Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. Proverbios 17:22 (NVI)

Aunque han pasado ya unos meses de este nuevo año, no puedo evitar recordar cómo estas pasadas fueron vacaciones diferentes para mí — en más de un sentido. Estuve tentada de dejar que mis pensamientos permanecieran en habitaciones en mi mente que daban cabida a la tristeza en vez de el gozo.

El verano pasado, me mudé de la casa que mi familia y yo habíamos compartido durante 25 años para irme a una casa más pequeña. Habían pasado siete años desde que terminó mi matrimonio y mi marido se marchó, y había llegado el momento de seguir adelante. Pero fue increíblemente duro.

Dejar nuestra casa familiar y estar en una casa nueva y extraña por primera vez en mi vida como adulta, fue un enorme cambio que estuvo lleno de lágrimas, especialmente a medida que se acercaban las festividades. Además de ello, dos de mis hijos se casaron el año pasado, lo que, a pesar de ser una inmensa bendición, supuso aún más cambios para mí como madre soltera y para nuestros planes y tradiciones navideñas familiares.

Un día a principios de diciembre, cuando me encontraba pensando en lo mucho que había cambiado mi vida y estuve de duelo en secreto recordando cómo eran las cosas en el pasado, Dios habló a mi corazón con un pensamiento transformador:

Podemos elegir a cuáles habitaciones de nuestras mentes nos permitimos acceder mentalmente. Las habitaciones mentales en las cuales dejamos que permanezcan nuestros pensamientos siempre van a determinar nuestro gozo.

Lo que pasa es que nuestras mentes están llenas de “habitaciones” de recuerdos. Hay algunas habitaciones que nunca quisiéramos visitar, pero aún así las visitamos. Habitaciones llenas de recuerdos de dolor, angustia y pérdida. Habitaciones llenas de épocas pasadas y de días a los que desearíamos volver de nuevo o rehacer. Habitaciones llenas de recuerdos del pasado que difieren mucho del presente. Habitaciones llenas de deseos que no se han hecho realidad, expectativas sin cumplir, sufrimiento o soledad.

Pero también están esas habitaciones donde nos encanta dejar que nuestros pensamientos permanezcan. Habitaciones que guardan buenos recuerdos, ocasiones especiales, gente especial, momentos especiales. Habitaciones llenas de pensamientos de familiares y amigos queridos, bendiciones de Dios, esperanza, y mucho más.

Tuve que cambiar de dirección en mi mente y elegir qué habitación sería la más visitada por mis pensamientos.

Esa decisión pequeña resultó en un giro radical.

La Biblia habla con frecuencia de lo poderosos que son nuestros pensamientos (Romanos 8:5-6; Romanos 12:2). Proverbios 17:22 dice, “Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos”. ¿Quién quiere un corazón falto de alegría? ¿Quién quiere sentirse con el ánimo decaído?¿Quién quiere sentirse cansado hasta los huesos? ¿Quién desea sentirse triste y anclado en el pasado todo el tiempo? ¿Quién quiere estar de luto por lo que ya no tenemos en vez de abrazar y disfrutar de todas las bendiciones que sí tenemos?

¡Desde luego que yo no! Y estoy segura que tú tampoco. En su lugar, podemos elegir pensamientos positivos que nos conducirán siempre hacia aquellas habitaciones en nuestras mentes que nos traen gozo.

Cada mañana después de esta revelación que Dios me dio, mientras me levantaba de la cama hacia las luces brillantes del árbol de Navidad, empecé a correr mentalmente hacia esas habitaciones repletas de recuerdos hermosos, gratitud y bendiciones. Abrí las puertas para contemplar la belleza que Dios me ha permitido disfrutar en cada etapa de mi vida, lo que me ayudó a cambiar el enfoque de lo que ya no es hacia todas las bendiciones presentes y las que están por llegar.

¡Tú también puedes hacer lo mismo hoy! Cierra de golpe las puertas de todas esas habitaciones que amenazan con robar tu gozo, y comprométete a no dejar que tus pensamientos se deslicen hacia ellas. Pídele a Dios que atrape cada pensamiento que intente llevarte de vuelta a la tristeza, y corre de lleno hacia tu habitación llena de pensamientos alegres y felices.

Enfocarnos en nuestras bendiciones en vez de en nuestras cargas requiere intencionalidad, pero cambiará nuestras vidas para mejor.

Querido Señor, por favor ayúdame a ser consciente de cuándo estoy dejando que mi mente permanezca en una habitación que me cause angustia en vez de gozo. Guía mis pensamientos hacia aquellas habitaciones donde residen las bendiciones y la abundancia, y ayúdame a crear el hábito de elegir el optimismo en el presente en lugar del lamento por el pasado. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

2 Corintios 10:5, Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (NVI)

¿Qué habitaciones llenas de bendiciones y motivos de sonreír visitarán hoy tus pensamientos? ¡Comparte con nosotras en la sección de comentarios.

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