Dios escogió lo despreciado por el mundo—lo que se considera como nada—y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. 1 Corintios 1:28 (NTV)

Cuando estaba en la escuela secundaria, participé activamente en muchas actividades. Pero debido a un trauma infantil, también era una persona dolorosamente insegura.

Por más que intentaba, no lograba encontrar mi lugar en el mundo. Aunque me vieras con las porristas en los partidos de fútbol americano del colegio, no era una integrante legítima de su grupo. No me querían mucho. Y no las culpo, porque tampoco me quería a mí misma.

Tal vez esta sea tu historia también. Algo te sucedió en la vida que te empujó fuera del círculo. Ahora, por un lado, no le quieres dar demasiado poder a las opiniones de los demás, pero por el otro, no quieres vivir con una mentira incrustada en tu alma.

Dios te ama. Él te diseñó magistralmente. Y Él hace Su mejor obra a través de personas humildes y quebrantadas que saben que lo necesitan a Él.

Un día clamé en oración a Dios, sabiendo que tenía una visión errónea de mí misma, pero sin saber qué hacer al respecto. El Señor me susurró al corazón: Susie, te has sentido fuera del círculo toda tu vida, pero ese círculo es en realidad una ilusión. No tiene valor en el cielo. Luego lo imaginé dibujando un círculo a mi alrededor cuando susurró: estás dentro de Mi círculo, y ese es el único que importa. La verdad habitó en mi alma ese día.

Dios usa habitualmente a las personas que parecen estar fuera del círculo, y parece que le encanta hacerlo. Él toma personas regulares, defectuosas y débiles y las posiciona para interrumpir los planes del enemigo y establecer Sus propósitos finales en la tierra:

• José era un forastero, en lo que se relaciona a sus hermanos. Luego se convirtió en una persona dentro del círculo de Egipto. Dios lo promovió y lo posicionó para salvar a una nación. (Lee Génesis 50.)
  
  
• Moisés fue criado por los egipcios, dentro de su círculo. Pero Dios lo llamó a ser un forastero y alinearse con Su pueblo, Israel, a un costo significativo para Moisés, para que Él pudiera sacarlos del cautiverio y llevarlos a la libertad. (Lee el libro de Éxodo.)
  
  
• Jesús estaba sentado en el cielo, “dentro del círculo”, uno con Dios y el Espíritu Santo, y bajó de Su trono para entrar en el vientre de una adolescente. Él, que no conocía el pecado se convirtió en pecado para que fuésemos hechos justicia de Dios a través de Él (2 Corintios 5:21). Él se convirtió en un forastero para que nosotras, las que llevamos Su nombre, seamos parte de Su círculo: herederas del Reino, llenas de Su Espíritu, asignadas a llevar a cabo Sus propósitos en la tierra. ¡Aleluya! (Lee los Evangelios.)
  
  
• Pablo era del círculo: un ciudadano romano y un perseguidor de los cristianos. Dios lo hizo caer de su caballo y lo llamó a ser un forastero. Pablo luego siguió a Jesús y caminó con aquellos a quienes una vez había aterrorizado, y Dios lo usó para cambiar el mundo. (Lee Hechos 9.)

Una y otra vez, Dios altera el status quo. Él elige a propósito a los débiles, los marginados y los marginales para Sus propósitos grandes, como dice 1 Corintios 1:28:

Dios escogió lo despreciado por el mundo—lo que se considera como nada—y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante.

¿Cuántas personas pasan por la vida pensando que están fuera de un círculo, que no tienen ningún valor en el cielo? ¿Qué cambiaría para ti si entendieras y aceptaras tu lugar en la mesa de la gracia? ¿Qué pasaría si realmente te vieras a ti misma como la niña de los ojos de Dios?

Tal vez te sientas excluida como yo, fuera del círculo de las demás e incluso fuera del círculo de Dios. Amiga, mientras que otros pueden no elegirte, Dios siempre te elegiría. Él te creó tal como eres, y Él tiene un propósito y un plan sobre cómo quiere usarte, tal como eres. ¡Lo que otros piensan de ti y lo que piensas tú de ti misma nunca se comparará con lo que Dios piensa de ti, Su hija!

Y la mejor noticia es que si deseamos vernos a nosotras mismas como Dios nos ve, todo lo que tenemos que hacer es pedirle Su visión, Su perspectiva de nosotras. Él se deleita en cada detalle de nuestras vidas.

Padre celestial, ¡Te amo! Despierta una nueva fe en mí. Perdóname por dar más peso a lo que pienso de mí misma que a lo que Tú piensas de mí. ¡Quiero conocerte más! Abre mis ojos para ver lo que Tú ves. Concédeme un sentido tangible de Tu presencia y Tu amor. Cámbiame de adentro hacia afuera. Quiero caminar, vivir y orar con una confianza tan audaz y humilde que las montañas se muevan y muchos lleguen a conocerte. ¡Despierta una pasión en mi alma, Señor! En Tu Nombre, deniego el rechazo y acepto la aceptación. Rechazo la apatía y acojo el compromiso. Dame una nueva visión de a dónde me estás llevando, y pon fe implacable en mí para seguirte allí. Guardaré mi corazón con toda diligencia, y confío en Ti para establecerme en Tus propósitos para mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 2:10, Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. (NTV)

Sé honesta: cuando piensas en cómo Dios te ve, ¿qué se te viene a la mente? ¿Tu idea de la perspectiva de Dios corresponde con las Escrituras?

© 2022 por Susie Larson. Todos los derechos reservados.

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