Devocionales

Dios, me siento agotada

Lysa TerKeurst 24 de agosto de 2023
Y una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él». Mateo 3:17 (NVI)

No hace mucho tiempo, me paré junto al lavamanos, tratando de aliviar esa sensación aguda de estrés. Tenía tanto que exigía de mí. Susurré, Dios, me siento agotada.

Me encontré apresurando a mis seres queridos en conversaciones. Corriendo hacia lo siguiente y luego a lo siguiente. Apresurando para programar las cosas y luego apurando a mi gente en esas cosas.

Había establecido mi vida al ritmo del apuro.

El agotamiento carcomía lugares profundos en mi corazón, exigiendo que me detuviera. Pero ¿cómo? Había tomado mis decisiones, y ahora mis decisiones me habían formado. Yo — este cascarón de una mujer atrapada en la prisa de demandas interminables.

¿Alguna vez has sentido lo mismo? Sospecho que la mayoría de nosotras lo ha sentido.

Comienzo a darme cuenta de que dos de las palabras más poderosas que puedo decir son “sí” y “no”. La manera en que las uso determina la manera en que programo mi horario. Mi manera de establecer mi horario determina la manera en que vivo mi vida. La manera en que vivo mi vida determina la manera en que ocupo mi alma.

Cuando pienso en mis decisiones a la luz de ocupar mi alma, da lugar a elegir con más sabiduría. Cada cosa a la que digo “sí” marca el ritmo de mi vida.

Después de todo, cuando una mujer vive con el estrés de un horario abrumador, su alma sufrirá de la tristeza de una alma insatisfecha, un alma con un calendario lleno, pero sin tiempo para realmente disfrutar de la vida.

Si te has visto atrapada en un ritmo estresante recientemente, te entiendo. Creo que gran parte de la razón por la que mi horario se sobrecarga es porque tengo temor de perderme algo o de no estar a la altura.

Un vistazo rápido a las redes sociales, y parece que todos los demás pueden vivir a un ritmo vertiginoso con una sonrisa. Sus objetivos empresariales parecen más importantes que los míos. Sus casas están más limpias. Sus hijos siempre se llevan bien. E incluso tienen tiempo para hospedar invitados para cenar y comer alimentos de sus jardines. ¿En serio?

Por eso me resulta interesante mirar el momento de las palabras de Dios a Jesús en Mateo 3:17, durante el bautismo de Jesús al inicio de Su ministerio: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».

En ese momento, Jesús aún no había realizado milagros, liderado a las multitudes ni ido a la cruz. Sin embargo, Dios estaba complacido con Jesús antes de todos esos logros.

Su Padre estaba afirmando la identidad de Jesús antes de que iniciara Sus actividades. Jesús escuchó a Dios, creyó en Él y permaneció sin prisa. Si confiamos en Cristo, Dios también nos da una nueva identidad (Romanos 6:4). Pero, a diferencia de Cristo, olvidamos.

Llenamos nuestros días y nuestras vidas con tanta actividad que la única manera de mantenernos al día es apresurarnos. Y estoy descubriendo que la fuente de gran parte del estrés en mi vida es esta necesidad constante de mantenerme al ritmo. Pero ¿y si estoy persiguiendo el deseo equivocado?

¿Realmente quiero que mi vida se parezca más a la de los demás? ¿O quiero que se parezca más a lo mejor que Dios tiene para mí?

Lo mejor de Dios para mí significa comprometerme con mi vida y las personas en ella. Lo mejor de Dios para mí implica darme cuenta de las invitaciones divinas y sentir la libertad de decir «sí» — el mejor sí a las asignaciones del Señor.

Si realmente quiero una vida sin prisa, debo simplificar mi horario para que Dios tenga espacio para saturar mi alma.

Hoy, tú y yo debemos detenernos a cada momento en la realidad de nuestra identidad antes de reanudar nuestra actividad. Apropiemonos de esta verdad para atesorarla profundamente: somos hijas de Dios, a quienes Él ama y con quienes está muy complacido.

Muy complacido por quiénes somos en Cristo, no por lo que hacemos. Muy complacido por un amor incomprensible e incondicional que no se gana, sino que simplemente se da.

Querido Señor, sácame del apuro mientras planifico mi horario hoy. Quiero salir de la prisa para poder acoger lo mejor de Ti para mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Salmo 46:10, «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!» (NVI)

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© 2023 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.


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