Devocionales

La diferencia entre tener empatía y ser permisiva

Lysa TerKeurst 6 de octubre de 2022
Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran. Romanos 12:15 (NVI)

Recientemente, escribí en mi diario: cuando comparto discernimiento bíblico con otro adulto al que amo mucho, pero luego se va y hace lo contrario, es exasperante. Es especialmente preocupante si puedo ver fácilmente cómo sus decisiones lo perjudicará, pero esa persona descarta mis preocupaciones.

Es como ver un tren que se precipita hacia ella, pero se queda sentada en las vías. Mi sabiduría reprimida en medio de este caos, produce tanta ansiedad. Mi reacción no es dramática ni demasiado emocional… ¡simplemente, estoy tratando de salvar la vida de esta persona!

Pero salvar a alguien no es posible si esa persona no acepta que necesita ser salvada. Incluso si logro sacarle de la vía del tren en este momento, volverá a subirse de nuevo mañana.

Sospecho que tú conoces esta frustración también.

Esta es la dura verdad: si tu corazón está más comprometido que el de la otra persona, tal vez puedas retrasar el choque del tren, pero no podrás salvarla de eso. Y por lo que he experimentado, entre más saltes a la vía para intentar rescatar a esa persona, es sólo cuestión de tiempo antes de que el tren los atropelle a ambos.

No digo esto a la ligera. Lo digo con amor, porque es verdad. El cambio verdaderamente sostenible y duradero debe provenir del interior del propio corazón de una persona, no de la presión externa.

Esto no quiere decir que no siga preocupándome por esa persona, pero significa que debo cambiar mi rol y la descripción de mi trabajo. Quiero que se salve, pero yo no soy su Salvador. Esa persona necesita a Jesús. Necesita dominio propio. Así que, paso de los esfuerzos de control a los esfuerzos de compasión.

La compasión me permite amar a esa persona, empatizar con su dolor y reconocer su versión de las cosas, incluso cuando no estoy de acuerdo. Y aún me permite hablar en una situación. Pero después de compartir mi sabiduría, mi consejo, mi discernimiento… tomo la decisión consciente de no rescatarle de ninguna manera, si se aleja y hace lo contrario.

Lloro con ella y me alegro con ella… eso es bíblico. Nuestro versículo clave de hoy, Romanos 12:15, da esas instrucciones exactas. Pero llorar con esa persona y regocijarse con ella no significa tomar el control de sus elecciones y comportamientos fuera de control.

Podemos perdonar a otros, pero no podemos controlarlos. Y no deberíamos permitirles todo.

¿Cómo sabemos cuándo hemos pasado de llorar con otros con empatía saludable a permitirles tomar decisiones poco saludables?

Mi consejero Jim Cress, dice: «estoy siendo permisiva con alguien cuando me esfuerzo más por sus problemas de lo que él o ella se está esforzando. Estoy facilitando a alguien cuando le permito cruzar mis límites, sin ninguna consecuencia. Soy permisiva con una persona cuando avalo su comportamiento dañino, al defender sus elecciones erróneas, poner excusas por ella, ignorar sus acciones, encubrirle, mentir por ella o guardar secretos para ella».

Si bien nos vemos afectadas por las acciones de otras personas, no somos responsables de sus actos. Sin embargo, somos responsables tanto de nuestras acciones como de nuestras reacciones. Por lo tanto, debemos asegurarnos de ser honestas sobre el efecto que otra persona tiene sobre nosotras y solo estar cerca de ella tanto como nuestras reacciones y acciones tengan la capacidad de manejar.

Aunque parezca contradictorio, esto es amor bíblico. Demostrar amor bíblico significa que buscamos el mayor bien de los demás.

Honramos lo que es honorable. Tomamos la decisión difícil de dejar que otro adulto que tiene un patrón de querer ser rescatado, una y otra vez, enfrente sus propias consecuencias. Confiamos en Jesús para que sea su Salvador y el nuestro, sabiendo que Él es el Único que verdaderamente puede salvar.

Señor, hoy declaro que yo descanso en Ti para transformarme y ayudarme a tener un corazón enfocado en la compasión y empatía, en lugar de controlar y facilitar. Estoy comprometida ahora mismo a meditar en la Escritura y permitirle reordenar mis pensamientos, acciones y palabras. Continuaré confiando en Ti en este recorrido. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Romanos 12:16-18, Vivan en armonía los unos con los otros… No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. (NVI)

Toma tiempo hoy para reflexionar en algunas de las dinámicas de las relaciones difíciles en tu vida. Toma un papel, o tu diario y escribe algunas frases de Romanos 12:16-18 que podrías aplicar más consistentemente al establecer límites saludables, ¡y comparte tus pensamientos con nosotras en los comentarios!

© 2022 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.


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