Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir». Marcos 12:42-44 (NTV)

Nos encantaba nuestra casa, pero era hora de mudarnos.

Mi corazón estallaba de emoción cuando pensaba en cómo nuestra casa nueva permitiría más oportunidades de abrir nuestro hogar a los demás y compartir el amor de Dios a través de la hospitalidad.

Pero en el punto álgido de mis fantasías sobre lo que estaba por venir, la realidad del presente lo derrumbó todo.

Lo que había sido mi santuario de las muchas tensiones de la vida se convirtió en un punto de presión abrumador y lleno de ansiedad cuando la complejidad de empacar una casa entera tomó el control. ¿Por dónde debería empezar? ¿Por la cocina? ¿Las habitaciones de los niños? ¿Qué necesitaremos acceder de inmediato?

Mi cabeza daba vueltas a las preguntas cuando levanté la vista y me fijé en nuestro estante de libros. ¿Por qué no empezar por ahí? Así que, uno por uno, retiré los libros de los estantes y los coloqué en una caja hasta guardarlos todos. Sentí una sensación de alivio. No era mucho, pero me animó. ¡Podía hacerlo!

Creo que a veces nos acercamos a la Biblia de la manera que enfrenté el empacar mi casa. Es un libro enorme lleno de historia, profecías, lecciones, sabiduría y mucho más. Todas son verdades vitales con un significado eterno. Pensamos que tenemos que asimilarlo todo a la vez, lo que puede hacer que evitemos incluso abrir nuestras Biblias porque nos abruma la idea de todo su contenido.

No me malinterpreten: absolutamente amo mi Biblia. Es mi salvación. Pero cuando pienso en el peso de su contenido y en la gran cantidad de información, puede hacerme suspirar y pensar: ¿puedo hacer esto? ¿por dónde empiezo?

De lo que me he dado cuenta en esas temporadas en las que me siento abrumada es de que necesito orar y preguntarle a Dios en dónde debo poner mi atención. Hay momentos en los que asumir la Biblia completa es una aventura increíble, ¡y estoy aquí para ello! Pero también hay momentos en los que siento que Dios me dice: «Baja tu velocidad. Enfócate realmente en esta porción específica de Mi Palabra en el contexto de Mi historia. Y simplemente disfruta de estar Conmigo». Y también estoy aquí para esos momentos.

Durante mi temporada abrumadora actual, estoy leyendo el libro de Marcos. He podido concentrarme en ese texto específico, permitiendo que una historia que he leído mil veces me traiga nuevo consuelo y comprensión.

Entonces llegó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les digo la verdad, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás que ofrendan. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía para vivir» (Marcos 12:42-44).

Aunque este pasaje habla sobre el dinero, creo que la verdad va más allá de las finanzas. Algunos días, tenemos un excedente de nosotras mismas para dar. Estamos llenas de energía, con ánimo para estudiar y llenas de propósito. Otros días, estamos golpeadas por las tensiones de la vida, agobiadas por el cansancio, y luchamos por encontrar incluso una pequeña porción de nosotras mismas para dar. Y así como Él vio la ofrenda de la viuda, Dios también ve la nuestra.

Ya sea que estemos listas para descifrar grandes cantidades de la Verdad de Dios o que necesitemos concentrarnos en el método de los libros en los estantes… una cosa a la vez… Dios está listo para tener comunión con nosotras justo donde lo necesitamos. En Su Palabra, encontramos fuerzas renovadas. Y no importa el tamaño de lo que podamos dar, Él está en todo. Él nos sostiene a través de cada desafío y cada alegría que enfrentamos.

Querido Padre celestial, gracias por verme y amarme justo donde estoy. Gracias por entender los momentos en que me siento abrumada y por acercarte para guiarme y dirigirme. Gracias por Tu Palabra, que trae verdad, sabiduría, consuelo y esperanza. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Isaías 40:31, En cambio, los que confían en el SEÑOR encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán. (NTV)

¿Cuál es una manera en la que puedes sumergirte en la Palabra de Dios incluso cuando te sientes abrumada? ¿Cómo ha usado Dios Su Palabra para animarte durante un tiempo de ansiedad o estrés?

© 2022 por Evie Polsley. Todos los derechos reservados.

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