Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Colosenses 3:3 (NTV)

¡Cataplum!

El sonido de la arcilla haciéndose añicos retumbó en la habitación y mi alma se derrumbó. El proyecto de una artista, muchas horas invertidas en su creación, de alguna manera acababa de caer de la mesa haciéndose pedazos al llegar al suelo de cemento.

Y este tampoco fue el primer accidente. Esta escultura de la cabeza del artista, tan cuidadosa y hábilmente elaborada durante varias semanas, ya había tenido una leve caída desde un estante de secado.

Ahora, observé los ojos de la artista abrirse con horror mientras veía este golpe nuevo, mucho más devastador. ¡Oh, cómo mi corazón sufría por ella!

Aunque no soy escultora, yo sí sé cómo se siente cuando se derrumba algo a lo que te has entregado totalmente. Duele… desesperadamente. Tan profundo es el dolor, que hasta llegas a preguntarte quién eres.

Seguramente el apóstol Pablo podría identificarse con un desvío repentino de la vida. Él era un seguidor fiel e integrado de Jesús, predicaba y enseñaba las Buenas Nuevas a través de varias regiones. Sin embargo, no todo fue viento en popa. Más bien, él sufrió muchos episodios de persecución y encarcelamiento por sus acciones (2 Corintios 11:23-28).

Pero a pesar de todo eso, entendió que había una realidad mayor y un propósito superior que lo inmediatamente visible en el aquí y ahora. Por eso él introdujo esta importante perla de verdad en una carta que escribió a la iglesia en Colosas:

Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3).

Las palabras de Pablo desafían al pueblo de Dios a ser transformados por el amor de Cristo y recordar la verdad de quienes realmente son. A veces, darse cuenta de lo que eso significa puede ser difícil, especialmente en tiempos de luchas e incertidumbres. Pero en ese día, entre los fragmentos de arcilla rota, logré captar claramente esa verdad.

Ves, fue en ese momento que me fijé que mientras la mayoría de la escultura se había convertido en polvo, la cara en sí no había cambiado. De alguna manera se había mantenido intacta a través de todos los accidentes y todavía semejaba la cara de la artista. Me di cuenta de que la escultura no solo se había roto; había sido hermosamente quebrada y hecha aún más convincente que la pieza original.

Es lo que pasa con el quebrantamiento, siempre deja una marca. Pero cuando elegimos unir los fragmentos de la vida con la bondad, gracia y misericordia de Dios, nosotras, también podemos llegar a ser hermosamente quebrantadas, y así es como se cuentan las mejores historias. Las historias de esperanza que las personas alrededor nuestro están desesperadas por escuchar… historias que quizás necesitemos recordar a veces.

Esto es lo que recuerdo ahora cuando leo esas palabras de Colosenses 3.

Gracias a Cristo, mis circunstancias no definen mi identidad. Gracias a Cristo, tengo un llamado mucho más alto en mi vida que cualquier cosa que me pueda pasar aquí en la tierra. Gracias a Cristo, no importa dónde me encuentre o cuán quebrantada me sienta, mi vida real y la esencia verdadera de quien soy, nunca cambiará. Siempre y eternamente seré identificada como hija elegida por Dios.

Por lo tanto, por Cristo, cuando me siento despojada de quien soy, puedo elegir acordarme a Quién pertenezco y aceptaré este don de ser hermosamente quebrantada.

Padre, gracias que, aunque el quebrantamiento es inevitable, llega a ser algo hermoso cuando lo entrego en Tus manos. Ayúdame hoy a entregarte cada parte de quien soy, incluso lo quebrantado. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmos 121:1-2, Levanto la vista hacia las montañas; ¿viene de allí mi ayuda? ¡Mi ayuda viene del SEÑOR, quien hizo el cielo y la tierra! (NTV)

1 Pedro 2:9, Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable. (NBLA)

Aunque “quebrantada” no sea un adjetivo que me gustaría para describir mi vida, el “ser hermosamente quebrantada” es diferente, porque es cuando Dios se manifiesta y hace lo que solo Él puede hacer.

¿Hay áreas de tu vida donde actualmente te encuentras quebrantada? Pasa tiempo hoy invitando a Dios en esas áreas. Reflexiona en lo que significa que tu vida real esté escondida con Cristo, y después, pide Su ayuda para transformar las ruinas alrededor tuyo en algo hermoso.

¿Cómo has experimentado el don del quebrantamiento hermoso, sea en tu propia vida o reflejado en la vida de alguien más? ¡Nos encantaría que lo compartieras con nosotras en los comentarios!

© 2023 por Stacy J. Lowe. Todos los derechos reservados.

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