Devocionales

Nada más satisface

Wendy Speake 18 de enero de 2023
Porque Yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada». Jeremías 31:25 (NBLA)

Cuando era una niña pequeña, mi madre me arreglaba con vestidos hechos a mano y zapatos negros de charol y me llevaba a la iglesia. A veces me dejaba faltar a la escuela dominical e iba con ella directo al santuario principal, saltando por el camino.

Deslizándome por la elegante banca de madera, me acomodaba a su lado. Caras familiares me rodeaban en nuestra banca.

A mi izquierda siempre estaba el anciano de cejas espesas que olía a Aqua Velva y caramelos. No solo se sentaba siempre en el mismo lugar y olía a la misma loción para después del afeitado, sino que cada vez que se servía la Comunión, él me pasaba los elementos y decía las mismas palabras.

Tomando un pequeño pedazo de pan en su mano arrugada, se acercaba a mí y me susurraba con su aliento con olor a caramelo, «el cuerpo de Cristo fue entregado por ti, toma esto en memoria de Él». Luego ponía el pan en mi mano y le pasaba la bandeja de plata a mi mamá, con un asentimiento de abuelo.

De manera similar, cuando el jugo de uva pasaba por nuestra banca, él me daba un vaso de plástico en miniatura y me decía qué hacer: «la sangre de Cristo fue derramada por ti; toma esto en memoria de Él».

Hoy, todavía lo recuerdo. Recuerdo ese momento, pero sobre todo, recuerdo que Dios satisfizo el pago de mis pecados.

Satisfecha. Qué palabra más hermosa. Dios pagó toda deuda que yo tenía. El pago fue completo. Toda mi necesidad de salvación fue completamente satisfecha en el momento en que creí que el evangelio era verdadero. Sin embargo, si soy honesta, no siempre me acuerdo de vivir satisfecha. En años recientes, me he encontrado a mí misma persiguiendo otras cosas para llenar mi corazón hambriento. Pasando por alto mi Biblia, me he dado un festín con rellenos vacíos que solo refuerzan el vacío.

Sé que no soy la única.

Somos una generación de mujeres hambrientas de Jesús que tendemos a equivocarnos en dónde dirigimos nuestra hambre espiritual. Llevamos nuestros apetitos a las cosas erróneas… banalidades, es decir, rellenos falsos que nunca satisfacen.

Por las mañanas tomamos nuestros teléfonos por encima de nuestras Biblias. Navegamos las redes sociales, después nos preparamos una taza de café. Cuando las emociones brotan a media tarde, llevamos nuestra angustia a los pozos equivocados… pozos rotos que no satisfacen. Pasamos de un subidón de azúcar a otro subidón de azúcar en lugar de volvernos hacia el Altísimo. Con el teléfono en una mano y el tenedor en la otra, consumimos todo el día, pero nunca tenemos tiempo para ingerir la Verdad de nuestras Biblias.

Luego, nos encontramos completamente cansadas y cargadas (estrellándonos por la cafeína), saltamos a Amazon Prime, o nos subimos a nuestro auto y conducimos a esa tienda de artículos hermosos, solo para ser atraídas nuevamente a lo equivocado.

Ninguna de esas cosas nos ha brindado satisfacción… nunca. Estamos hechas para más. Fuimos hechas para Dios. Y es en nuestras Biblias donde lo encontraremos a Él. ¡Es tiempo de abrir la Palabra de Dios y darnos un festín! Aquel que satisfizo nuestra deuda pendiente hace tantos años hace un excelente trabajo satisfaciéndonos hasta al día de hoy.

Hay un festín que satisface. Cristo, quien satisfizo nuestra deuda eterna, es más que capaz de satisfacer cada hambre que tengamos hoy.

El festín ya está en la mesa. No lo pases por alto en el ajetreo de hoy. Siéntate en una silla, abre tu Biblia, y deléitate.

Señor, has satisfecho el pago pendiente por mis pecados. Hoy, recurro a Ti y a Tu Palabra para satisfacer cada necesidad que tengo: toda hambre, toda dolencia y todo hueco. Tu Palabra es el festín supremo. Lléname. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Jeremías 2:13, »Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. (NVI)

¡La Palabra de Dios es nuestra agua viva y nuestro pan diario! Es dulce y satisfactoria.

¿A qué más has recurrido en lugar de acudir a Él cuando estás cansada y vacía? ¿Han satisfecho alguna vez tu corazón hambriento esas cosas?

© 2023 por Wendy Speake. Todos los derechos reservados.

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