Devocionales

El hábito poderoso que protege tu corazón de la amargura

Elizabeth Laing Thompson 19 de octubre de 2023
Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Mateo 5:44-45a (NTV)

Podía sentir la amargura tratando de hundir sus garras dentadas en mi corazón. Me llamaba, su voz suave y seductora: tienes todo el derecho de sentirte resentida. Su comportamiento es pecaminoso, imperdonable… ¡y ella decía ser tu amiga! Vamos, cede. Alimenta tu dolor con odio.

Mi conciencia se erizó con una advertencia del Espíritu Santo: si permitía que la amargura se apoderara de mí, se extendería dentro de mí como una enfermedad invisible. Corroería mi corazón. Me volvería cínica. Incluso mancharía mis amistades sanas con sospecha y desconfianza.

Desesperada por ayuda para resistir esta tentación, abrí mi Biblia. Dios me guió a las palabras de Jesús en el sermón del monte:

Han oído la ley que dice: “Ama a tu prójimo” y odia a tu enemigo. Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? (Mateo 5:43-46a, NTV).

Siempre había considerado el mandato de Jesús de orar por nuestros enemigos como una tarea divina, un acto de obediencia, entrega y confianza en Dios. Pero ¿qué pasa si el mandato de Jesús va más allá de simplemente decir las palabras correctas? ¿Y si la oración también tiene la intención de ayudar a nuestros corazones? ¿Podría la oración por la amiga que me hirió realmente ayudarme a superar la amargura?

Decidí intentarlo. Al principio, mis oraciones fueron rígidas y un poco renuentes; tenía que esforzarme por decir las palabras. Pero día tras día, perseveré en la oración: Señor, acompáñala. Sana cualquier dolor que la esté llevando a actuar de esta manera. Muéstrale un camino diferente. Por favor, trae sanidad a nuestros corazones.

No sé qué sucedió en el corazón de mi ex-amiga debido a esas oraciones, pero sí sé lo que ocurrió en el mío: mi corazón se mantuvo tierno y abierto. A pesar de que mi amiga había pecado contra mí, Dios me permitió rechazar la amargura y optar por el perdón. Nunca llegué a tener una conversación de reconciliación con esa amiga, pero aun así, Dios sanó mi dolor y protegió mi corazón. Funcionó hacer las cosas como Jesús.

Obedecer el mandato de Jesús me enseñó varias verdades poderosas que experimentamos cuando oramos por personas que nos han herido:

  1. La oración protege nuestros corazones de la amargura. Nos provee una salida verbal para nuestro dolor, una forma de comenzar a liberar nuestro resentimiento ante Dios. Previene que la ira justa y el dolor real se transformen en amargura dañina.

  2. La oración nos hace humildes. Nos recuerda que incluso cuando hemos sido heridas, somos imperfectas y también necesitamos gracia. Incluso puede ayudarnos a considerar el conflicto desde la perspectiva de la otra persona.

  3.  La oración nos ayuda a resistir la tentación de buscar venganza. Nos recuerda que Dios ama la justicia y que podemos confiar en Él para que nos defienda y proteja.

  4. La oración nos brinda paz mientras esperamos una solución. La oración fortalece nuestra relación con Dios durante nuestro conflicto relacional. Confiamos en que Dios está obrando incluso cuando no podemos ver ni entender todo lo que está haciendo.

Si te encuentras envuelta en un conflicto y estás luchando contra la amargura o sintiéndote herida o confundida por una relación tensa, el estímulo de Jesús para orar por tu enemigo puede brindar la protección que tu corazón necesita. Puedes orar por tu situación y por la persona con la que estás en conflicto todos los días, incluso varias veces al día.

¿Te sientes herida por la amiga que no acepta tus disculpas? Puedes orar por eso.
¿Temes que ella pueda lastimar a más personas si no cambia? Puedes orar por eso.
¿Deseas intentar la reconciliación pero no estás segura de si la otra persona siquiera te hablará? Puedes orar por eso.

Podemos orar por todo esto. Dios acoge con agrado nuestras peticiones y anhela ayudar a Sus hijos a encontrar el perdón y la unidad (Juan 17:20-23).

Lleva tiempo, pero cuando nos comprometemos a orar persistentemente por aquellos que nos ofenden, le damos a Dios la oportunidad de trabajar en sus corazones y en los nuestros.

Padre, gracias por preocuparte por mis relaciones. Por favor, dame sabiduría y ayúdame a encontrar soluciones justas para los conflictos. Protege mi corazón del cinismo y la amargura, y dame la fuerza para perdonar como Tú perdonas. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Lucas 23:33-34a, Cuando llegaron a un lugar llamado «La Calavera», lo clavaron en la cruz y a los criminales también, uno a su derecha y otro a su izquierda. Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». (NTV)

¿Cómo ha protegido la oración tu corazón cuando te han herido? Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2023 por Elizabeth Laing Thompson. Todos los derechos reservados.


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