Devocionales

Palabras para nunca olvidar

Katy McCown 31 de julio de 2023
»La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno … para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a Mí. Juan 17:22-23 (NBLA)

Aunque mi padre no sabía que le quedaban pocas semanas de vida, parecía que intuía que su tiempo en la tierra era corto. Por eso, cuando hablaba, le escuchábamos con atención.

Hicimos un semicírculo alrededor de su cama en una habitación pequeña que olía a vejez. Mi hermana estaba sentada justo frente a mí, mientras que mamá se inclinaba hacia el extremo de la cama del hospital.

Lo único que importaba en aquel momento eran las palabras de papá.

Me moví hacia adelante en la silla y tomé una postura más seria. Esta postura indicaba que no sólo escuchaba, sino que también estaba realmente recibiendo sus palabras. Nos dijo a mi hermana y a mí que cuidáramos de nuestra madre cuando él se fuera y que intentáramos no estar tristes.

Mientras hablaba, yo asentía. Quería que mi padre supiera que podía contar conmigo para cumplir sus deseos. En lo más profundo de mi corazón, ese día me comprometí a hacer exactamente lo que mi padre me pidiera.

Oramos juntos y compartimos recuerdos que nos hicieron llorar y reír. Menos de un mes después, volvimos a estar junto al cuerpo de mi padre, esta vez para darle el último adiós. Nunca volveríamos a oír su voz en este lado del cielo. Solo nos aferrábamos a las últimas palabras que nos había dejado.

Mientras escribo esto, han pasado más de tres años desde aquel día en la habitación del hospital, pero aún lo recuerdo vívidamente. Recuerdo cómo iba vestida, cómo entré en la habitación. Los detalles de aquel día siguen siendo tan nítidos y continúan provocando emociones profundas, porque esas fueron algunas de las últimas palabras que le oí decir a mi padre.

Los versículos clave de hoy en Juan 17 registran algunas de las últimas palabras de Jesús, pronunciadas en oración a Su Padre.

Al igual que yo hice con las últimas palabras de mi padre, creo que es importante que nos apoyemos en estas palabras de Jesús y consideremos lo que había en el corazón de nuestro Salvador a la sombra de la cruz.

Y ahí vemos que deseo el corazón de Jesús era que Sus discípulos “sean uno” (Juan 17:11; Juan 17:20-23). Dijo al Padre: “La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno” (Juan 17:22).

Si leemos sobre los discípulos de Jesús en la tierra, encontraremos personas que no eran iguales entre sí. Sus antecedentes, carreras y personalidades eran diferentes. Eran únicos, pero aun así podían ser uno en Cristo, y lo mismo ocurre con nosotras hoy.

Como cristianas, compartimos un objetivo y un amor comunes: Jesús. Puede que no seamos iguales, pero podemos ser uno en Cristo.

Jesús dio una razón por la que oró para que seamos “perfeccionados en unidad,”: para que el mundo sepa quién le envió (Juan 17:23). Hay un gran propósito en llegar a ser uno en Cristo, así como Jesús es uno con Su Padre; lleva a otros a saber quién es Jesús, que Él fue enviado por Dios, que Dios lo ama, y que Dios nos ama.

El intercambio que compartí con mi padre aquel día sigue influyendo en mi vida tanto tiempo después. Cuando recuerdo sus palabras, me pregunto si estoy haciendo lo que me pidió. Evalúo si estoy viviendo de una manera que le haría feliz.

Más que nada, sigo queriendo que mi padre se sienta orgulloso. Quiero hacer lo que él habría querido que hiciera.

De la misma manera que atesoré las últimas palabras de mi padre terrenal, no quiero apresurarme a olvidar las últimas palabras de nuestro Salvador. Apoyémonos en Sus palabras, escuchémoslas con atención y recordémoslas a menudo.

Amar a Jesús es amar lo que Él ama, y Jesús ama a Su Iglesia. Él desea profundamente que estemos unidas… que seamos perfectamente uno.

Querido Dios, gracias por la invitación a través de Jesús a dejar mi vida de pecado, vergüenza y quebrantamiento y unirme al cuerpo de Cristo. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 4:4-6, Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. (NBLA)

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© 2023 por Katy McCown. Todos los derechos reservados.


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