Devocionales

¿De verdad puedo hablar sobre cualquier cosa con Dios?

Shae Hill 28 de julio de 2023
Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón. Salmo 37:4 (NVI)

La oración no es un ritmo natural para mí.

Me avergüenza decir eso como una mujer cristiana. Pero a veces me quedo atorada pensando qué decir y cómo decirlo. Me pregunto si preguntarme lo que hay en mi corazón es siquiera bíblico.

¿Hay alguna otra pensadora excesiva por ahí?

En enero, determiné que este año sería diferente. Quería llegar a la raíz de la inconsistencia en mi vida de oración. De repente, recordé un versículo de la Biblia que aprendí cuando era niña y que siempre había relacionado con la oración: Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón. (Salmo 37:4)

Si bien este versículo es citado comúnmente, también es uno de los versículos peor entendidos y mal aplicados de las Escrituras. Es tentador enfocarse en “Él te dará las peticiones de tu corazón” y descuidar la primera parte: “Deléitate en el SEÑOR”.

Ahí estaba. No había estado deleitándome en el Señor. Había complicado demasiado lo que Dios realmente quería para mi vida de oración. Asumí que mis palabras debían sonar formales y grandiosas, por lo que las cosas se sentían forzadas y rígidas. Orar se sentía más como una llamada de emergencia a un extraño que como una comunicación continua con un Dios amoroso. Todo el tiempo, Él solo quería que yo viniera a Él.

En la raíz de la palabra “comunicación”, encontramos un profundo significado. “Comunicar” o “comulgar” significa “conversar o hablar juntos, generalmente con intensidad e intimidad profunda; intercambiar pensamientos o sentimientos”. Este era el ingrediente que me faltaba. La comunicación constante con Dios empieza con una comunión constante con Dios.

Piénsalo así. Si solo le hablaras a una amiga cuando necesitas un favor, ¿acaso no comenzaría a sentirse transaccional tu relación? Con el tiempo, una de ustedes eventualmente podría distanciarse; la relación podría estancarse y, en un futuro, dejarían de hablar por completo.

Muchas de nosotras nos encontramos en este lugar en nuestra vida de oración. Seré la primera en reconocer que he estado allí.

Pero ¿qué tal si es más simple de lo que pensamos? ¿Y si conectar con el Señor de manera más consistente en la oración comienza con estar más presentes con Él a lo largo de nuestro día? Mientras preparamos café, caminamos al trabajo, calentamos nuestro almuerzo, salimos a caminar, mensajeamos a una amiga, consolamos a un niño que llora, nos alistamos para el gimnasio, nos relajamos del día o cuando nos preparamos para el siguiente, podemos empezar a ver estos momentos como oportunidades para orar.

Podemos orar a través de las lágrimas. Podemos traer nuestros pensamientos crudos y sin filtro directamente a Jesús. Podemos orar por las pequeñas preocupaciones enterradas en nuestros pensamientos. Podemos orar por nuestras ansiedades y celebraciones, nuestro dolor y nuestra gratitud. Podemos traer nuestras propias necesidades y preguntas. Podemos clamar a favor de otras personas y de lo que están atravesando actualmente. Podemos orar en voz alta. Podemos orar en nuestras mentes. Podemos orar por cosas grandes, pequeñas y todo lo que hay entre medio. A Él todo le importa porque nosotras le importamos. Toda ocasión es una invitación para orar.

Amiga, Dios quiere escucharte. No tienes que usar las palabras “correctas” ni preocuparte por cómo suenan tus oraciones. Trae tu corazón por completo y en honestidad a Él. Él ya se deleita en ti y está dispuesto a escucharte. Comienza con lo que se sienta pesado o lo primero que te venga a la mente. No hay mejor momento para orar que ahora mismo.

Padre celestial, Tú conoces todas mis necesidades. Cuando me acerco a Ti en oración, creo que me escuchas. Quiero confiar completamente en Ti con las cosas que te estoy trayendo en oración… relacionalmente, financieramente, emocionalmente, mentalmente, física y espiritualmente. Ayúdame a recordar que puedo clamar a Ti en cada situación, grande o pequeña. En el Nombre de Jesús, Amén.

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RECOMENDAMOS

Tus oraciones no necesitan ser pulidas, preparadas ni perfectas para poder ser efectivas. Dios nos invita a conversar con Él acerca de cualquier asunto que pese en nuestro corazón, así como lo compartiríamos con una amiga cercana. Si deseas ayuda para que esto sea una práctica diaria en tu vida, únete a nosotras en el siguiente estudio, Praying Through the Psalms: 30 Days To Uncomplicate How You Talk to God, el cual inicia el 7 de agosto dentro de la aplicación móvil gratuito First 5. ¡Solicita tu ejemplar de la guía de estudio hoy mismo!

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CONÉCTATE

 

La autora del devocional de hoy, Shae Hill, es una escritora colaboradora de la guía de estudio Praying Through the Psalms. ¡Puedes mantenerte en contacto con Shae en Instagram aquí!

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PROFUNDICEMOS

Salmo 61:1-2, Oye, oh Dios, mi clamor; Atiende a mi oración. Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo. (NBLA)

¿Qué carga llevas hoy en tu corazón? Invita a Dios en esas preocupaciones y temores clamando a Él en oración.

¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2023 por Shae Hill. Todos los derechos reservados.


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