fallando o defraudando a todos, las palabras de Jesús resuenan dentro de mí: “El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada»” (Lucas 10:41-42).
Soy María, de pie en un hogar ordinario y sin prestar atención a la pila de platos. Soy María, mirando fijamente el lugar sagrado aquí y ahora, extendiendo mis manos para abrazar a aquellos que están cercanos a mí. Soy María, sentada a los pies de Jesús, con la espalda inclinada y las rodillas postradas justo donde debo estar, justo donde siempre he necesitado estar.
¿Puede ser que Marta, comparándose y quejándose, estuviera rogando y haciendo señas a María para que dejara el lugar donde debía estar? ¿Puede ser que esta historia no se refiera tanto a la ocupación como a estar en y abrazar el lugar donde se debe estar?
Ninguna de las dos mujeres se equivocó en la manera en que le dieron la bienvenida a Jesús. ¿Puede ser que la tensión entre ellas se deba a la comparación?
Esta tensión, esta incomprensión del llamado que otro tiene de hacer y ser algo determinado, se produce en las relaciones siempre que consideramos que alguien está obligado a lo obvio.
Pero Jesús viene y nos llama de maneras diferentes. Y en esto, estamos invitadas a responder de manera única en las muchas formas auténticas y diferentes en las que deseamos trabajar para Él y adorarle. Algunas veces esto puede ser limpieza de alfombras y preparación de programas. Algunas veces se trata de decir “no” y permanecer en temporadas lentas e invisibles.
Puede que estés arropada con los niños preescolares, o puede que estés en la quietud de tu cuarto de escritura. Puedes estar sirviendo a un padre anciano, o puedes estar sumida en la adoración de camino a casa desde el trabajo. Puede que estés en medio del estudio bíblico o limpiando el único inodoro de tu casa por enésima vez. Podrías estar diciendo «no» a alguien o algo (los partidos deportivos o servir) para que puedas decir «sí» a quien o quienes están frente a ti.
No sé qué llamadas has perdido ni las reuniones que has reprogramado. No conozco las fechas marcadas en tu calendario que funcionan como límites en torno a tu dar, servir, hacer y estar.
Pero sí sé esto: no tenemos que apartar la vista de aquellos que tenemos delante. No tenemos que convencer al mundo de que estamos aprovechando al máximo nuestro tiempo. No tenemos que inventar excusas; no tenemos que esforzarnos por dar explicaciones.
Escucha y obedece el llamado de ser y hacer por Jesús por encima de todos los demás. Hasta que Jesús nos llame más lejos y más profundamente, seguiremos haciendo y amando justo donde estamos, de la forma en que estamos haciéndolo.
Padre, ayúdanos a estar bien donde nos encontramos, sin importar como se vea para los demás. Queremos verte a Ti en cualquier manera en que nos llames a servir o a estar quietas. En Tu presencia es donde debemos estar. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Es fácil tratar de comparar tu actual temporada de vida con la de otras personas. Cuando la vida no se ve de la manera que pensaste que debería ser. Cuando parece que la vida de los demás es más agradable o próspera que la nuestra. El sentimiento de descontento puede venir (y es un sentimiento real). En estos sentimientos está bien no estar bien. Todas hemos experimentado ese momento en el que desearíamos poder empezar de nuevo, pero la autora Sheila Walsh, comparte que cuando descubrió que “no soy lo suficientemente buena y estoy bien con eso”, todo comenzó a cambiar. En Está bien no estar bien, Walsh ayuda a las mujeres a vencer la misma rutina de pruebas y dolor cambiando su forma de pensar sobre Dios, sobre ellas mismas y sobre sus vidas cotidianas. Comparte estrategias diarias, prácticas y accesibles que ayudarán a las mujeres a avanzar un paso a la vez, sabiendo que Dios nunca las abandonará. ¡Obtén tu copia hoy!
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Colosenses 3:23-24, Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor. (NVI)
¿Cómo estás sirviendo a Jesús, ya sea en tu hacer o en tu ser, justo donde estás?
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© 2022 por Rachel Marie Kang. Todos los derechos reservados.
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