Ahora, hermanos, queremos que se enteren de la gracia que Dios les ha dado a las iglesias de Macedonia. En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad. 2 Corintios 8:1-2 (NVI)

«Señora, ¿le gustaría redondear su total para apoyar a una organización benéfica para niños?»

Mi mente distraída tenía tanta prisa que tuve que pedirle a la vendedora que repitiera su pregunta. De hecho, estuve a punto de decir “no” por costumbre, como he hecho muchas veces antes. Pero algo en mi espíritu me detuvo ese día.

Mientras abordaba el resto de mi lista de tareas pendientes, reflexioné sobre la idea de “redondear” y me pregunté: ¿En qué otro aspecto de mi vida puedo hacer eso? ¿Y cómo sería si lo hiciera?

Ese día, Dios comenzó a desafiarme a pensar de manera diferente acerca de cómo es una vida generosa.

Cuando escuchamos la palabra “generosidad”, a menudo imaginamos grandes gestos como escribir cheques de gran valor o hacer donaciones considerables. Luego comparamos eso con nuestras humildes vidas y cuentas bancarias y nos sentimos pequeñas e incapaces de hacer una diferencia en nuestro mundo plagado de problemas.

Y en esa neblina de impotencia, al enemigo le encanta susurrar que lo que tenemos para ofrecer no es suficiente. Redondear no hará la diferencia. ¿Por qué siquiera molestarse?

Pero, ¿y si una vida generosa no se limita a escribir cheques gigantes? ¿Y si se parece más a redondear o completar lo que podemos, ofreciendo nuestro tiempo y energía, pronunciando palabras de afirmación y oración, y usando nuestros dones dados por Dios cuando surge una oportunidad?

Dios no nos pide que efectuemos el cambio por nuestra cuenta. Por el contrario, nos ubica en un grupo de personas con ideas afines, es decir, la Iglesia. Estas personas están comprometidas a seguir a Jesús, ¡nuestro máximo ejemplo de generosidad! Jesús carecía de una cuenta de ahorros y, sin embargo, generosamente derramó sabiduría, sanidad y amor (2 Corintios 8:9). Él repartió la verdad y el perdón diariamente. Jesús redondeaba cada vez que podía e inspiraba a otros a hacer lo mismo.

Los versículos clave de hoy contienen otro ejemplo de vidas que redondeaban en acción. Aquí, el apóstol Pablo animó a los corintios al elogiar la generosidad de sus hermanos en la fe de Macedonia:

Ahora, hermanos, queremos que se enteren de la gracia que Dios les ha dado a las iglesias de Macedonia. En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad (2 Corintios 8:1-2).

Estos macedonios nos muestran cómo se ve cuando la gracia transformadora de Dios convierte nuestra insuficiencia en algo más que suficiente.

Es significativo el hecho de que no permitieron que las pruebas o la pobreza terrenal les impidieran vivir con generosidad. En cambio, dieron fielmente lo que pudieron y, como resultado, las Escrituras los recuerdan por sus vidas bondadosas, no por su carencia.

Hoy, tú y yo podemos hacer lo mismo, incluso cuando nuestras cuentas bancarias nos decepcionen o pensemos que no tenemos nada que ofrecer.

Podemos elegir redondear nuestras palabras de aliento, invirtiendo intencionalmente en la vida de los demás. Podemos imitar a Jesús y redondear para dar un perdón extra y una muestra de gracia. Podemos ofrecer humildemente nuestros talentos dados por Dios para el bien de los demás.

Querida amiga, vivir una vida de entrega glorifica a Dios y bendice a los demás. Infunde alegría a nuestros corazones e inspira a quienes nos rodean. ¡Así que hoy comprometámonos a ser creyentes que redondean cada vez que se presenta la oportunidad!

Querido Jesús, gracias por amarnos generosamente. ¡Concédenos el valor de hacer lo mismo y a vivir hoy con las manos abiertas como Tú! En el Nombre de Jesús, Amén.

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Lucas 6:38, Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes». (NVI)

¿En qué aspecto de tu vida podrías elegir redondear hoy? ¿Cómo puedes usar los dones únicos que te ha dado Dios para bendecir a quienes te rodean? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

© 2022 por Meredith Houston Carr. Todos los derechos reservados.

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