Devocionales

El secreto para orar sin cesar

Rachel Marie Kang 29 de marzo de 2023
Oren sin cesar. 1 Tesalonicenses 5:17 (RVC)

Mis recuerdos me transportan a Nueva York: Topping Avenue en East Street en el Bronx, un lugar que significa mucho para mí y ha cambiado mi manera y práctica de orar. Íbamos allí cada fin de semana, un grupo de estudiantes ingenuos de la universidad, en una camioneta destartalada de 18 pasajeros.

Llegábamos con todo lo que necesitaríamos, unos sándwiches de mantequilla de maní y mermelada, paquetes de papas fritas, botellas de agua y zapatillas deportivas. Recuerdo el rostro áspero de nuestro líder, su pelo rubio fino y su actitud despreocupada, mientras frente a nosotros veíamos la fila de viviendas del Bronx bordeadas por escaleras de entrada y aceras con toda su audacia y gracia.

Una pareja mayor nos abrió la puerta, invitando al grupo a su sala. Nuestro líder nos presentó a la pareja anfitriona y explicó el propósito de nuestra misión. Él lo llamó “una misión con un presupuesto apretado”. Se aseguró que todos supiéramos que no habíamos conducido 40 kilómetros de Nyack al Bronx simplemente para hacer turismo en la ciudad.

Aunque llegaríamos a trabajar en un discipulado individual con jóvenes, nuestra primera tarea no era ir a predicar, ni era la de “arreglar” cosas; no era nada que pudiera llevarnos a presumir las necesidades de las personas y lugares que pronto conoceríamos. Nuestra primera prioridad, nuestra primera tarea trascendental, era orar.

«Caminen y oren» nos dijeron. «Observen todo que está a su alrededor y abran sus ojos y corazones a lo que el Espíritu Santo podría llamarles a orar».

Nos animaron a considerar que todas las cosas, sobre todo las pequeñas, podrían servir como motivos e impulsos para orar. Letra de graffiti en las paredes: Señor, deja que Tu Palabra sea enaltecida. Una madre caminando con sus hijos: Señor, guíales a seguirte. Un automóvil con música a todo volumen como un estéreo portátil: Señor, que todos los corazones alaben Tu Nombre.

¿Podría ser que estas pequeñas cosas comunes, que quizás de otro modo las juzgamos y nos quejamos de ellas, las descartamos o simplemente no las tomamos en cuenta… podrían realmente ser invitaciones de ver el mundo en la manera que lo hace Dios? ¿Podría una flor tratando de brotar a través de la tierra árida impulsarnos a alabar a Dios? ¿Podrían los zapatos de niños al lado de la puerta y los faroles rotos todavía alumbrando en la oscuridad, impulsarnos a “orar sin cesar” como enseña 1 Tesalonicenses 5:17?

Diez años más tarde, todavía llevo conmigo esa lección y la misión está en mi casa. La misión está en la pantalla donde trabajo y escribo. La misión está en el supermercado y con mis amistades y familiares. La misión está en mí.

El zapato abandonado de mi hijo al lado de la puerta trasera me impulsa a orar: Señor, protégelo donde quiera que vaya.

El tender la cama me impulsa a orar: Señor, sana mi corazón y sana mi matrimonio.

El mirar archivos en la computadora y encontrar fotos de la familia me impulsa a orar: Señor, rodéalos con Tu presencia en mi ausencia.

Las pastillas tomadas con agua tibia me impulsan a orar: Señor, sana y ayuda a mi cuerpo.

El secreto para orar sin cesar es ver que podemos ser motivadas para orar por cualquier cosa. Es confiar que hay innumerables recuerdos que Dios está obrando alrededor nuestro e incontables oportunidades para orar por las personas y lugares que están en Su corazón.

Orar sin cesar es un acto incansable de dejar tus preocupaciones al cuidado de Dios que está disponible en todo momento, en todos los lugares, para todas las personas. Son frases cortas diarias; son simples murmullos. Y más que ser peticiones persistentes, orar sin cesar es una comunión constante con el Creador de todo.

Es una intimidad ilimitada con un Dios que desea no solo ayudarte sino también simplemente escucharte.

Dios, abre mis ojos para ver todas las maneras que Tú estás obrando en el mundo. Ayúdame a ver el mundo como Tú lo ves. Ayúdame a amar el mundo como Tú lo amas. Guía mi vista, e inspira mis oraciones. Atráeme hacia Ti mientras diriges mi corazón a Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 1:15-16, Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. (NVI)

¿Qué hábitos, recuerdos o momentos te impulsan a recordar a otros en oración? ¿Cómo puedes orar, a Dios y por otras, sin cesar?

¡Siempre estamos aquí para escuchar tu corazón! Ven y comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2023 por Rachel Marie Kang. Todos los derechos reservados.


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