… Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo. Juan 16:33 (NTV)

Cuando era pequeña, mis padres y mis hermanas mayores eran grandes pensadoras y tenían control sobre sus emociones. Sin embargo, yo experimentaba emociones fuertes, no podía evitar sentir todos mis sentimientos.

Me avergonzaba tanto el ser tan sensible. ¿Cómo lograban mis padres y mis hermanas ser personas tan lógicas todo el tiempo? ¿Cómo podían ser tan equilibradas? ¿Por qué no podía ser como ellos?

Con el tiempo, empecé a odiarme a mí misma por mis sentimientos fuertes. Para lidiar con todas mis emociones y el estrés que me causaban tanto a mí como a los que me rodeaban, pusé toda mi energía en ser sensible a los deseos y necesidades de los demás para así poder ayudarles y asegurar su amor. Pensé que había encontrado una manera de sentirme segura en mis relaciones. Pensé que había encontrado la forma de sentirme mejor sobre mí misma, y de ganar el amor de la gente.

Esto parecía funcionar hasta que me topé contra un muro a finales de mis treintaytantos. De pronto me di cuenta de lo poco que me sentía amada, incluso por Dios. Me habían enseñado que el Señor era bueno y amoroso, pero ya no confiaba realmente que esto fuera cierto. En el fondo, estaba enojada con Dios por permitir que yo y la que gente que yo amaba sufriera.

Debido a la represión de mis emociones, me encontré consumida por la vergüenza, horrorizada por el orgullo y la hipocresía en mi alma. Cuestionaba mi fe, estaba insatisfecha con mi vida y mis relaciones, y sufriendo de depresión.

Muchas de nosotras nos topamos contra un muro similar en nuestras jornadas espirituales. Para ir más allá de ese muro, necesitamos ser emocionalmente honestas con nosotras mismas, con Dios, y los demás. Mientras lo hacemos, crecemos en una mayor intimidad con Dios y una mayor salud emocional y espiritual para ser formadas a semejanza de Cristo.

Una herramienta que me ha ayudado a ser emocionalmente honesta es el Eneagrama. Dios usó este modelo de personalidad para revelar el orgullo escondido que me llevó a tratar de protegerme a mí misma en lugar de depender en el amor de Jesucristo. El Eneagrama nos enseña verdades útiles sobre la personalidad humana.

Por supuesto, la teoría y sus maestros no son perfectos, así que masticamos la carne y escupimos los huesos. Y en nuestro uso del Eneagrama, seguimos poniendo nuestra confianza en Jesucristo, el Único en quien encontramos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento (Colosenses 2:3). Nos enfocamos en Su vida perfecta, Su Padre amoroso, Su Espíritu siempre presente, Su Palabra verdadera y Su Iglesia.

Lo que sea que estés sintiendo en tu vida y personalidad, Jesús de Nazaret lo entiende. Él fue tentado a reaccionar para protegerse a Sí mismo en el orgullo (Mateo 4:1-11), pero en su lugar, Él escogió confiar en Dios. De hecho, el Nuevo Testamento nombra específicamente 39 emociones diferentes que Jesús sintió. Nuestro Salvador sintió profundamente e inteligentemente. Cuando el Hijo de Dios tomó forma humana, entró a la personalidad humana para empatizar con nosotras (Hebreos 4:15). Él nos muestra que los sentimientos sanos son parte de una fe floreciente.

De alguna manera, cada una de nosotras es como el hombre con una mano deforme a quien Jesús encontró en la sinagoga en el día de descanso (Marcos 3:1-6). El hombre pudo haberse sentido avergonzado mientras se escondía en las sombras, ansioso por cómo iba a proveer por su familia y enojado por ser juzgado y dejado fuera por los sacerdotes arrogantes. Jesús tuvo compasión de él y sintió enojo y tristeza hacia aquellos que no querían que el hombre fuera sanado.

En otra ocasión, nos dicen que cuando Jesús encontró a cierto hombre rico, “Jesús miró al hombre y sintió profundo amor por él” (Marcos 10:21a, NTV).

Tanto el hombre rico como el hombre que necesitaba ser sanado se sentían tristes. El hombre rico se fue triste y aferrado a su riqueza en vez de aferrarse a Cristo; el hombre en Marcos 3 empezó triste pero después se llenó de esperanza. ¡Él puso sus ojos en Jesús, confío en la palabra de Jesús, extendió su mano, y fue restaurado por completo! Tenemos la oportunidad de extender nuestros corazones dolientes y nuestras personalidades a Jesús para ser restauradas por completo en el amor de Dios.

Jesús explicó: “… Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Todas tenemos dolores en nuestras almas que queremos arreglar. Pero tu alma no es como un coche averiado que puede ser arreglado por un mecánico. La cura para un alma doliente es el cuidado.

En los 30 años en que mi esposo Bill y yo hemos sido terapeutas y directores espirituales, hemos encontrado que la clave para el crecimiento espiritual y emocional es llevar nuestras personalidades rotas a Jesús y extendernos hacia Su toque amoroso. Absorber más de la gracia de Jesús en nuestras personalidades nos permite cuidar y guiar mejor a otros.

Querido Dios, deja que Tu luz y amor brillen sobre mis patrones de personalidad dolientes, y ayúdame a disfrutar la plenitud de la vida de Jesús y compartir esta vida con los demás. En el Nombre de Jesús, Amén.

Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

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Salmo 139:23-24, Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna. (NTV)

¿En qué patrón de personalidad doliente necesitas ayuda para que puedas disfrutar la plenitud de vida que Jesús ofrece?

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